Así que, ¿qué debía hacer? ¿Simplemente soportarlo?

Al analizar su situación, era inevitable pensar también en Sai. Porque es consciente de que la japonesa debe estar pasando por algo similar, es capaz de percibir en su estilo de vida tan agitado que parece estar huyendo de algo, pero si él mismo no es capaz de mejorar su situación, ¿cómo espera ser de ayuda para alguien más?

Esos pensamientos no dejan de martillar su cabeza, pero en esos momentos no mejoran su situación. Así que decide salir a dar una pequeña caminata nocturna a donde sea que sus pues le dirijan. Toma sus audífonos de cable luego de colocarse una sudadera bastante grande; se dirige hacia la puerta principal, y al cerciorarse de que su casa ha quedado asegurada puede dirige hacia las calles.

Es bastante tarde, y al vivir en un barrio tranquilo, las calles están un poco vacías, lo cual es mucho mejor para él. Su caminar adopta un ritmo tranquilo mientras su playlist reproduce We Loved para él y eso es suficiente para brindarle un poco de calma en su recorrido, pues su cerebro en ese momento solamente procesa la pieza musical mientras sus ojos de deleitan con el paisaje nocturno que la luna le permite ver.

La música siempre fue su lugar seguro.

Aunque ahora lo disfruta de manera más pasiva. Dejó de considerarse capaz de crear o de imitar una canción hace mucho tiempo. Y no porque ya no le interese o por descuido. Es como esa especie de bloqueo creativo que poseen todos los artistas, pero el suyo ha durado mucho, mucho tiempo, así que decidió que lo mejor sería simplemente dejarlo para después.

Para después, como si en esa etapa su vida estuviese en una especie de adormecimiento.

Está a punto de cruzar la calle, cuando es sorprendido por una mano sujetando su antebrazo. Su sistema nervioso se altera al pensar que su vida corre peligro al salir a esas horas de la noche, y piensa en gritar, pero su sorpresa es mayor cuando por inercia se voltea y sus ojos se topan con una silueta familiar.

─Hey, BeomGyu...

Entonces el alma le vuelve al cuerpo.

─YeongIn, eres tú... ─Habla, luego de expulsar un suspiro de alivio mientras se incorpora. ─¿Qué haces aquí a esta hora? Tú vives muy lejos.

─Estaba visitando un compañero que vive por aquí. ─le explica, para entonces el agarre ya ha sido deshecho. ─¿Tú qué haces? Es tarde.

─Caminata nocturna, quería despejarme un poco.

─Ya veo... Oye, justo he estado pensando en ti en estos días, me alegra haberte encontrado aquí.

─¿Pensando en mí? ─BeomGyu inquiere con una expresión divertida.

─Sí, pensaba escribirte, pero ya que te he encontrado supongo que es mejor hablarte en persona. ─y hace una pausa antes de comenzar hablando. ─Vamos a algún sitio, ¿tienes tiempo?

─Ya estamos aquí de todos modos. Hay una tienda de conveniencia a unas cuadras de aquí, ─y su pulgar señala hacia sus espaldas, pues el lugar se encuentra en esa dirección.─podemos ir
por algo y buscar un lugar para charlar.

─¡Suena bien por mí! ─y YeonGin parece estar a gusto con la idea.

Así es como Yang termina siguiendo los pasos de BeomGyu hacia el lugar ya mencionado, el camino transcurre entre pláticas triviales y bromas, como si el tiempo no hubiera transcurrido aunque no sé habían visto en mucho.

Al encontrarse en la tienda de conveniencia, ambos piden unas bebidas y unos cuantos snacks. Tras haber pagado por lo que llevaban, se dirigen hacia afuera, buscando un lugar donde pudieran sentarse para conversar. Afortunadamente, encontraron una banca no muy lejos de ahí.

DIVER || CHOI BEOMGYUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora