Su padre que había sido tan misericordioso con su hijo, no demostró la misma piedad por Anne y comenzó a invitar de forma asidua a Duverville, para que la cortejara.

Al principio, la joven se había escondido en su alcoba, ne- gándose a participar en las reuniones en las que Duverville se encontrara presente. Sin embargo, su padre la había ator- mentado y obligado a presentarse ante el hombre. Por suerte, para Anne, Duverville se comportaba de forma decorosa y se relacionaba con todos los presentes sin obligarla a interac- tuar con él, cuando era obvio que no deseaba hacerlo. Poco a poco Anne comenzó a relajarse en presencia del hombre. Su carácter era afable y animado, y constantemente hacía reír a todos los presentes, o los entretenía con un sinfín de histo- rias interesantes sobre sus viajes alrededor del mundo y sus abundantes conexiones sociales. Anne, que se había negado a dirigirle la palabra, se sorprendió así misma escuchando con atención algunas de sus historias y riendo ante sus bromas. Un día no logró controlarse y respondió a una de sus pullas, y la sala rio ante su intercambio. Su voto de silencio se había roto para siempre y se convirtieron en una especie de dueto cómico que animaría las reuniones. Duverville seguía sin pre- sionarla, casi como si no tuviera intenciones de esposarla en absoluto, pero a menudo le preguntaba sobre su libro o poesía favoritos, observaba sus gustos culinarios durante la cena y le susurraba alguna broma privada en las salas de baile.

Anne no entendía que le estaba ocurriendo, pues su rostro comenzó a teñirse de carmín ante las ocasionales miradas de Duverville y su corazón saltaba cada vez que sus ojos lo en- contraban en una sala por primera vez.

Duverville se había mantenido esbelto durante los años y su atractivo rostro conservaba la expresión pilluela de la in- fancia, pero sus cabellos se habían tornado grises en una com- binación interesante de madurez y juventud. Decenas de mu- jeres, embriagadas por su aspecto y su carácter, se lanzaban descaradamente en su camino. Al principio, Anne las había compadecido por ser unas inconscientes temerarias. Más tar- de, atónita, descubrió que las descaradas atenciones femeni- nas habían comenzado a molestarla.

Aquella misma noche, en el salón de baile de la propia mansión de Duverville, los celos habían llegado al punto de enfurecerla cuando una atractiva viuda le había especificado a Duverville en que habitación de la vasta mansión se alojaría aquella noche.

Una oleada de frío había azotado la comarca y la nieve caía incesante obligando a los presentes de la fiesta quedarse a pasar la noche.

Enfadada, Anne salió al balcón congelado y cubierto del blanco manto invernal, al que nadie más se atrevía a aventu- rarse.

—¿Cazando catarros? —la voz de Duverville a su espal- da la hizo dar un pequeño salto—. Debemos aprovechar este clima durante el cual abundan los catarros. Yo mismo salí a buscar uno esta mañana. Estoy impaciente por empezar a toser y... ¡ese delicioso dolor de cabeza!

—Solo quería estar sola —explicó Anne sin molestarse en dulcificar su tono. Le hubiera gustado abofetearlo por merecer su reputación de Casanova.

—Es por la banda de músicos, ¿verdad? —continuó él, bro- meando—. Sabía que no serían espectaculares pero no pensé que arrojarían a una joven a arriesgar su vida para descansar unos minutos de su tortura. Al menos ponte un chal.

Anne cogió la prenda de las manos del hombre y se mal- dijo así misma al mirarlo y notar que era la primera vez que estaban a solas. Al menos podría acarrearle su temblor al frío desgarrador de la noche.

—Luces distinto —le dijo. Y cuando el hombre arrugó el entrecejo completó a regañadientes—. Debe ser la ausencia de admiradoras, revoloteando a tu alrededor.

Duverville contuvo una sonrisa al entender que le ocurría a Anne.

—Llevo años siendo viudo y no negaré que me he permiti- do a mí mismo indulgencias y excesos para intentar aliviar el dolor. Como consecuencia, mi fama y mi reputación entre las damas de esta comarca me precede.

Un Siervo para Amanda (El Ángel en la Casa)حيث تعيش القصص. اكتشف الآن