cuatro

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Julián aprendió por las malas que no debía confesar ni demostrar sus sentimientos a quien sea que le guste en ese momento bajo ningún término. El hecho fatídico que desencadenó esta enseñanza se remontó años atrás con un chico mayor que él, se llamaba Ruben y era de porte alto, hombros anchos y por supuesto, muy apuesto. Iba a último año mientras que él estaba dos cursos menores. Se habían conocido por un acto en el que los mandaron a juntar firmas de los profesores con el acta, el mayor le había dado charla y al momento de despedirse le pidió su número. Desde ese día siempre se cruzaban, algunas veces lo acompañaba hasta cierta plaza donde cada uno se iba a su hogar.

Fue imposible para Julián no caer rendido a los encantos del Rubén. Lo trataba bien, lo buscaba y le hacía sentir especial, también le daba cumplidos acerca de su apariencia o acariciaba sus rulos las veces que lo hacía reír con alguna que otra ocurrencia que se animaba a compartir. Estaba tan hechizado por la naturaleza magnética de Rubén que supone que eso impulsó su deseo de confesar todo lo que estaba sintiendo.

También el hecho de que lo haya invitado personalmente a una de las de los de último año, diciéndole que él no lo dejaría solo y que le gustaría verlo con una camisa negra que una vez le vio puesta, que con esa se veía bonito. Cómo no iba a ilusionarse Julián cuando escuchaba esas palabras dulces del más alto.

Entonces eso hizo, inventó a sus padres que se quedaría a dormir en lo de uno de sus amigos, cuyos padres no estaban en el pueblo y allí se arregló hasta que Rubén pasó por él en el auto de su viejo. Estaba tan ansioso que sentía sus manos sudar y apenas podía formular un pensamiento coherente en medio de la música de la radio y el aire que se colaba de la ventana.

El alcohol que había consumido antes en lo de su amigo le estaba dando un empujón de tonta valentía, llenándole la cabeza con la idea de que suelte todo lo que había estado guardando en su corazón. Es por eso que con sus mejillas algo sonrojadas se volteó a ver el perfil del mayor, concentrado en la ruta.

"¿Tengo algo en la cara?" Preguntó Rubén carcajeándose.

"No, perdón" Se disculpó tímido regresando su mirada a la ventanilla. "Creí que había entrado un bicho"

Había mentido, pero qué importaba.

"Oh" Se rió Rubén. "Igual no me molesta que me estes viendo"

Julián hizo lo imposible para no sonrojarse con esas palabras del mayor. ¿Cómo podía decir esas palabras con tanta ligereza? ¿Acaso se habrá dado cuenta...?

Otro empujón más.

Al llegar a la joda en casa de uno de los amigos de Rubén, que andaba de cumpleaños según escuchó entre las personas allí metidas, fueron recibidos por el anfitrión que les indicó el lugar de las bebidas, los baños y que no utilicen para coger la habitación de sus padres. Julián pudo reconocer que el tipo ya estaba escabiado hasta la médula por el fuerte aroma a alcohol que destilaba.

La música retumbante le hizo animarse a beber un poco más, para soltarse y bailar en la pista improvisada en medio de la sala. Fue divertido estar a los de último año, se sintió especial haber sido escogido por Rubén para participar y que lo tenga todo el tiempo a su lado, sacándole a bailar y pasándose bebidas para brindar entre sus amigos.

Por instantes Julián pensó que Rubén lo había llevado para presentarle a su círculo, haciendo un preámbulo a lo que sería si salieran. Seguramente Rubén también sentía lo mismo que él.

Entonces debería confesarse, le decía su cabeza dominada por el alcohol.

Eran las dos de la madrugada cuando le pidió a Rubén que salgan al patio, con menos gente y ruido, para charlar. El mayor le hizo caso, guiándolo entre la multitud sujetando fuerte su mano. Una vez bajo la noche estrellada y el canto de los grillos, escondidos bajo un árbol de limones, Julián abrió su corazón: "Me gustas, me gustas mucho"

Acto seguido juntó ambas bocas en un beso embriagado de mucho alcohol, el más alto tardó en reacción, pero correspondió tal acto con fiereza; sorprendiendo gratamente al menos que sentía sus piernas temblar ante el cálido tacto de las grandes manos en su cintura atrayendo ambos cuerpos a generar fricción.

