𝐉𝐢𝐦𝐢𝐧 es un apasionado repostero y mesero que trabaja haciendo exquisitos pastelillos. Es un chico dulce que trabaja en una linda cafetería pero en su vida cotidiana esconde un oscuro secreto, él es hijo del jefe de una de las mafias más grande...
Tenía muchas cuentas que pagar y sus ahorros estaban por agotarse.
También era hora de comenzar el primer paso a lograr su sueño de ser un bailarín de ballet profesional. Así que el primer pasó es asistir a clases de ballet.
Había visto un salon cerca donde impartían clases de todos los tipos de bailes incluyendo el ballet. Además estaba cerca de su departamento así que no tenía que gastar en transporte. Primero iria a su entrevista de trabajo y después pasaría a inscribirse.
Con eso en mente se durmió preparándose para el día siguiente. Uno que prometía ser muy emocionante.
⏰💗
Tardó unos segundos en abrir los ojos cuando la alarma sonó. Está listo para comenzar el día.
Se levantó de su cama y la tendió.
Está lleno de determinación. Hoy iba a encontrar trabajo, se mentalizo.
Después de buscar durante mucho tiempo, encontró una vacante para trabajar como mesero en una linda cafetería. Era un buen comienzo.
Estiró los brazos y se puso uno de sus suéteres lindos y cómodos
Salió de su habitación y fue a la sala donde encontró desayunando a su lindo compañero de cuarto. "Buenos días, TaeTae"
"Buen día ChimChim ¿adonde tan tierno?" Dijo Tae mirando lo lindo que le sentaba ese look. En especial ese cabello de algodón de azúcar. Creo que ese va a ser su nuevo apodo, describe perfectamente a Jimin, pensó mientras veía entretenidamente al pelirosa caminar hacia un espejo.
"Hay un trabajo de mesero y ayudante en una cafetería. Espero conseguirlo. Deseame suerte. Si lo consigo yo invitaré la cena" dijo Jimin mientras peinaba su ya no tan esponjoso pelo con fijador para mantenerlo en su lugar. Era importante causar una buena impresión.
"¡Buena suerte, Jimin! Estoy seguro de que lo harás genial"
"Gracias. Nos vemos"Dijo mientras cerraba suavemente la puerta y salia del departamento. Bajo por el elevador y caminado tranquilamente se dirigió al establecimiento.
Por lo que sabía los dueños de la cafetería son una linda pareja de adultos mayores.
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Abrieron la cafetería cuando eran jóvenes y se hicieron conocidos por sus ricos postres y buen ambiente. Lograron mantenerla por muchos años pero la vejez les estaba pasando factura, necesitaban un asistente que les ayude con sus labores y Jimin quería ayudarles.
