—De acuerdo, si estoy perdida. Oye, ¿Encontraste a Jaiden? ¿Está bien?

—¿Jaiden? Oh, la otra chica, si ella llegó con los demás hace dos días.

—¿¡Qué!? ¡¿Cómo hizo eso?!

—Bueno, según ella dijo que tú le habías dicho que siguiera el muro, y así fue como llegó. Me sorprende que no hayas seguido tu propio consejo.

—Soy muy pendeja la verdad.

—Si se nota. Te voy a ayudar por única vez.

—¿Eh?

—Te voy a mandar a dónde todos los demás están.

—¿Ok...EYYYYYYYY!

Y sin más caí de lleno al suelo.

—¡Roxy! —Exclamó Quackity corriendo a levantarme. —¿En donde....? Sabes cuan preocupados... ¿Cómo es que...? ¡Idiota, nos asustaste, burra!

Por alguna razón, me parecía conocida ésta situación.

—Mierda, siento que voy a vomitar. —Jadeé sujetandome de mis rodillas para tranquilizarme un poco.

—La encontré vagando por el bosque.

—¡Ya te dije que no estaba perdida!

—Yo no dije que estuvieras perdida.

—Mis huevos que.

—Hablando de huevos. —Dijo Vegetta. —¡Soy padre, Roxy!

—¿Eh?

Frente a mi, todos estaban con unos huevos, o sea, literalmente eran huevos con sombreros, bigotes, overoles, y más. Y se movían.

—No mames, ¿Qué droga tenía esa caída o teletransportación?

—¿Y sabes que más? —Cuestionó Roier junto a Jaiden, él cargaba al huevo del overol. —Solo Bad y Quackity son solterones.

—¿Y eso a mí qué?

—Que hay la posibilidad de que seas madre de alguno de esos dos bebés.

—¿De los huevos? ¿Me viste cara de gallina?

—Son huevos de dragón.

—Uy, peor tantito.

—Ya ándale, ve a la máquina esa, capaz y te sale algo bueno. —Se rió Missa.

—¡Mira mi huevo! —Exclamó Mariana y yo chille tapandome los ojos. —Es un huevito miope cómo sus padres.

—Ah, pendejo.

Todos ellos me acompañaron a una máquina, toque el botón y entonces se mostraron todos las hojas o boletos, y pronto el mío salió.

—¿Qué? —Entrecerré los ojos para distinguir lo que decía. —N-No entiendo.

Dejame ver. —Me dijo Philza. —Es como si tuviera todas las letras aquí.

—Ya salió el peine, Roxy eres una resbalosa. —Dijo divertido Roier.

—No entiendo.

—Significa que eres padre y madre de todos los huevos, iiiih, te chingaron.

—Pero eso no puede ser posible. —Fruncí el entrecejo.

—Te chingaste, cuando alguno de todos nosotros no podamos cuidar a los huevos, tú lo harás.

—Ay nooo, mejor denme un huevo y ya.

Y entonces todos los huevitos se avalanzaron contra mi.

—¡No, vayan con sus madres! ¡O padres!

Una huevita con listón en la cabeza puso en cartel, y luego me mostró lo que decía.

—Eres la mamá dragona. —Dijo y yo lloriqueé.

—Y yo que no he dado ni mi primer beso. —Chillé pero todos los huevitos me abrazaron. —Oh, que lindo. Corran huevitos, huyamos de todos estos idiotas.

—¡Hey, hey! ¡Se lleva a los huevos! —Exclamó Roier.

—¡Pues agarralos! —Exclamó Mariana. —¡Hey animal, esos son mis huevos!

—Pues específica carnal. —Dijo burlón Quackity.

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