Sentí que me ahogaba con mi propia saliva y empecé a toser con fuerza, mi mente no procesaba lo que acababa de escuchar y mi teoría de que sería niñera del hijo de algún directivo se reforzaba más a cada minuto.

—¿De la selección?

—De la selección Argentina, así es.

—Genial —murmuré algo impresionada.

—Ahora la voy a llevar al plantel donde están en concentración para que pueda retirar a la criatura, hablar con su padre y después iremos al hotel en el que se van a hospedar las dos.

No dije más nada en lo que restaba del camino, cuando llegamos me sorprendió el enorme edificio y sentí vergüenza. No iba vestida como para entrar a un lugar así, solo tenía puesto unos jeans gastados y una remera de mis hermanos más chiquitos como pupera.

El chófer me guió hasta los adentros y pude notar como dos chicos de más o menos mi edad estaban sentados sobre un sillón de forma inquieta, movían sus piernas de lado a lado y charlaban entre ellos pero tenían el ceño fruncido.

—Señor Fernández —habló Gustavo y tragué saliva cuando los dos chicos nos miraron, uno de ellos sonreía y se veía realmente tierno. Mientras que el otro tenía el ceño fruncido y me miraba con determinación.

—¿Es ella? —cuestionó y su confusión se hizo aún mayor cuando el hombre de mediana edad asintió con la cabeza—, no se ve como una abuelita.

—Tal vez sea porque tengo veinte años, no sesenta —respondí sin darme cuenta y quise que la tierra me tragara por eso, no estaba dando una buena impresión o al menos eso creí hasta que el chico morocho me dedicó una amplia sonrisa.

—Perdoname, fui alto maleducado —se paró del sillón y se acercó a mi para saludarme—. Soy Enzo Fernández, un gusto.

—Sol González.

El chico tierno se acercó a mi para saludarme y me di cuenta de inmediato de quién se trataba. A pesar de no ser amante del fútbol, podría destinguir a Julián Álvarez en cualquier lugar, mis hermanos mayores eran súper fanáticos de él y todos en casa éramos de river.

—Soy Julián pero me podés decir Juli —se presentó y sonreí dándole un asentimiento.

—Vení, después Gus te va a llevar al hotel —Enzo empezó a hacerme señas para que los siga y caminé atrás de él y Julián, me sentía fuera de lugar porque nunca había pasado por algo así.

¿Qué debería poner en mi próximo currículum?, ¿"Mi primer trabajo fue como niñera de la selección Argentina"?

Vi a varios chicos jugando a la play en lo que parecía ser una habitación y entre medio de ellos había una bebita jugando con una pelotita. Me quedé en el marco de la puerta y los dos chicos se acercaron a los demás.

No sé que les habrán dicho, pero todos dirigieron su mirada hacia mi y sentí que me iba a desmayar cuando ví quién estaba entre ellos. No sabía mucho de futbolistas y solo miraba los mundiales, pero podría distinguir a Messi de cualquier manera.

Después de todo, era Argentina.

—Hola —saludé un poco tímida y los chicos se empezaron a acercar a mi para saludarme, un chico muy alto me sonreía juguetón y me apretó el hombro con delicadeza.

—Dejala Dibu, recién llega y ya la vas a asustar —habló uno de ojos azules, no sabía quién era. Pero parecía copado al igual que todos los demás.

El tal dibu se alejó levantando las manos y Enzo vino hacia mi con la bebé, me hizo señas para salir de la habitación y lo hice sin rechistar.

—Ella es Olivia, es mi hija —presentó a la nena que me miraba con desconfianza hasta que le sonreí y pareció relajarse un poquito.

—Hola bebita hermosa, me llamo Sol —toqué sus manitos y ella rió, yo siempre había querido una hermanita y cuando nacieron Fede y Ale, perdí toda esperanza de que haya una segunda nena en la casa.

—Es un poquito inquieta pero al mismo tiempo es super tranquila —avisó Enzo y asentí, lo estaba anotando mentalmente—. Te voy a pasar mi número para que me hables cualquier cosa, le cuesta mucho quedarse con otras personas.

—Entiendo, soy una total desconocida para ella.

—Gustavo te va a contar todo lo que necesites saber y te hice una lista con sus horarios. Cualquier duda que tengas me podés llamar, acordate.

Jugó un ratito con la bebé y después me la pasó, ella empezó a jugar con mis trenzas y yo sonreí emocionada. Nunca había estado con una bebita y me emocionaba bastante la idea, iba a hacer todo lo posible porque ella se sienta cómoda conmigo, así pasábamos un lindo mes juntas.

—Shol —habló ella y sentí que me iba a derretir ante la dulzura de su voz, noté que Enzo nos miraba con una sonrisa pero supuse que sería normal. Yo también viviría sonriendo si tuviera una hija tan linda como Olivia.

Tenía dudas sobre su mamá pero no quería preguntar, no sería correcto flashear confianza con mi jefe cuando recién llegaba. Tal vez más adelante juntaría el coraje para indagar un poquito más.

Nos despedimos de Enzo y las dos nos fuimos con Gustavo a lo que sería nuestro hotel. No esperaba algo tan lujoso así que me llevé una enorme sorpresa cuando llegamos, en nuestra habitación había una enorme televisión y pude notar que la cosas de la bebé ya estaban ahí.

Agarré el teléfono para llamar a mis hermanos y Oli se puso a ver la televisión con algunos juguetes mientras me miraba atenta, me senté con ella y noté lo tranquila que era.

Todavía no había conocido a la Olivia inquieta.

—¿Hola? —escuché la voz de Nico y sonreí al instante.

—Hola gor.

—¡Sol! —gritó y escuché rápidos pasos, supuse que todos se habían ido a reunir para chusmear la llamada.

—¿Ya llegaste?, ¿Es lindo?, ¿A quien vas a cuidar? —santi me bombardeó con preguntas y solo iba a responder una.

—A la hija de Enzo Fernández.

—¡¿QUÉ?!, ¡¿POSTA?!

—Si Nicolás, no grites —me quejé alejando un poco el dispositivo.

—¡Vas a conocer a Messi!

—Ya conocí a Messi, va en realidad solo lo saludé per...

—¡CONOCISTE A MESSI!

—Fede no grites.

—¡A MESSI!

—Alejo...

—DECIME QUE LE PEDISTE UNA FOTO O ALGO, ¿A QUÉ HUELE?

—Chau.

Corté el teléfono entre risas y a pesar de que Oli no entendía lo que estaba pasando, también reía conmigo.

Sobre Ruedas-Enzo Fernández Where stories live. Discover now