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── ¿No crees que has pedido demasiado?

── No, lo que sobre se lo llevamos a Ji o se lo regalamos a alguien.

Jeno ni si quiera miró a su primo al responderle, estaba demasiado ocupado observando al trabajador pelinegro que estaba encargado de preparar cinco bebidas además de traerles una importante cantidad de pasteles, ni si quiera recuerda cuantos ha pedido. Pero merecía la pena hacer explotar su estómago con tal poder ver como Jaemin se movía de un lado a otro sin dejar de inflar los morros, claramente descontento por un pedido tan grande.

── Es igual que un niño pequeño ──dijo el rubio sin pensarlo dos veces.

── ¿Qué? ¿Quién? ¿No me estabas escuchando?

── Sí que te he escuchado ──esta vez sí miró a Donghyuck para hablarle──. Pero no nos vamos a ir, es tu cafetería favorita y ya te he dicho que no te va a tratar mal de nuevo, tampoco estás molestando. Y si no me crees haz caso a Chenle, ya te dijo el otro día que no hiciste nada malo y que fue el tonto ese.

Con un movimiento de cabeza señaló al barista.

── ¿Quién ha dicho que crea que estoy molestando? Si todos me adoran.

── Yo no. De hecho, dile a tus padres que aún no me han pagado este mes por aguantarte.

Donghyuck iba a reprochar con palabras y actos, le hubiera dado una colleja a su primo tras aquella broma si no fuera por la recién llegada compañía que interrumpió el alegre ambiente. Jeno siempre se las apañaba para sacarle una sonrisa, incluso casi había conseguido que el camarero dejara de ser una incomodidad para él, hasta ese momento.

── Ahora os traigo lo que falta, no me cabía todo en una bandeja.

── Gracias ──dijo el primo más joven evitando la mirada de Jaemin.

Segundos más tarde tenían la mesa llena de alimentos que claramente no podrían terminar, o por lo menos no sin acabar en urgencias por comer demasiado. Ignoraron este detalle y comenzaron con su degustación, la cual no fue tan deleitable como imaginó Jeno a pesar de que todo estaba delicioso. Jaemin no les había dedicado ni una mirada después de haberles servido, estaba tras la barra hablando con un cliente ignorando por completo la presencia de ellos dos. Y por alguna razón eso era lo que no le permitía disfrutar al completo la comida. "¿Eso es trabajar?" criticó en su cabeza al pelinegro. Abandonó la mesa en la que estaba con la premisa de conseguir unas servilletas, aprovechando así para poder hablar con Jaemin.

── ¿Todo bien? ¿necesitas algo?

El pelinegro interrumpió la conversación con su amigo para mantener su papel de buen camarero, porque de estar fuera del local sus palabras habrían sido más frías con el rubio. Después de todo, a pesar de haber ido a hacer las paces el día anterior, seguía sin ser plato de su gusto.

── ¿No ibas a disculparte? Seguimos esperando.

── ¿Todavía no lo has hecho? ──interrumpió Renjun, el cliente y amigo con el que estaba conversando Jaemin.

── Bueno, es que no he encontrado el momento perfecto, no quiero interrumpiros mientras coméis.

── No interrumpes nada, venga.

Poco le faltó a Jeno para arrastrarle por las orejas, por suerte Jaemin le siguió por sí solo, dejando atrás a su amigo que no les quitó un ojo de encima. Renjun era la completa definición de asocial, no solía prestar atención a otras personas y podía contar a todos sus amigos con los dedos de una sola mano. En un caso normal, habría sacado el libro del momento de su totebag y se habría puesto a leer tranquilamente mientras Jaemin atendía, e incluso a veces cuando su amigo se quedaba libre, prefería quedarse sumergido en la lectura o en la pintura si se sentaba en una mesa en vez de en la barra. Pero aquella vez la curiosidad mató al gato, estaba sin duda interesado en saber cómo acabaría aquella situación.

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