El inicio de todo

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—Bien, cómo sea. —Se dio la vuelta y dejó al chico con la palabra en la boca. Su cara de seguro era de todo menos amistosa, pero al parecer eso no evitó que alguien se le acercara.

—Oye, ¿estás bien? —Reconoció al instante el tono de voz suave, era el mismo chico de la fila. Volteó molesto, pero su acometida de insultos nunca llegó.

Tragó un poco de saliva. No estaba seguro de en dónde detener la mirada, parecía un maldito depredador buscando el punto exacto para dar la primera mordida. Bakugou había salido con tipos atractivos antes, pero ahora todos le parecían apenas bonitos en comparación con el chico que tenía al frente. Podía jurar que nadie le había sonreído de esa manera. Se quedó como un idiota observándolo, había visto el color de su cabello cuando estaba de espaldas, pero nada lo preparó para esto. Ahora que lo tenía de frente podía observar como sus rizos caían enmarcando su rostro en forma de corazón, su cabello tenía dos tonos que se superponían dándole un aspecto casi angelical, su rostro parecía salpicado por un pincel, tenía pecas de todos los tamaños, algunas más oscuras que otras y estas recorrían sus pómulos rellenos y llegaban incluso hasta la punta de su nariz, parecía sacado de algún jodido retrato del renacimiento, con esos ojos enormes y cristalinos que eran capaces de reflejar genuina preocupación. Bakugou sabía que unos ojos así nunca podrían mentirle, y sus labios, mierda, eran tan malditamente rosados y carnosos, jamás se había sentido tan hambriento... Quería besarlo, quería…

—¿Quieres mi café?

Bakugou parpadeó.

—¿Qué?

—Que si quieres mi café —repitió el chico un poco nervioso, luego pasó una mano por detrás de su cuello, su camisa se alzó un poco y Bakugou pudo ver la sombra de un camino de pecas que recorría su piel y Dios… tuvo que apretar sus manos con toda su fuerza para alejar el impulso de tocarlo.

«Mío» dijo una voz aterradora en el fondo de su mente.

—¿Por qué carajos me darías tu café?

El chico sonrió, no parecía intimidado en lo absoluto.

—Es que… Bueno, parece que lo necesitas más que yo. —Sonrió aún más y se lo ofreció como si fuera lo más normal del mundo darle tu café a un completo desconocido.

Bakugou tomó la bebida.

—Gracias —dijo medio perplejo. Su pecho se apretaba de una forma extraña. ¿Qué carajos era esto?—. Te invitaré la próxima vez que…

—¡Amor! —El chico del cabello estúpido lo llamó, el pecoso volteó a mirarlo y luego agitó sus manos.

—¡Voy Todoroki-kun! —le gritó de vuelta, luego volteó a ver a Bakugou de nuevo—. Me tengo que ir, espero que disfrutes el café. —Y Bakugou solo se quedó allí mientras lo veía alejarse.

Dio un sorbo, estaba dulce.

***

Las siguientes dos semanas transcurrieron de forma extraña, por alguna razón no podía sacarse la imagen de ese chico de la cabeza. También estaba esa incómoda sensación en su pecho, se sentía ansioso y fuera de balance. No conseguía dejar de pensar en esa estúpida mañana. ¿Qué clase de persona le regala su café a un completo desconocido? A Bakugou le costaba creer que alguien así existía, pero lo hacía, después de todo lo había tenido justo al frente.

Exhaló con pesadez. ¿Qué mierda le estaba pasando? ¿Por qué no podía dejar de darle tantas vueltas al asunto? Arrojó la almohada a un costado y cerró sus ojos. No pensaría más en eso.

Solo una semana bastó para que su resolución se fuera al carajo. Se estaba volviendo loco, y esto de estar en negación no le estaba funcionando. Si no buscaba al chico del café iba a terminar perdiendo la cabeza y quizás con su nueva adquirida falta de concentración hasta el semestre, ¿pero por dónde carajos comenzaba?

Dulce Tentación [KatsuDeku]Where stories live. Discover now