7.0 ✞︎𝐃𝐢𝐯𝐞𝐫𝐬𝐢𝐨́𝐧 +18✞︎

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Escena con un oral.

[Reader Pov]

Después de secarme el cuerpo y el cabello, fui a mi habitación a escoger mi ropa para salir al bar.
No parecía de veintiocho años, aparentaba menos, así que me era más fácil escoger la ropa.

Me coloqué un vestido negro corto con una abertura ovalada en el pecho y unas mangas separadas del vestido.

Me veía bastante más joven, y el vestido ayudaba bastante. Si yo me viera a mi misma en una discoteca, diría que como mucho tengo veinte años o veintiuno.

Me puse unas medias gordas de mi tono de piel para no pasar tanto frío y unas botas negras por las rodillas con tacón. Después saqué una chaqueta de cuero del armario, por si acaso.

Me maquillé los ojos con sombras marrones y negras, y luego me puse algo de purpurina en el párpado. Me hice la línea de agua negra y el eyeliner, y me puse algo de rímel, aunque no me hacía demasiada falta.
Después me puse colorete en las mejillas y la nariz, un pintalabios granate tirando a marrón fuerte y algo de iluminador en la nariz y el puntito del lagrimal del ojo.

Me peiné las cejas un poco y cepillé mi cabello, dejando que hiciera las ondas naturales.

Por último me coloqué mis pendientes de luna y el segundo en la derecha de una pequeña estrella.

Me miré en el espejo y sonreí, me gustaba.

Mi genética dominante por parte de madre hacia que pareciera más joven de lo habitual, por eso siempre tenía que llevar el DNI a mano por si no me dejaban entrar a algunos lugares.

Me coloqué la chaqueta y revisé mi pequeño bolso por si se me olvidaba algo, llevaba; mi cartera con todas las tarjetas, el móvil, un mechero, una cajeta de cigarrillos y mi mini teaser.

Salí de mi casa y cerré con la llave, que después me metí al bolso. Caminé unas cuantas calles hasta llegar a un disco-bar con luces led en las letras del título.

Me puse en la fila, que en ese momento era corta, y esperé hasta llegar donde el segurata.

—Niña, ¿No eres muy pequeña para estar aquí? No dejamos entrar a personas menores de veintiuno— dijo el segurata.

—Tengo veintiocho— dije y saqué mi DNI dejándole revisarlo para ver si era falso.

—Puede pasar— dijo y me devolvió la tarjeta, apartándose y dejándome entrar.

Entré a la primera parte, que era como un pequeño bar con mesas y una barra. Me acerqué a la barra y esperé a que me atendieran.

—¿Qué te pongo?— me preguntó la chica de la barra.

—Ginebra y Seven Up porfavor— respondí.

—Enseguida— empezó a preparar el cubata.

Me quedé mirandola mientras lo hacía, la chica parecía joven, unos veintidós o veintitrés años, pelo azabache y ojos marrón chocolate, su piel era oscura y por las luces se creaban lindos reflejos que hacían brillar su piel como si de cobre se tratase. Llevaba el pelo suelto, afro con unos rizos hermosos.

La vi mirarme de reojo y le guiñé un ojo, sonriéndole. Me apartó la mirada tímida y siguió preparando la bebida.

Cuando terminó me la acercó y me dió una servilleta.

—¿Quieres mi número, linda?— pregunté, sonriendo.

—U-Um, v-vale, acabo de empezar mi descanso— dijo.

—Perfecto, entonces te daré más que mi número— cogí el vaso y la cogí de la mano.

La miré revisando que no estuviera incómoda, y cuando la vi sonreírme tímidamente supe que no era muy hetero.

La llevé al baño y cerré la puerta, dejando el vaso encima del lavabo. Al ser el baño del bar y no el de la discoteca estaba limpio, sumando el hecho de que no entraban adolescentes.

Me acerqué a ella acorralándola contra la pared, era más bajita que yo y tenía una complexión con curvas pero no delgada, iba vestida con un top que dejaba ver sus costillas y su pancita y un pantalón largo pegado, que resaltaba las curvas de sus caderas y sus grandes muslos.

