15. paulo dybala

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Paulo Dybala

Desplazando mis dedos sobre la pantalla busco algo interesante. Comenzó a tornarse aburrido, incontables veces reinicie el inicio de mi twitter y aun así,  todos los tweets eran repetitivos. Apague el celular y lo puse sobre mi abdomen. Recostada sobre el sofá contemple el cielo, el cual empezaba adquirir los típicos colores de un atardecer y se veía hermoso. 

Me encontraba sola en el departamento, ya que mi novio tenia la responsabilidad de irse a entrenar y en ciertas ocasiones llegaba tarde. Mordí mi labio inferior, recordando las veces que aproveche su ausencia para engañarlo. No estaba nada orgullosa, siempre tuve en mente en dejar de tener contacto con mi amante, pero no podía. Era un impulso que carcomía mi interior. Yo sabia perfectamente mis errores y me clasificaba una hija de puta.

Me arrepentía de lo que había hecho hace unos minutos,  había llamado al cómplice y causante de mis engaños para que viniera. Y me di cuenta que era demasiado tarde para cancelarle, porque el timbre sonó, tomándome desprevenida.

Me reacomode, yendo a comprobar quien era. Mi corazón latía rápidamente, provocando que entreabriera la boca para respirar normal.  Al final, abrí completamente la puerta, visibilizando la persona tras ella. 

— ¿No me vas a saludar?—pregunta con una sonrisa ladina que me derrite.

— Paulo —imito su sonrisa, moviéndome aun lado invitándolo a pasar.

Sus ojos viajan por la sala, para asegurarse que solo seamos nosotros dos, y finalmente se abalanza  sobre mi, plasmando sus labios sobre los míos.

No me da tiempo de asimilar la situación, ya que en segundos me estampa contra la puerta, cerrándola de golpe. Sus manos rodean mi cuello, permitiendo que la cercanía sea profunda y él tenga control absoluto del beso. Me encantaba cuando se volvía bruto y olvidaba la existencia de la delicadeza. Esa manera en la que me azotaba con sus enormes manos, hasta cuando se hundía en mi en una sola estocada.

— ¿Y si llega?—lo detengo, poniendo una mano sobre su pecho—Nos va a descubrir.

Me preocupaba bastante que sucediera eso, temía la reacción de mi novio, sabia que no dudaría en usar la violencia. Mi expresión cambia al notar lo calmado que esta Paulo, no se inmuta ante mis palabras y solo suelta una risa nasal, acompañada de una sonrisa.

— Que venga y mire como te cojo—se acerca hacia mi cuello, su respiración explorando mi cuello—Ya que no esta ese te voy hacer mierda—susurró contra mi oído, produciendo un cosquilleo por todo mi cuerpo.

Incline la cabeza hacia atrás, accediendo a sus besos húmedos que hacían un lento viaje por mi piel. Mientras tanto, su mano se escabullía por el interior de mi camiseta, en un rápido intento de deshacerse de ésta.  Había caído de vuelta por él, tonta suplicando que continuara,  solo podía ver su mirada y sonrisa cuando lo hacia, con arrogancia pura. 

Mis manos recorrían su cuerpo, mientras él se encargaba de desaparecer la tela estorbante que nos limitaba el tacto. Mi cuerpo se retorcía en su agarre debido a sus placenteros besos  que estaban enviando mi cuerpo hacia el borde. Sus manos bajaron hacia mi trasero, apretándolo con brusquedad,  mientras yo gemía en su boca. Puso su mano en mi muslo y me levanto, envolviendo mis piernas alrededor de su cintura. 

Me llevo hacia el sofá y me acostó con cuidado, abriendo mis piernas para generar espacio y moverse entre mis muslos. Me miro a los ojos sin rumbo fijo durante unos segundo, antes de agarrar un puño de mi cabello, tirando ligeramente mi cabeza hacia atrás. Dejo escapar un leve gemido al sentir la humedad de su lengua deslizarse sobre mi cuello, mordiéndolo.

