D i e c i o c h o

254 40 6
                                    

¡Soy yo cabrones, después de un año, aquí nuevo capítulo, no tengo nada que decir, solamente que ojalá les guste! Y sí hay faltas de ortografía porque bueno, así pasa cuando sucede.





Rusia no sabía exactamente cómo debería tomarse esas emociones,eran tan fuertes que le hacían ver el mundo de forma diferente: exageradamente hablando incluso podía tener a USA más de una hora cerca de él.

Y todo por ese chico tricolor.  Desde hace días ya es así, y con cada uno esas emociones se vuelven más fuertes. Él tiene miedo, se siente perdido y no sabe qué hacer.

—¡Hey Rusia!

Oh, ahí esta otra vez; esa voz que provoca avalanchas que su corazón no puede detener. Sus latidos son tan ruidosos que retumban dentro de su cabeza.

—¿El conejito no te dio problemas?— El contrario pregunta, su voz es suave y alegré. Rusia puede jurar que sus ojos brillan, son tan grandes y lo hipnotizan. Con tan solo verlo, él se siente como si flotara. —¿Rusia…?— México ahora le observa un poco extraño, hace una mueca que el eurasiático interpreta como que su acompañante espera una respuesta.

Suavemente parpadea:— Creo que le gusta estar conmigo— Dice por fin, su voz es serena.

La sonrisa de mexicano se vuelve más notoria, y el más alto lo quiere plasmar en su memoria como lo más hermoso. 

—¡A mí también me gusta estar contigo! — Las palabras salen de la boca del más bajo, y ambos sienten sus corazones retumbar con fuerza dentro de si.

Avergonzado, el moreno da grandes pasos alejándose de prisa. El albino aún está en su pequeño trance, no tiene tiempo de responder y sólo se queda ahí; con la cara roja, y el cuerpo vibrando de felicidad.

Su día universitario transcurre diferente, para él. Igual para los demás. O eso cree.
Finalmente la hora de finalizar sus clases llega: recoge sus cosas y se encamina al mismo recorrido. Esta vez busca con su mirada al mexicano, pero no lo encuentra, eso lo decepciona un poco. No queda más que irse a su departamento y alistarse para ir con Alemania.


México simplemente no puede calmarse, su cuerpo tiembla tan sólo recordar lo de horas antes. Japón intenta que se tranquilice un poco, no sabe qué pasó cómo para que su amigo se encuentre de tal forma.
El más alto no sabe con certeza por qué no puede hablar de forma entendible. Solo puede balbucear unas palabras que no tienen mucho sentido.

—Vamos, te llevaré a mi casa para que te tranquilices un poco— El menor se vuelve su apoyó ya que incluso México no puede mantenerse de pie, las piernas le tiemblan.
La imagen de Rusia completamente rojo, y el recuerdo de los latidos ajenos, son los responsables de qué él este así.

En el camino, Japón lo ve de reojo, no puede despegar la vista de la carretera pero tampoco puede dejar a su amigo así nada más. Su compañero está perdido, su mirada se clava en la ventana y no sabe por primera vez qué es lo que su amigo esta pensando.

—¿Esto tiene que ver con Rusia?— Interroga el nipón, por primera vez deja de lado el famoso “Kun” que siempre pone.

México finalmente lo mira, ahora está más sorprendido por la seriedad que se refleja en el rostro de su amigo.
—…él no me hizo nada malo — sentencia, parando en alto la futura molestia del nipón.
El asiático no lo ve, su mirada continua al frente.

—No parece cómo si te hubiera hecho algo malo…— el de cabellos negros calla, piensa unos momentos— No te hizo daño, pero actuaste como sí hubieras recibido un gran impactó sentimental o algo así.

—Le dije que quería estar con él …— sus palabras salen más como un susurro que una frase como tal.
Japón casi se frena de golpe, más se contiene de llenar a su amigos con tantas preguntas. Lo deja que continué.
—¡Pero no de esa forma!—  Aclara con la cara roja. — Casi le dije que me gustaba.