Cómo amaba a las mujeres, todas lindas en todas las formas y tamaños.

Acaricié su mejilla y me acerqué a sus labios.

—Eres muy linda, ¿Puedo besarte, preciosa?— pregunté, y la vi asentir sin apartar la vista de mis ojos.

Comencé a besarla mientras bajaba mis manos a su cintura, apretando levemente para pegarla más a mi.

La besé hasta que noté como su respiración era agitada, así que la deje respirar. Comencé a bajar mis besos por su cuello, escuchándola jadear y notando como me tomaba del cabello y me pegaba más a ella.

Sonreí y continúe bajando los besos, pase por su escote, su vientre y llegué al pantalón. La miré desde el suelo, de rodillas frente a ella, ladee mi cabeza preguntando por permiso y ella asintió.
Bajé la cremallera y retiré su pantalón viendo su lindo tanga rosa.

Lo bajé hasta sus rodillas y la miré.

—Apóyate en la barra preciosa, vas a necesitarlo— sonreí y vi como se apoyaba en la barra en la que la gente se sujetaba cuando iban muy borrachos.

Levanté sus piernas y las puse sobre mis hombros, besando sus muslos hasta llegar a su intimidad.
Comencé pasando mi lengua desde la entrada de su vagina hasta su clítoris lentamente, mientras la escuché soltar un gemido.

Metí mi lengua en su entrada y comencé a moverla mientras daba pequeñas succiones. La escuchaba soltar gemidos agudos mientras seguía con el oral. Unos minutos después me aparté un poco, levantando una mano y quitándome el guante con los dientes, dejándolo caer sobre mi regazo. Chupé dos de mis dedos y los froté sobre su entrada antes de comenzar a meterlos poco a poco, primero uno y después el otro.

Empezé con unos movimientos de gacho lentos, tratando de localizar su punto-g. La escuché soltar un gemido más fuerte y sus paredes se contrajeron, como comunicándome que lo había encontrado. Comencé con movimientos rápidos contra su punto y pegué mis labios alrededor de su clítoris, succionando y estimulandolo con mi lengua.

Ella ya no podía aguantar sus jadeos, y notaba como sus paredes se contraían mientras me pedía que no parase, y eso hice, continúe alternando ritmos y acelerando los movimientos, notando como poco a poco se iba acercando al orgasmo.

La hice venir en unos escasos 6 minutos, y sostuve su cuerpo hasta que volvió en ella misma. Le sonreí y la solté con cuidado, dándome la vuelta para arreglar mi pintalabios corrido por los besos y el oral. Me lavé las manos y la miré.

—Tienes un poco de pintalabios corrido linda, por cierto, ¿Cuánto te debo?— le pregunté.

—T-te invito— dijo tímida

—Pues entonces toma esto para tí— le di dos billetes de veinte dólares, tomé la servilleta y escribí mi número con el bolígrafo que llevaba ella en el pantalón —y también esto— le guiñé un ojo, tomé mi vaso y me fui a la parte de la discoteca, dejándole los billetes y la servilleta sobre el lavabo.

︎🝮︎︎︎︎︎︎︎🝮︎︎︎︎︎︎︎🝮︎︎︎︎︎︎︎🝮︎︎︎︎︎︎︎🝮︎︎︎︎︎︎︎🝮︎︎︎︎︎︎︎🝮︎︎︎︎︎︎︎🝮︎︎︎︎︎︎︎🝮︎︎︎︎︎︎︎🝮︎︎︎︎︎︎︎🝮︎︎︎︎︎︎︎🝮︎︎︎︎︎︎︎🝮︎︎︎︎︎︎︎🝮︎︎︎︎︎︎︎🝮︎︎︎︎︎︎︎🝮︎︎︎︎︎︎︎🝮︎︎︎︎︎︎︎🝮︎︎︎︎︎︎

⚠︎𝐃𝐞𝐚𝐝 𝐄𝐧𝐝⚠︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora