Noté como alguien comprobaba a través de la mirilla que en realidad fuese yo quien estaba al otro lado, un par de segundos después la puerta se abrió. Me encontré con la mirada de Adrián, el chico me dedicó una tímida sonrisa y, sin tapujos, se aferró a mí en un cálido abrazo. Fue hasta que notó la presencia de Jackson a mis espaldas que se apresuró a desprenderse de mi cuerpo.

—Necesitamos de un lugar para escondernos —exclamé, desesperado, la adrenalina de lo que había sucedido el último par de horas me corría por las venas.

Adrián se hizo a un lado para darnos el pase, Jackson entró al apartamento tras de mí, aún con ciertas dudas.

—Este es Jackson, mi compañero en el trabajo —lo presenté.

Jackson levantó la mano cortésmente, Toni e Isaac se encontraban en el comedor al fondo, nos observaban en silencio. Invité a Jackson a tomar asiento junto a mí. «Estos chicos son amigos del último chico al que asesinaron, van a ayudarnos, conozco bien a uno de ellos», le expliqué en un susurro.

—¿Qué vamos a hacer ahora, Jayden? —inquirió mi compañero al tiempo que cruzaba una mano con la otra, quizá en un intento de impedir que los nervios le ganaran.

Iba a responder a su pregunta, sin embargo, tres golpes continuos se escucharon al otro lado de la puerta principal. De inmediato, Jackson y yo nos pusimos de pie, desencajamos nuestras pistolas de la cintura y apuntamos hacia la puerta, los otros tres chicos se arrinconaron en la esquina más alejada, asustados.

—Soy Sasha, ¡ábranme! —escuchamos a nuestra amiga gritar al otro lado de la puerta.

Me apresuré a poner el ojo en la mirilla para comprobar que todo estaba en orden, vi a Sasha bailotear en el pasillo ante el nerviosismo que la invadía, deprisa quité el pasador y abrí la puerta. Sasha entró al apartamento y de inmediato se aseguró de cerrar con el pasador bien puesto, llevaba una bolsa negra desechable aferrada entre su pecho y su brazo izquierdo.

—Scott está en el hospital —exclamó sin saludos dichos a modo de introducción—, esta madrugada, cuando regresaba a su casa por las maletas, lo han golpeado hasta dejarlo inconsciente, su hermana me ha entregado esta bolsa negra luego de explicarme lo que sucedió, dijo que ella no quería involucrarse en los problemas de su hermano. —Sasha colocó la bolsa sobre el comedor y caminó en círculos por el pasillo, todavía nerviosa ante el impacto que le generó la noticia sobre Scott—. Te esperé quince minutos en donde acordamos, pero como no llegabas decidí regresar para acá, presentía que algo había sucedido y no podía estar a plena luz del día con esto entre mis manos.

—Hiciste bien en regresarte —le dije y asentí—, las calles no son un lugar seguro ahora mismo. Él es mi compañero, Jackson, y ella es Sasha —presenté a ambos.

Jackson miró a Sasha de arriba abajo, comprendí que mi compañero intentaba entender por qué me refería a Sasha en femenino cuando sus ojos miraban algo opuesto, algo que no lograba entender, solo se limitó a asentir.

—Puedes llamarme Freddy si llamarme Sasha es demasiado para ti. —Sasha dejó de perder el tiempo y se dirigió al comedor, tomó la bolsa de la parte de abajo y vació el contenido sobre la mesa.

Entonces, un montón de fotografías, cheques y pagarés se esparcieron en la extensión de la pequeña mesa de metal. A simple vista, las fotografías que cayeron de frente ya decían demasiado, pero cuando Jackson volteó el resto, todos en el apartamento quedamos enmudecidos ante lo que nuestros ojos veían.

Decidí tomar la iniciativa y comencé a tomar las fotografía del mesa para mirarlas con mayor precisión, las imágenes eran variadas: habían chicos desnudos en posiciones extrañas, tomas más cerradas de traseros, vergas y cuellos y muñecas con cadenas alrededor, pero sin duda alguna, las fotografías más sorprendentes eran las grupales, en las que podía observarse a detalle los encuentros sexuales que se mantenían en lo que nosotros denominamos: «El club».

Deja que anochezca [ONC]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora