Novias

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Djenaba estaba acostada en su cama, con un ojo morado y algunos moretones en la cara. Su madre, Lourdes, estaba sentada a su lado con ternura en su rostro.

"Lo siento mucho, hija. No sé cómo pasó esto", dijo Lourdes con voz suave.

Djenaba estaba llorando y respondió: "No importa, Mamá. Sólo quiero que esto termine".

Luego de unos momentos, Mamadu, su hermano mayor, entró en la habitación y se sentó junto a Djenaba. Le preguntó qué pasó y por qué su padre había reaccionado de esa manera. Djenaba le contó toda la verdad sobre su relación con Fatu y cómo se sentían la una por la otra.

Mamadu asintió con la cabeza y dijo: "Ya lo sabía. Ya sabía que había algo raro entre vosotras".

Djenaba suspiró de alivio y preguntó: "¿Qué te parece?".

Mamadu respondió con franqueza: "Me da igual, me la suda. ¿Por qué debería importarme que estés con una chica? Es tu vida. Yo pensaba que papá te había pegado por otra cosa. Quiero que sepas que me da igual tu orientación sexual, estés con quien estés. Quiero que sepas que siempre te querré porque somos hermanos, y los hermanos se quieren".

Las palabras de Mamadu sorprendieron a Djenaba. Nunca antes había hablado con él sobre su orientación sexual aunque nunca tuvo la necesidad de hacerlo, en su casa ella no sentía la presión de tener que encajar con el resto, pero con su padre, que no vivía con ellos por su ruptura con la madre, era distinto, el era mucho más conservador y ella sabía que el nunca la aceptaría por tal y cómo es. Pero ahora, su hermano mayor la abrazaba con fuerza y le hacía sentir que ella era importante para él, independientemente de quién fuera su pareja.

Lourdes también se unió al abrazo familiar y las lágrimas de felicidad y alivio fluyeron por las mejillas de Djenaba. Después de una larga y dolorosa noche, finalmente se sintió apoyada por su familia y lista para seguir adelante.

Pero Djenaba sabía que su padre no cambiaría de opinión fácilmente y que probablemente habría más confrontaciones en el futuro. Pero ahora, con su familia a su lado, sentía que podía enfrentar cualquier cosa.

Mientras se acurrucaba en los brazos de sus seres queridos, Djenaba se dio cuenta de que nunca se había sentido tan segura y amada como en ese momento. A pesar del dolor y la incertidumbre del futuro, sabía que siempre tendría a su familia para apoyarla en todo momento. Y con esa certeza en su corazón, cerró los ojos y se dejó llevar por el sueño reparador.

Al día siguiente, Fatu estaba nerviosa mientras se preparaba para salir de casa. Sabía que iba a encontrarse con Djenaba y temía la conversación que estaba por tener. Pero finalmente, se armó de valor y salió por la puerta.

Djanaba estaba esperándole a Fatu en el parquee de los patos. El parque de los patos de Bilbao es un oasis de tranquilidad en medio del bullicio urbano. Al entrar, los sentidos se llenan con el sonido del agua que fluye suavemente por el estanque, el aroma de la hierba fresca y el verde intenso de los árboles que rodean el lugar.

"Djenny, ¿que tal estás?", preguntó Fatu cuando llegó al parque.

Djenaba estaba sentada en un banco con la cabeza gacha y las manos entrelazadas en su regazo. "Hola Fatu", dijo en un tono serio.

Fatu se acercó y preguntó suavemente: "¿Estás bien?"

"No, no estoy bien", respondió Djenaba con sinceridad. "Mi padre me ha hecho sentir como una vergüenza para mi familia. Me ha dado una paliza y me ha dicho que soy su deshonra".

Fatu tomó la mano de Djenaba y la apretó con fuerza. "Lo siento mucho. No sabía que estabas pasando por eso".

"No tenía ganas de hablar con nadie. Pero tú eres diferente, Fatu. Tú me haces sentir bien. Y quiero estar contigo", dijo Djenaba con lágrimas en los ojos. "¿Sabes qué? ¿Porqué no oficializado lo nuestro ya? O esto... también te parece una simple amistad?" Dijo Djenaba después de una breve pausa con miedo a que le volvieran a partir el corazón.

Fatu se sorprendió por un momento, pero luego se dio cuenta de que también estaba enamorada de Djenaba y no podía imaginar su vida sin ella. Pero sabía que ser abiertamente lesbianas en esa comunidad africana era peligroso y podrían enfrentar el rechazo de sus familias y amigos.

"¿Estás diciendo que quieres que seamos novias?", preguntó Fatu, tratando de confirmar lo que acababa de escuchar.

Djenaba asintió con la cabeza, con lágrimas en los ojos. "Sí, eso es lo que quiero. Pero entiendo si tú no estás lista todavía".

Fatu pensó en ello durante un momento y luego respondió con determinación: "Sí, quiero ser tu novia".

Las dos chicas se abrazaron y se quedaron sentadas en silencio por un rato, disfrutando de la compañía de la otra. Finalmente, se pusieron de pie y se fueron juntas, decididas a enfrentar lo que sea que venga. Juntas, se enfrentarían al mundo.

La NoviaWhere stories live. Discover now