🌹Capítulo 60🌹

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U N   D O R A D O   D E S P E R T A R


Narrador Omnisciente

William Blake había sido descubierto por su propio hijo, quién permanecía con una mirada de amargura hacia su progenitor, al ver tal escena frente a sus ojos.

— Ansel — William suspiró asombrado — ¿Qué haces aquí?

Ansel sonrió sarcástico — Lo mismo me pregunto yo, ¿Qué haces tú aquí? Aunque ahora mi respuesta llega por sí sola — se puso enfrente de ellos, desvió su mirada a Mirella — ¿Y tú que explicación me vas a dar?

— ¿Yo? — aquella chica estaba nerviosa.

— ¿Así me agradeces después de que te recomendé con mi madre, y que te dieran un empleo en la empresa? — este joven se mostraba con completa indignación.

— Ansel, es que tú no sabes...

— No Mirella — se rió — Lo único que se es que no quiero ver tu cara nunca más — expresó tajante — Así que no te vuelvas a presentar en la empresa de modas porque tu despido es inmediato. No voy a fomentar a que "La amante" de mi padre siga haciendo burla con su presencia a mi mamá.

Ansel Blake, actuaba con la cordura y la madurez que debía tener en este momento. Estaba severamente dolido por este acto de su padre, pero justo era el instante preciso para que el padre y el hijo tuvieran una conversación definitiva.

— Ahora Mirella, déjame a solas con mi papá, después puedes regresar a este departamento que él te compró — dijo éste contenido por dentro.

Mirella hizo caso, tomando su bolso y con una timidez notoria, salió del apartamento para darles privacidad.

— Hijo yo...

— Exacto, habla — Ansel se cruzó de brazos — Más vale que me expliques todo...de lo contrario juro que te perderé el respeto para siempre — encaró y amenazó a su padre, haciendo que William tragara grueso por el pavor de perder el cariño de su hijo.

de lo contrario juro que te perderé el respeto para siempre — encaró y amenazó a su padre, haciendo que William tragara grueso por el pavor de perder el cariño de su hijo

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— No tienes por qué tener una postura tan severa conmigo, hijo — espetó Will.

Ansel permanecía en silencio, con su mirada fija y una expresión que quería tornarse a lamento.

— Porque sí, tal vez yo cometí una grave falta, pero caí en el pecado por la indiferencia de años de tu madre — se desahogaba — Aurora en estos últimos años se obsesionó más con el trabajo, con su empresa...dejándome a mí, con el tiempo logré entender que no se había casado conmigo sino con su sueño de triunfar y llegar alto.

— Cómo cada persona tiene sus metas, papá.

— Sí Ansel, pero tu madre se olvidó de nosotros, ambos cometimos el error de evadir los problemas, de no preocuparnos por el bienestar del otro.

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