Sus manos se mueven hacia mis muslos, para continuar besándome nuevamente. Sentí sus dedos frotando sobre mi humedad, humedeciendo la zona para luego deslizar un dedo en mi interior, mordí mi labio inferior, arqueando la espalda de placer. Lo agarre bruscamente del cabello para profundizar el beso, mientras sus dedos continuaban con los movimientos, aumentando la velocidad en ellos y estremeciendo mi cuerpo. 

Sacó los dedos de mi humedad clavando la mirada en mi,  y hundió unos de sus dedos en mi boca. No reclame y lo succione, proyectando en mis ojos el doble sentido de la acción. Pareció entenderlo porque se mordió el labio inferior en respuesta.

— ¿Esa carita vas hacer cuando te la meta toda?—sonríe, moviendo la cabeza levemente. Asentí, picara—Bien.

Se puso de pie, separando mis piernas con fuerza. No podía apartar la mirada de mi cuerpo, y no se molesto en disimularlo.  Se bajo el bóxer y su erección quedo a la vista, lo contemplo mojando mis labios con la lengua, estupefacta. Trague en seco cuando se acerco, y comenzó a deslizar su pija sobre mi intimidad. 

— Paulo,—dejo escapar un suspiro profundo al sentir su roces—por favor.

— Desesperada tan rápido—agarra la parte de atrás de mi cuello con dureza, sus ojos se clavaron en los míos y sonrió burlón.

Empuja su glande hacia adentro y yo gimo suavemente. Gruñe cuando sus caderas empiezan un vaivén lento, adaptándose en mi interior con facilidad ante la humedad. Solo puedo estremecerme bajo su agarre, mientras miles sensaciones viajan hacia mi intimidad, abundando el placer allí.  En intentos de recobrar aliento abro exaltada la boca, y me reprimo mordiendo nuevamente mi labio inferior al sentir sus manos sujetarse de mi cintura, profundizando las estocadas.

Sus movimientos se volvían cada vez más rápidos, provocando que girara los ojos de placer junto mis gemidos imposibles de cesarlos, eso motivo a Paulo continuar.  Sentí mis paredes apretarse alrededor de su miembro y arqueé la espalda, resintiendo mis caderas contraerse en busca de más placer. 

Se inclinó hacia adelante apartando el cabello de mi hombro, y enterrando su rostro en el hueco de mi cuello. Respiraba pesadamente, junto su respiración que abanicaba contra mi piel.

— La puta madre—susurra, casi alcanzando su clímax, presentí un escalofrío recorrerlo mientras se empujaba dentro de mi.

Pude sentir todo lo reprimido acumulándose en mi interior. Me estremezco cuando una ola de placer se mueve a través de mi sistema, causando que fuertes gemidos placenteros que escapen de mi garganta, mientras mis manos se deslizaban sobre la desnuda espalda de Pablo, arañando con violencia la suave piel. Él suelta un jadeo antes de mover su pelvis en un movimiento débil, y finalmente alcanzar su limite, llenándome.

Jadeo con la respiración agitada en un vago intento de recuperarla, y él se derrumba a un lado con una sonrisa. Lo miro embobada, sus mejillas estaban enrojecidas y tenia una leve capa de sudor en la frente, Paulo me observa y puedo notar con facilidad el verde de sus ojos por la tenue luz natural que entra por la ventana. Lleva mi mano hacia sus labios y deposita suaves besos en ellas.

Estaba exhausta, me temblaban las piernas y mi cuerpo estaba sudado.  Obviamente debía bañarme, mi aspecto hablaba mas que mil palabras, mis labios permanecían hinchados por las incontables veces que los mordí, junto mi cabello que era un caos y se pegaba en mi rostro. 

Mi novio iba a protestar, entonces cuando trate de levantarme para usar el baño el toque de la puerta y una voz reconocible hace que abra los ojos como platos. Le clavo la mirada a Paulo y me la corresponde con la misma expresión de asombro.

— Amor, me olvide la llave, abrime —exclama desde afuera.

— La puta madre—murmuramos los dos amantes.


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Que miedo, no sabes como dejo a mi novio y me voy con Paulo...

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ONE SHOT | scaloneta +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora