prólogo

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Había algo inquietante en un cuerpo que dejaba de vivir. La mayoría de personas notaban la palidez de la piel: los labios normalmente armoniosos que se volvían blancos y secos.

Pero Hoseok, veía los ojos de su madre: gandes ojos abiertos y sin brillo, señal de la sorpresiva muerte que había sufrido.

Hacia años que el omega no escuchaba de una muerte en su manada. Ahora habia presenciado unas quince mientras huía, y aún escuchaba de fondo los gritos desgarradores.

Estaban siendo quemados vivos.

Adultos, niños y ancianos por igual, pero el no podia ayudar, no podía moverse.

—¡Allí está! —gritó alguien.

El rostro de Hoseok se desfiguró en una mueca de terror cuando dos panteras saltaron hacia el cuerpo de su madre y empezaron a devorar desde su estómago. Un fuerte tirón de repulsión y sabia que estaba a nada de vomitar, la escena era repulsiva, asquerosa.

La boca de ambos hibridos se habia tornado roja por la sangre, pero Hoseok no podia moverse.

Hasta que una de las panteras (que deboraba el cadáver de su madre) lo notó, unos ojos amarillos intensos que no apartaron la mirada en ningún momento, Hoseok estaba viendo a la muerte en persona.

Entonces, gritó.

ZIBÁ | vhopeWhere stories live. Discover now