Sexy mandón.

Mal.

Mal momento para descubrir cosas sobre sí mismo.

Stolas rio suavemente y sus dedos se deslizaron tortuosamente lento por la piel de Blitzø, volviendo a su espalda y retomando el masaje. Algo en la forma en que el otro demonio lo tocaba cambió ligeramente. Tal vez la intención del contacto o simplemente era su cerebro excesivamente consciente de Stolas. Pero las manos sobre su cuerpo siguieron siendo precisas y expertas, recorriendo su piel y presionando cada músculo tenso y tendón firme. Blitzø mordió el cojín para controlar su voz y respiró hondo por su nariz para no dejar que ningún sonido escapase de su boca.

— Voy a usar aceite, —anunció Stolas.

Oh, no...

— Está bien, —respondió Blitzø en su lugar.

Porque, ¿quién en su sano juicio iba a confesarle que eso sonaba increíblemente erótico? Nadie. Porque si Blitzø lo hacía, tendría que admitirle a Stolas que entre las categorías de material adulto que disfrutaba, en su top tres, estaban los masajes. Había algo increíblemente atrayente en escenas de puro contacto físico, donde la persona que realizaba los masajes derribaba con sus caricias cualquier barrera mental del otro demonio hasta el punto en que este se dejaba llevar.

Verosika solía decir que ese tipo de material era de consentimiento dudoso, lo cual era su propio tipo de erotismo dado que no era algo real y para personas como ellos que de una u otra forma la vida les quitaba el control, había algo reconfortante en ese género porque era ficticio y al final del día ellos decidían si verlo o no. Blitzø no quitaba mérito a esa conclusión, pero en realidad él veía ese tipo de videos de forma diferente. Para él, era desear hacerlo desde el inicio, pero las restricciones mentales saboteaban a uno de ellos, mientras que el otro podía ver a través de esos miedos e inseguridades y vencerlas. Además, el contacto físico era su parte favorita, había algo increíblemente adictivo en las escenas mucho antes de que fuesen algo sexual. Él sentía su sangre hervir al apreciar el roce de pieles y el estímulo de los cuerpos.

Joder...

Era un mal momento para tener esos pensamientos.

— ¿Blitzø...? —Stolas se inclinó sobre él, intentando ver su rostro— ¿Estás bien?

— Sí, solo asegúrate de mantener el aceite caliente; soy sensible al frío, —mintió Blitzø, hablando en voz baja contra el cojín para ocultar su rubor.

¿Qué demonios estaba pensando?

— Por supuesto, —respondió Stolas con entusiasmo.

Aunque no podía verlo, Blitzø escuchó claramente el sonido del aceite cayendo en las manos de Stolas, quien frotó sus palmas para calentar el líquido. Blitzø contuvo el aliento cuando sintió el aceite tibio deslizarse por su espalda, humectando su piel y haciendo que todo se sintiera increíblemente placentero. Sus garras se aferraron al cojín, demasiado consciente de cómo Stolas se balanceaba sobre él, inclinándose hacia adelante para aplicar más presión en el masaje de sus hombros y luego hacia atrás al descender por su espalda.

Se sentía tan bien.

Sería perfecto si Stolas se recostara sobre su cuerpo y él pudiera perderse entre sus suaves plumas.

El masaje continuó, suave y firme, durante lo que parecieron horas o quizás solo minutos. Sus cuernos, cabeza, cuello, brazos y hasta piernas recibieron un tratamiento especial. Al final, cuando los expertos dedos de Stolas acariciaron su cola, un largo ronroneo escapó de los labios de Blitzø, provocando la risa melodiosa de su compañero.

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