Un par de nerds

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Midoriya se levantó esa mañana totalmente desorientado.

Recordaba que Kacchan lo había recogido en el bar, recordaba que ambos se habían besado en el auto, recordaba también haber llegado al departamento y recordaba… ¡Oh Dios mío! ¡Ay no! ¡No, no, no, no, no!

Casi cayó de cara cuando se paró de golpe, fue entonces que se dio cuenta de que se encontraba en una habitación desconocida, cómodamente vestido con una pijama que no era suya. Llevó una mano a su frente, ¿en qué estaba pensando? ¡Por supuesto que no era suya! Trató de calmarse, su rostro estaba rojo por la vergüenza. Jamás volvería a beber. ¡Jamás volvería a hacerlo!

Trató de respirar. ¿Podía huir con tan solo unas pijamas?… unas muy cómodas por cierto. Pasó su mano por la tela, ¿era seda? ¿Cómo una simple pijama podía sentirse tan lujosa? Se golpeó ambos cachetes con las palmas. ¡Concéntrate Izuku!, pero ya era demasiado tarde, Kacchan estaba de pie, viéndolo con una de sus enormes y socarronas sonrisas, el hombre sostenía una bandeja con lo que de seguro era un muy increíble y perfecto desayuno, como todo lo que hacía ese rubio tan injustamente atractivo.

—Veo que ya despertaste —dijo mientras dejaba la bandeja sobre la cama.

Ay, Dios mío. ¿Cómo lo iba a ver a los ojos?

Abrió la boca para hablar, pero cualquier intento de decir algo coherente murió en el momento exacto en que sus ojos se fijaron en ese torso desnudo, a solo centímetros de él. Bakugou apenas vestía un pantalón de algodón y su piel parecía resplandecer con un ligero tono dorado, y su aroma... Midoriya estaba confundido, ¿por qué Kacchan olía a vainilla y canela?

El hombre se sentó en la cama, tenía una sonrisa burlona. Midoriya reaccionó en ese momento y su rostro ardió por la vergüenza.

—Escucha, en serio lo lamento, pagaré la tintorería, o el servicio de limpieza que de seguro tuviste que contratar por mi culpa.

Bakugou se rio.

Midoriya quería enterrar su rostro en el concreto.

¡El muy cínico se estaba riendo!

—Me conformo con que dejes de beber de esa manera —dijo con sinceridad—, apenas podías mantenerte en pie cuando llegué por ti.

Midoriya frunció el ceño confundido.

—¿No estás molesto?

—No seas ridículo, ¿por qué lo estaría?

—¡Te llamé para tener sexo y terminé vomitando tu departamento! —Midoriya casi gritó.

Bakugou se volvió a reír.

—Juro que eres la cosa más adorable del universo.

Midoriya parpadeó perplejo.

—Tienes que estar bromeando, ¡deberías estar molesto! ¡Cualquiera estaría molesto!

Bakugou lo miró con una sonrisa divertida.

—Me gusta pensar que no soy cualquiera. —dijo sin despegarle la mirada—. Ahora deja de sobrepensar, concéntrate mejor en tu desayuno. Debes de tener el estómago vacío —se volvió a reír.

—¿Lo estás disfrutando? —Midoriya se cruzó de brazos e hizo un enorme puchero.

—Un poco —admitió y palmeó el colchón—. Anda, siéntate a comer, un desayuno en la cama preparado por Bakugou Katsuki, es un lujo que muy pocos pueden darse.

Izuku quiso replicar con algún comentario mordaz, pero cuando vio el contenido de la enorme bandeja no pudo hacerlo. Los panqueques esponjosos lo miraban como diciendo: ¿Acaso no te das cuenta de que estás en el mismísimo cielo? Su estómago gruñó y una de esas benditas sonrisitas de suficiencia volvió a aparecer en el rostro de Kacchan.

Dulce Tentación [KatsuDeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora