10| Una patata asesina, una fiesta de pijamas y un sofá

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Beck.

Rue no deja de reírse mientras trato de no quemarme con el aceite.

- Baja el fuego -me recomienda la pelinegra por sexta vez.

- ¡Si hago eso se cocinarán más lento! -me quejo.

Vuelvo a dar un salto hacia atrás cuando una gota de aceite trata de atacarme.

- Déjame a mí -coloca sus manos en mi cadera, al notarlo, no rechisto, no me quejo y simplemente permito que me aparte con suavidad.

A pesar de llevar casi un año viviendo sola, la cocina no es mi fuerte, siempre que trato de hacer algo más elaborado, temo por mi integridad física.

La menos exagerada.

Rue mantiene su característica tranquilidad mientras termina de freír las patatas.

- Cada vez que como algo contigo, me salto la dieta -comenta, fingiendo desesperación.

- No sé comer sano, lo siento -me llevo la mano al pecho con dramatismo-, soy fiel a la comida basura.

Me observa durante unos segundos.

- Se acabó, la próxima vez te acompaño a la compra.

- Ni de broma, me niego a que me llenes la nevera de cosas verdes.

- "Cosas verdes" -repite lentamente-, cuando creo que no puedes sorprenderme más llegas con las "cosas verdes".

- Me gusta superarme -respondo con orgullo.

Sirve la comida en los platos.

- Disfrútalo, a partir de hoy, pienso cambiar tu alimentación.

Frunzo el ceño mientras llevo una patata a mi boca.

- Me caes fatal -murmuro, solo consigo arrancarle una sonrisa.

- Haré que te creo.

Le lanzo una patata que impacta directamente en su cara. Rue abre su boca, sorprendida. Doy pasos hacia atrás, con cautela.

- Vas a morir -dice, justo antes de comenzar a perseguirme por todo el apartamento.

- ¡Solo ha sido una broma tonta! -chillo sin poder dejar de reír.

Termina alcanzándome, sus brazos rodean con firmeza mi cuerpo, me eleva durante unos segundos antes de lanzarme sobre la cama. Antes de poder esquivarla, Rue está sobre mi haciéndome cosquillas que me sacan carcajadas sin control.

- ¡No...no puedo respirar! -las palabras se mezclan con la risa.

- ¡Discúlpate por tu ofensa! -exige sin dejar de torturarme.

Me remuevo por la cama tratando de liberarme, Rue me sujeta con la fuerza suficiente para impedirlo, cuando quiero darme cuenta, su rostro se encuentra a centímetros del mío, nuestras respiraciones, ambas aceleradas, se sincronizan y poco a poco, se van relajando.

- Siento haberte lanzado una patata a la cara -mis ojos recorren su rostro, trato de fijarme lo máximo posible en esos detalles que no se perciben a simple vista.

-Has comenzado una guerra -susurra antes de apartarse.

Quedamos tendidas en la cama, una al lado de la otra mirando al techo.

Estoy a punto de hablar cuando mi móvil empieza a sonar. Rue se levanta para alcanzarlo.

- Megan -me informa, leyendo la pantalla.

La melodía de la lluviaWo Geschichten leben. Entdecke jetzt