El corazón de Julián latía desembocado, disfrutando cada caricia, chasquido que estaba recibiendo. Se sentía tocando el cielo con las manos hasta que el nombre del mayor fue escuchado a lo lejos, llamándolo para algo que no entendió, logrando que la burbuja en la que estaban encerrados explotara.

Rubén lo apartó y regresó a sus amigos que lo esperaban dentro de la casa, dejando solo a Julián embobado por lo que acababa de suceder.

La siguiente vez que se vieron en el colegio, Julián tuvo que buscar a Rubén con la inocencia e ingenuidad de preguntarle acerca de qué eran a partir de los sucedido en la joda del otro día. No lo quiso plantear por mensaje porque creía que sería muy frío de su parte hablar de ese tema así, de modo que ahora se encontraba preguntando por Días en la puerta de su curso.

El mayor se vio reticente en hacer caso al pedido de Julián, pero finalmente lo hizo con una expresión de cierta incomodidad. Una vez fuera, Julián lo llevó bajo las escaleras, en un rincón que nadie solía pasar más que para dejar bancos que sobraban en los cursos. Allí, con mucha ilusión, le preguntó qué eran.

"Olvídate de lo que pasó en la joda" Le dijo en cambio Rubén con frialdad.

"¿Cómo?" La voz salió de los labios de Julián en un hilo lleno de confusión. "Pero vos..."

"Estábamos en pedo, Juli" Rubén soltó un suspiro fastidiado. "Olvida todo lo que pasó y sigamos como antes"

Julián no tuvo otra que aceptar, si daba pelea quizás se quedé sin la compañía de Rubén y era lo que menos quería. Entonces casa uno volvió a su curso, pero sólo el menor se quedó triste todo el día, luchando por no derramar alguna lágrima traicionera.

Y por el contrario del deseo del mayor, los dos se terminaron alejando, las cosas no volvieron a ser como antes. El resto del año cada uno lo vivió ignorando la existencia del otro (más Rubén a Julián), rompiendo su amistad dejando al de rizos chocolate culpándose por esto mismo.

***

Cuando escuchó las voces de sus amigos entrando al ala Julián se tensó, se volvió a apartar de Enzo que soltó un quejido seguido de un puchero en sus labios por aquello. El menor no quería cortar el contacto y se lo hizo saber volviendo a acercarse al cordobés para robar algún beso, pero que fue denegado al momento en que Julián se levantó de la cama para arreglarse, no quería que entraran y los vieran en esa posición.

Se miró en el espejo dentro del ropero su aspecto, tenía los labios hinchados y sus rizos en el flequillo un poco desaliñado. Luego vio por el espejo la imagen de Enzo en la cama, estaba sonrojado, su ropa algo desarreglada tocando sus labios también enrojecidos sin poder creer lo que acababa de suceder.

Julián por unos instantes se vio reflejado en la reacción de Enzo, de cuando era más chico y era más inocente en toda la materia del amor. Y él ahora estaba siendo el mismo chico que le rompió su corazón bajo un limonero.

Él no quería que tengan el mismo destino.

"Enzo..."

De repente la puerta se abrió dejando ver a Cristian con una cara larga, arrastrándose hasta su cama al lado del balcón. No mucho después apareció Lisandro fijándose el estado de su amigo, ahora tirado boca abajo. Enzo preguntó que ocurrió, abandonando el colchón y acomodando su remera, a lo que el entrerriano respondió en susurros que se los diría después. Los dos chicos salieron de la pieza dejando somos a Cristian y a Julián, siendo este último el más conflictuado por los miles de pensamientos y miedos que se arremetian en su mente.

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Jajaja bueno más suspenso y la backstory de Julián
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enamorado tuyo [julienzo}Where stories live. Discover now