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Entre todos nos repartimos las bolsas y fuimos al mcdonald's más cercano, hicimos que los dos se sentaran acomodados y yo fui a la caja. Habíamos visto que en la cajita feliz venían juguetes de Messi o de algunos otros jugadores de la selección, les hacía bastante ilusión así que no dudamos dos veces en venir para comprarselos.

Yo pagué y con Santi nos dividimos las dos bandejas para poder llevarlas a las mesas donde los peques nos esperaban, estaban hablando entre ellos y se quedaron callados cuando nos vieron llegar.

—¿De qué hablaban?

—Del mundial.

Nos sentamos a comer y ellos estaban contentos con sus juguetes. Se habían elegido uno de Messi y uno de Di María, así después lo podían intercambiar y jugar los dos.

Eso era algo bueno de estas criaturas hiperactivas, sabían compartir.

El teléfono de Santiago empezó a sonar y se disculpó con nosotros para levantarse y atender, no pasaron ni dos minutos cuando me lo pasó a mi y me hizo señas para que me levante.

—Hola.

—Hola Solci, soy Mica.

—¡Mica! Hola linda, ¿Cómo andas?

—Re bien, tengo buenas noticias para vos.

Mordí mi labio inferior con nerviosismo y me alejé un poco más de mis hermanos.

—Decime.

—Llamaron de la agencia, al parecer tus referencias fueron excelentes para un cliente y quiere contratarte. Dicen que la paga es muy buena pero no me quisieron dar detalles porque no soy yo quien va a trabajar, solo hay un problemita.

—¿Qué problema Micu?

—Vas a tener que viajar un mes, es un viaje bastante lejos.

—Ah, se va de vacaciones.

—No, es por trabajo —murmuró—. Cómo te dije, no sé mucho porque solo me dijeron lo necesario. No sé a dónde se va pero es una super oportunidad para vos gorda, pero el viaje es a otro país.

—No puedo dejar a los nenes, yo me encargo de ellos.

—Hablalo con tus hermanos y llamame, pero Sol de verdad tenés que tomar este trabajo. Se vienen las fiestas y el mundial, ya no hay mucho trabajo y menos en estas fechas.

—Bueno amiga, mil gracias. Yo hoy a la tarde te llamo y te confirmo, ahora te dejo porque estamos almorzando. ¡Te adoro!

—Te quiero amiga, cuidate y no te olvides de llamarme.

Caminé de nuevo a la mesa y le pasé su teléfono a mi hermano, no tardamos mucho en teminar de comer y disfrutamos bastante. Pero ya era tarde y teníamos que volver a casa porque Santiago se tenía que ir a pagar las cuotas del club y después le daríamos las sorpresas a los más chiquitos.

El día fue bastante aburrido hasta que los más grandes llegaron, Fede, Ale y yo nos fuimos casi todo el día a la plaza para que ellos pudieran jugar a la pelota. No salía muy seguido así que lo disfruté bastante, a mis hermanos les daba miedo dejarme salir a la calle porque no era lo más seguro del mundo pero si no lo intentaba, no lo lograba.

—¡Llegamos! —Nico y Santi cruzaron la puerta con varias bolsas y me apresuré para ayudarlos.

—Tengo que contarles algo.

—Contanos y después les damos las cosas a los nenes.

Los tres nos sentamos en la mesa y mi mamá llevó el equipo de mate para merendar con nosotros, había estado más contenta desde que ya no nos preocupábamos tanto por la plata. Al menos este mes no íbamos a estar con la soga al cuello.

—Conseguí trabajo, me llamaron de la agencia —comenté y los tres me miraron contentos—. Solo hay un problemita.

—¿Cuál? —mi mamá frunció el ceño y le pasó un mate a Nico, quien también me miraba con el ceño fruncido.

—Tengo que viajar a otro país por un mes, pero si es así seguramente me van a pagar muy bien y esa plata nos va a servir mucho.

—¿Y es una agencia de confianza? Mira si te pasa algo —comentó Santi en desacuerdo y fruncí el ceño, yo no había contemplado esa opción.

—Encima vos ni tenés teléfono como para comunicarte con nosotros.

—Podemos ir a la agencia y ahí hablamos con los encargados para que nos den más detalles —propuse para aliviarlos y parecieron pensarlo, después asintieron con lentitud.

—Puede ser, vamos mañana.

—Mañana trabajan.

—Faltamos.

—¡Santiago! —lo reté exasperada y empezó a reír. Después mandaron a mi mamá para que vaya a buscar a los más chiquitos y llegaron rápido.

—¡Hay sorpresa! —sonreí alegre y entre los tres nos habíamos dividido las tres sorpresas.

Nico fue el primero en darle una, eran dos camisetas de la selección con sus respectivos jugadores favoritos. Messi y Dybala, los dos empezaron a saltar emocionados y se tiraron a abrazarnos. Después, Santiago les dió el álbum del mundial y mis hermanos menores empezaron a gritar como locos con emoción, era la primera vez que le regalábamos algo así y no sabría decir cuál de los cinco estaba más emocionado.

—Falta una —canturreó Nico y ahora me tocaba a mí.

Lo mío no era tanto físico, les di los papeles que tenía en mis manos y empezaron a leer. Fede era el más chiquito así que no había pasado mucho desde que le enseñamos a leer, Alejo nos miró paralizado y Federico no pudo sacar la vista de los papeles, sus ojitos se cristalizaron igual que los de Alejo y empezaron a llorar los dos.

Sentí las lágrimas acumuladas en mis ojos y miré a mi mamá, ella estaba igual de emocionada y no tenía idea de lo que estaba pasando. Santiago disimulaba para limpiarse los ojos y Nicolás sonreía de oreja a oreja.

Nos tuvimos que acercar nosotros para abrazarlos ya que todavía seguían en un estado de shock, no dejaron de llorar hasta que los soltamos y me sentí realmente completa cuando los ví felices, estaba segura de que Santiago y Nicolás estaban igual que yo.

—¡Vamos a poder jugar a la pelota de vuelta!

—Estoy segura de que no van a tardar mucho en ficharlos, son excelentes jugadores. Ustedes dos nacieron para esto.

Sobre Ruedas-Enzo Fernández Où les histoires vivent. Découvrez maintenant