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No hay prisa. No hay necesidad de de brillar. 
No es necesario ser nadie... 
salvo uno mismo.
—Virginia Woolf.

A una distancia considerable, Yosano podía escuchar cómo Ranpo y Kyuoka peleaban porque él haya perdido esa carrera de juego

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A una distancia considerable, Yosano podía escuchar cómo Ranpo y Kyuoka peleaban porque él haya perdido esa carrera de juego. Es comprensible, uno se imaginaría que como es una chica seria, tomaría más en serio su condición, pero no, sigue siendo solo una niña que aparentemente solo quiere divertirse de cualquier forma posible. 

Atsushi está tratando de evitar la mirada de su amigo, del que por cierto ha olvidado su nombre por la escases de veces que ha tenido el placer o disgusto de hablar con él. Ella solo ríe, hace un buen rato de no deja tiempo para sí y sus convivencias con amigos por los trabajos y tareas que posee en la  carrera, pero eso no la preocupa. Esta vez estuvo siendo más responsable con las entregas, pues como la condición de Chuuya era importante para Dazai, y Dazai era importante pare ella, quería tener toda la disponibilidad bajo el control de sus manos por si ocurría algún imprevisto que exigiera su presencia inmediata; no todos los profesores son igual de generosos ante problemas externos que significan mucho para ti también, pues algunos de ellos no aceptan un justificante de falta si no se trata de un problema con familiares directos o con uno mismo. 

Toma un sorbo a su copa de vino mientras una sonrisa surca su rostro. Es bueno un tiempo para divertirse, tal como lo hará una vez que regrese a su casa para dormir. Eso será lo más divertido de haber adelantado tareas.  

A su espalda, escuchó el golpeteo de unos tacones que solo se pueden tratar de una persona específica. Ella casi se atraganta por eso. 

—Veo que se divierten. —se pronuncia con su voz elegante y resistente a todos los daños del exterior. En verdad que Kouyou es una mujer con tanto porte, que hasta su voz le sigue el paso. —¿Es una carrera en silla de ruedas tanto por lo que reír?

Se sienta al lado de Yosano. quien tomada por improvisto, no le responde y solo asiente con su mirada fija en la mujer que más admira y ama. 

—¿Incomodo estando aquí, querida? —la contraria trata de responder de nuevo, pero pareciera como si esta mujer pusiera todo su empeño por hacerla sentir nerviosa por cada pequeña acción. Abre la boca, pero sus músculos reaccionan antes y sacuden su cabeza con lentitud. —¿Estás segura? Una persona mayor que ustedes puede arruinar el ambiente con facilidad. 

—No, créame que no arruina el ambiente, si fuera así vetaríamos a Ranpo también. —la mujer mayor se lleva la mano a la boca, cubriendo su risa con su suéter; es más usual que se le vea usando kimonos en la escuela, se viste menos tradicional en su estancia en casa. Sea como fuere, a ella le gusta en ambas versiones. —Me gusta su risa. —dijo sin pensar.

Kouyou parpadeó con lentitud para reconfigurar sus sentidos y comprender si lo que había escuchado fue real. 

La estudiante sabía que aquello podía llevarla a una muerte fatídica, pero al diablo, al menos moriría feliz por haberlo dicho. 

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