—Pero eso ya lo sabía ¿no?— Eso no tenía sentido para él.— ¿Por qué estás así entonces?

México no sabe cómo explicarlo, más bien duda que existan palabras que acierten en verdad todo lo que sintió.

—Sinceramente pensé que la había cagado, osea tú entiendes, no es un secreto que me gusta, bueno más. Pero decírselo directamente así de tal manera, creí que él iba a rechazarme…— Guardo silencio y trago saliva, se dio ánimos para que su garganta de diera más que balbuceos.— Él hizo todo lo contrario, escuché los latidos de su corazón, en verdad no creí que fueran suyos, pero los míos retumbaban también en mi cabeza y para terminar, ¡Él se sonrojó!

Eso fue todo que le faltaba escuchar, Japón freno de golpe, y México tuvo que llevar las manos hacia el frente para no golpearse.

  Un «¿¡Nani!?» se escuchó tan fuerte saliendo del interior del auto, tanto que los pájaros salieron huyendo del susto.

El pelinegro no podía creer que su amigo había roto la pared que separaba a Rusia de sus propios sentimientos.

“Hoy ganó el amor”
Pensó.


Todo esta listo, él espera fuera de la pequeña cafetería. Rusia prefiero el ambiente fresco, y ese día el clima es el indicado; escoge una mesa afuera y en cuestión de pocos minutos Alemania llega tan puntual como siempre.

El recién llegado mira el transportín a unos pocos centímetros alejado de Rusia; hace un gesto de confusión, dispuesto a preguntar a su amigos por qué Bombito esta dentro y no el pequeño conejo. Sin embargo el eurasiático se adelanta, cómo si leyera sus pensamientos.

—Lo pensé mejor, debo pasar más tiempo con chiliwili ahora, acostumbrarlo a mí. — Explica, el alemán este de acuerdo, pero aún hay algo más detrás de eso.

—¿Bombito esta de acuerdo?
—Lo dudo, pero se que estará bien contigo…—El albino mira el transportín un momento.— Esta mañana no comió su desayuno, creo que sigue molesto.

Ale suspira, a veces su amigo parece un padre primerizo. No lo culpa.
—Esta enojado y lo mandas conmigo para quedarte con el conejo,¿eso resuelve algo?— Interroga irónicamente.

—Solo será unos días, y después llevaré a chiliwili con papá, Bombito regresará conmigo y con el tiempo tal vez ya logré que se lleven bien— Rusia hace una expresión desanimada y suspira con pesadez.— Ser padre de forma imprevista es difícil, no quiero dejar a Bombito, pero tampoco a chiliwili,ambos ahora son míos.

—Tranquilo, ese pequeño gordo solo es un malcriado, en unos días como dices seguramente va a rendirse al darse cuenta que no tiene alternativa porque tendrá que compartirte.— Un gruñido sale del interior del transportín.

El albino ríe.

—Es difícil para él porque ya no es el único.

—Para eso vine, ¿qué esta pasando con México?

Alemania va al punto, y con tan solo nombrar al chico ve como Rusia se hace, (si eso es posible) pequeño en su lugar. En el rostro ajeno se ve el cambio de expresiones, Alemania no puede creer lo que sus ojos están observando en esos precisos instantes: su gran impenetrable amigo, el que apenas podía expresar a través de sus gestos algunas de sus reacciones ante sus emociones, ahora mismo se encontraba completamente rojo, y con una suave sonrisa. Una cálida.

Y todo solo con la mención de un solo ser. ¿Cómo si…?

¿Cómo si…?


Como si su amigo de la infancia estuviera enamorado…







Aja, ahora trataré de traer nuevo cap en un tiempo.




Du har nått slutet av publicerade delar.

⏰ Senast uppdaterad: Mar 28, 2023 ⏰

Lägg till den här berättelsen i ditt bibliotek för att få aviseringar om nya delar!

¡Hey Rusia! Där berättelser lever. Upptäck nu