00 | Nuevo Integrante

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La guardería " Gotitas de lluvia", no era una gran guardería, pero tenía una buena reputación. Los cachorros eran bien cuidados en ese lugar, la mayoría de los trabajadores eran omegas, por lo que llevarse con los pequeños eran sus especialidades.

Allí era donde trabajaba Guillermo (Memo) desde hacía un par de años. Cuando se graduó de la universidad esa fue su decisión y no se quejaba de eso, tenía un título en cuidado de cachorros y maestro.

Le gustaba mucho pasar tiempo con los pequeños de cuatro años, enseñarles a leer y escribir. Eran una de las cosas que más le gustaba, estar rodeado de pequeños cachorros, dulces y muy tiernos.

Tenía la esperanza de encontrar algún día a un alfa y formar una familia, pero claro, fuese más fácil si él no fuera un asocial. En parte, pues era alguien muy tímido y reservado, en sus veintitrés años y nunca había ido un fin de semana a fiestas.

Prefería estar en casa leyendo un libro o viendo la TV, ni siquiera se quedó en la fiesta de graduación de la universidad en la que estudió, solo fue con su madre por su título y después se fueron a casa para celebrar comiendo asado.

Se logró independizar después de eso, consiguió un pequeño apartamento en un buen precio y el trabajo en la guardería, cuidaba de los cachorros casi como si fueran propios.

Todos sus compañeros eran amables con él, quizás era casi el más joven, pero no había problemas con eso, lo único que sí lo tenía un poco triste era que, es el único omega sin pareja, ni marca.

Quizás teniendo en cuenta que era el más joven no habría tantos problemas, pero, Javier era mayor que él por un año y tenía una marca que lucir en su cuello.

Lo hacía sentirse muy solo, y lo peor del caso, era que era virgen. No podía si quiera pensar en la palabra "nudo" para llenarse de vergüenza.

Vergüenza debía de darse el mismo, ¡Era un adulto por todos los santos! Pero, no tenía toda la culpa, cuando era niño no tuvo experiencias muy agradables con desconocidos.

En la primaria, y secundaria sufrió de abusos escolares por parte de sus compañeros, eso hizo que se volviera aún más inseguro de lo que era antes.

Por esa misma razón siempre quería estar solo, pues si estaba solo, nadie lo miraría mal, ni trataría de hacerle bromas pesadas.

Así fue como pasó su juventud, escondido en la biblioteca y en el cuarto de su casa. Pero, aunque quisiera estar siempre metido allí, la vida adulta lo sacó a rastras.

Trabajar, si no tendría dinero, y sin dinero, sería una carga para su madre, y ella ya había dado gran parte de su vida cuidándolo.

Entonces, al estar en la universidad pensó mucho en lo que iba a hacer, y se fue por lo más seguro para él, cuidar pequeños.

Se graduó como especialista en eso, incluso tomó algunos cursos de pediatría. Y trabajar en una guardería era lo mejor, tanto para él como para los del lugar, pues si algún cachorro se enfermaba él sabría qué hacer.

Un día en particular cuando llegó al trabajo en la hora habitual, fue recibido por un gran lloriqueo, se preocupó por eso y fue hasta el origen de éste.

–¿Qué está pasando? – pregunto cuando llegó, había por lo menos tres omegas tratando de calmar a un pequeño de cabellos castaños, nunca antes habían lo había visto, por lo que supuso que era nuevo integrante de la familia.

–¡Ya no sé qué más hacer, lleva llorando desde que su padre lo dejó y eso fue hace casi una hora!– el pobre Javier mecía al pequeño en sus brazos, pero éste seguía llorando y pataleaba para quitarse el agarre del mayor.

Sus mejillas pequeñas estaban rojas y llenas de lágrimas. Entendía que capaz era la primera vez que se separaba de sus padres y por eso estaba así, había lidiado con un par de esos cachorros antes.

–Ya pequeño, ya. Tus papis van a venir por ti deja de llorar. – Álvarez estaba frustrado, al igual que los demás, parecía que él rizado también se podía a llorar en cualquier momento.

– ¿Ya le dieron de comer, el pañal incomoda? – apareció Guardado de repente poniendo un dedo sobre el mentón, y los demás asintieron.

– Tratamos de darle su biberón, pero no lo quiere, su pañal está bien, ni siquiera está húmedo. – explicó Kevin mirando al pequeño, a Memo le partía el corazón verla de esa forma.

Se veía tan triste, capaz el pequeño no estaba acostumbrado a los extraños, y eso solo hacía las cosas peor.

–Mejor pásamelo, creo que tú y tú angustia solo lo alteran más. – Memo había acabado de llegar, así que estaba tranquilo, en cambio los demás tenían un aire de preocupación.

Javier asintió y le dio al pequeño, quien se puso a llorar con más fuerza al ver que lo estaban pasando a otra persona. Memo trató de sostenerlo con cuidado y lo acostó sobre su hombro, cerca de su glándula del aroma.

Le empezó a dar unas palmaditas en la espalda tarareando una canción de cuna. Gracias a dios, los lloriqueos fueron bajando de intensidad en cuestión de minutos y se volvieron sollozos.

Memo sintió como un pequeño se aferró a su ropa y acercó su carita a su cuello, aspirando de manera tartamudeante por los anteriores lloriqueos. Los demás se quedaron viendo entre asombrados y aliviados, al menos ya no había más ruidos estridentes.

–¡Bien ahí Memo pudiste calmarlo!– Javi fue quien habló primero y el contrario se sonrojó con vergüenza, no estaba acostumbrado a recibir halagos.

– N-no fue nada, solamente quería ayudar – respondió a los demás solo sonrieron más tranquilos, cada uno se fue a hacer sus cosas con los demás pequeños que iban llegando y Memo se fue hasta un curso.

Él era encargado de seis cachorros, tenía que estar al pendiente de ellos y al parecer tenía que cuidar a otro más. Se llevó consigo la mochila del pequeño que dormía sobre su hombro, revisarla solo con una mano no fue fácil pero tampoco imposible.

Thiago Messi, un año de edad, alergias a las moras. Se sorprendió un poco por eso, no había muchos pequeños de un año en esa guardería, normalmente llegaban más de dos años en adelante.

Los Omegas eran muy protectores con sus pequeños en el primer año de vida y apenas podían despegarse un poco de ellos cuando tenían el año y medio.

Pero él no era quien para juzgar, capaz sus padres estaban muy ocupados y no podían cuidarlo como les gustaría.

– Bueno pequeño Thiago ¿Hay que llevarnos bien, te parece? – habló en un susurro mientras acariciaba con suavidad la espalda del pequeño, Thiago solo dio un suspiro al parecer dormía más.

Little Mother | Messi × OchoaWhere stories live. Discover now