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—Te gusta el agua, ¿cierto Jamie? —  Louis trataba de llevar a Jamie a la ducha aunque éste se negaba rotundamente.

—Papá, por favor, me he bañado ayer, no más baño — El pequeño niño corría alrededor de la recamara con solo calzoncillos.

— Vamos amor, papi esta cansado, tendrás un baño y luego tomaremos chocolate caliente — Louis perseguía al niño de un lado a otro, con la camisa fuera del pantalón y los primeros botones de esta abiertos, la toalla lila colgaba sobre su hombro.

— Bien, ¿puedo llevar los patitos de colores a la bañera? — Jamie se rinde entre los brazos de su padre quien lo coloca sobre la cama para quitar la ropa interior y cubrirlo con la toalla.

—Es un trato, mini Boo —  Ambos se dirigen a la bañera con el agua ya preparada, Louis coloca a Jamie dentro del agua con mucho cuidado, con un pequeño recipiente toma agua para echarla sobre su cabeza rizada.

—Papá, ten cuidado, el jabón es muy de peligro — Jamie cubre su cara con las manos evitando que el jabón resbale hasta sus ojos.

—Lo tengo, y es muy peligroso, lo sé.

El baño de Jamie termina rápido, Louis vuelve a envolverlo para llevarlo a la habitación, coloca su pijama y van juntos hasta la cocina.

Sirve el chocolate en las tazas, una más pequeña que la otra, Jamie se sienta frente al lugar de su padre y Louis coloca un plato con galletas en medio de los dos.

—¿Cuando vuelve la Tía Aly? — Pregunta Jamie llevando una de las galletas a su boca.

—Mmmm, ella no volverá por un tiempo — Aly era la mejor amiga de Louis, le ofreció un puesto en Londres ya que necesitaba a alguien que dirigiera su antiguo consultorio, al inicio solo trabajaría tres meses y luego volvería a Italia, el periodo se extendió y Aly terminó enamorándose de uno de sus vecinos. 

—¿Quién cuidará de mí mañana cuando estés en tus cosas de adulto? — Y era verdad, Louis estaba muy ocupado trabajando que muchas veces no le daba tiempo de ir por Jamie a la escuela.

— Probablemente la señorita Margaret o la señorita Florence, todo depende — Louis toma un sorbo de su chocolate.

—¿De qué?

— De quien sea tu profesora.

— No me gusta estar con ellas, la señorita Margaret siempre me pone muchas tareas — Jamie deja caer su cabeza sobre la mesa y su padre sonríe tiernamente.

— Bueno, intentaré llegar lo más rápido posible.

— De acuerdo, termine de cenar, iré a lavarme los dientes, te espero en mi habitación — el pequeño niño sale corriendo de la cocina para ir a lavarse los dientes y después subir rápidamente a su cama mientras Louis lavaba las tazas ocupadas durante la cena.

Toca la puerta de la habitación de Jamie para avisar que esta ahí, entra con cuidado encontrando a su hijo arropado con las mantas esperando a que su padre le cuente la historia de piratas que tanto le gusta, abraza a su pequeña tortuga de peluche "Rayo" mientras espera pacientemente, Louis se sienta a un lado de él contándole la historia, Jamie queda dormido a mitad del relato, besa su frente, sale de la habitación y cierra cuidadosamente la puerta.

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—Señor Styles, es un gusto tenerlo aquí— Menciona Margaret la directora de la escuela.

—El gusto es mío —Harry extiende la mano en forma de saludo mientras Margaret la toma muy alegremente.

—Como verá nuestro jardín no es muy grande, tenemos solamenre dos grupos de diez niños cada uno, la señorita Florence se encargaba de ambos grupos, pero como sabrá es un tanto complicado manejar a tantos pequeños — Margaret daba el recorrido por la zona de preescolar— Este es el salón de los niños de Florence, tiene niños entre 3 y casi 4 años, este sería el suyo, los niños de 4 a 5 serán para usted — Margaret le entrega las llaves del salón a Harry.

—Muchísimas gracias señorita Margaret, es un placer poder servir.

— No agradezcas muchacho, haz trabajado tanto para estar aquí, nos alegra que hayas llegado, recuerda que empiezas mañana a partir de las 8 am, conocerás a Florence, es encantadora.

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—Tarde, tarde, tarde— Decia Louis, él preparaba el desayuno mientras terminaba de arreglarse.

— Tarde, tarde, tarde — Jamie repetía dando vueltas por la cocina, poniendo los platos para el desayuno.

— ¡Jamie, el desayuno! — Grita llamando a su hijo para sentarse.

—¿Cuántos numeros? — Pregunta Jamie sentándose frente a su padre.

— Cinco minutos, ya ya ya — Ambos comienzan a comer.

Terminan el desayuno, lavan sus dientes y salen corriendo de casa.

-L

Like the summer breezeWhere stories live. Discover now