—Estás muy calladito. ¿Qué pasa? ¿No es lo que querías?
WonWoo negó con la cabeza, terminando de acurrucarse y envolverse en las gruesas colchas.
—No es eso, estoy cansado —murmura en un hilo.
—Mmmmh…
JeongHan observó de reojo al azabache, su rostro apenas era visible. Tiene esa costumbre de arrinconarse en una de las esquinas de la cama y cubrirse hasta la cabeza, ocupando el menor espacio posible. Dormía de ese modo siempre que podía y la espalda se lo permite, por supuesto, pero a veces cree que la comodidad no es la única razón.
Se deslizó entre las sábanas hasta llegar a su lado, buscando enredarse entre el cuerpo ajeno.
—¿En qué piensas? —pregunta, recostando la cabeza al lado suyo. WonWoo tardó un par de segundos en responder.
—Mi antigua casa —dice—. Quisiera saber cómo se encuentra.
—¿Han pasado varios años, no?
—Diez.
—Eso es mucho tiempo.
—Lo es —resopla, moviéndose—. Era hermosa, pero con el tiempo la arruinaron. De no ser por unas fotos que encontré casi y olvidaba cómo lucía antes de eso.
—¿Y tu hermano ya no vive allí?
—No. Está prácticamente abandonada.
JeongHan acarició la espalda del hombre, mientras se acomodaba había tenido el atrevimiento de abrazarlo y apoyar la cabeza de tal modo que se encuentre sobre su pecho.
—Si gustas algún día podemos ir a verla. Te acompañaré en lo que quieras.
—Gracias, pero creo que es mejor dejarlo así.
—En algún momento tendrás que hacerlo, WonWoo —susurró, depositando un beso en la frente del contrario—. Si ya no puedes arreglar el pasado al menos puedes sanarlo.
—Te quiero.
—Yo también te quiero mucho, bonito.
