Bloody Midnight [YoonSeok]

2.

Advertencias:

comisión para solarxido

Dos tiempos de narración. Vampiros. Angst y drama. No es una historia con final feliz.

Ahora.

Tuvo que esconderse en un callejón cuando vio al sol salir entre las nubes.

Hoseok observó la herida en el dorso de su mano, esa horrible roncha que le salió, como si le hubiera picado una araña. Los vampiros no soportaban el sol, porque les provocaba ese tipo de heridas. No llegaba a matarlos, pero si les causaba dolor, y ese pensamiento le hizo soltar un sollozo.

No, no, ¿qué demonios hizo Yoongi con él? Sentía los colmillos contra sus labios, su piel tan pálida como el papel, y sabía que sus ojos debían ser de color rojo. Por lo poco que recordaba de sus estudios en el colegio, los neófitos poseían pupilas rojas, mientras su cuerpo terminaba de acostumbrarse al veneno de vampiro. Sólo cuando la transformación era completa y estaba alimentado podían cambiar a un color más natural, pero eso no sería así para él por ahora.

El recuerdo de la sangre en su boca le provocó nuevas náuseas. Lo peor no era que lo hubiera bebido, sino saber que le gustó. La sensación del líquido espeso cayendo por su garganta, con ese suave sabor metálico, alimentándolo como nunca hizo una comida antes, le provocó ganas de estallar en llanto. Yoongi pudo haber estado a su lado cuando despertara para explicarle todo, así él no habría bebido esa sangre, que...

Por dios, ¿era siquiera sangre de animal o de humano?

Comenzó a llorar sin poder evitarlo, sorprendiéndose al sentir lágrimas cayendo por sus mejillas. Yoongi le arruinó la vida, ¿cómo pudo hacerle eso? Hoseok no pensaba que sería capaz de eso, luego de tantas veces diciéndole que no estaba interesado en esa vida, que no quería estar con él románticamente, que dejara ese tema... Lo que hizo fue desquiciado por completo, ¿qué esperaba ahora? ¿Qué saltara de felicidad, lo abrazara y se sintiera contento porque ahora era inmortal? Imposible. Imposible. Hoseok quería morirse.

Su estómago rugió por el hambre y se quedó quieto, doblado contra el suelo y mirando la grava bajo él. Podía escuchar las risas, las conversaciones, los gritos de la gente que caminaba por la vereda, a sólo metros de él. Podía sentir el olor metálico de la sangre, los aromas de esas personas invadiendo sus fosas nasales, y sin poder controlarlo bien, humedeció sus labios.

Su lengua acarició sus colmillos y el pánico volvió a estallar.

No. No. Hoseok no podía estar pensando eso. No sólo era el hecho de que tenía sed de sangre –sangre, por dios, esa misma sangre que le provocaba mareos cuando la veía–, era el hecho de que le estaba costando controlarse un poco para no ir hacia alguna persona a morderlo. Podía sentir incluso sus colmillos latiendo en señal de desesperación, doliendo y provocándole temblores.