🃧 Bien es sabido que las atracciones más interesantes se dan entre polos opuestos. 🃩
◭ No tenían nada que ver, él lo analizaba todo y ella solo vivía. ◮
⚇ "Polos opuestos se atren y por eso siempre chocabamos" ⚉
🂿 La virtud es el punto medio entr...
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CAPÍTULO II
Cigarrillos
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—¡Sí, ya sé que me follé a otra! ¡Ni que tu fuese unas santa, joder!
—¡Dios, de verdad! Mira que eres pesado con eso de que no soy una santa ja...
El ruido del motor del coche hacía eco en las calles de la zona residencial por donde Rumi y su, por poco tiempo, amigo con derechos iban. Un hombre rico, agradable a la vista, al que le gustaba acudir a los eventos organizados por otra gente rica en los que únicamente se iba a presumir y a echar mierda de otros. Poco más podría describir a ese hombre salvo que también era un mujeriego. Algo que Rumi sabía de sobra, incluso antes de aceptar la proposición de él para ser algo más que amigos. Sin embargo, aunque ambos sabían de sobra acerca de los deslices que solían tener, este sería el último de todos.
—¿¡Te tengo que recordar cuántas veces te he visto en tres meses poniéndome los cuernos?! Sin contar siquiera las que me han contado por la espalda. ¡Contigo siempre es lo mismo!
—Que sí joder ¡Mira que eres pesado! ¡En ningún momento establecimos que tuviésemos una relación, y mucho menos cerrada! ¡Te recuerdo que frente a las 12 veces que me has "pillado", tú te las has cobrado por dos!
—¿Sabes qué es lo que ocurre contigo Rumi? —habló serio el hombre
—Oh venga sorpréndame señor filósofo.
El tono sarcástico con el que habló provocó el culmen de la paciencia del hombre, el cual pegó un frenazo brusco, provocando que Rumi casi saliera disparada de no ser porque llevaba el cinturón puesto.
—¡PERO QUÉ CREES QUE HACES IMBÉCIL!
—Bájate.
—¿Qué?
—¡QUE TE BAJES DEL COCHE ZORRA DE MIERDA!
Tan rápido como la velocidad de la luz, la mano de Rumi se estampó contra la cara del hombre dejándola completamente señalada.
—¡Bien! ¡Atrévete a buscarme después de esto gilipollas! —Sin pensarlo dos veces salió del coche— ¡Espero que la chupapollas esa te arranque tu pene de mierda que nunca supiste usar!
—¡Al menos ella...!
Antes de que pudiese terminar de responderle, Rumi cerró la puerta del coche de un portazo, asegurándose de doblar la manija para que la puerta quedara inutilizable, al menos que llevase el coche al taller. En solo un segundo el coche salió disparado dejando a Rumi sola.
—¡Que te jodan bastardo de mierda! —gritó mientras levantaba ambos dedos corazones. —¡Joder! Ahhhhh.
En medio del arrebato de ira, asestó un puñetazo contra la pared que tenía detrás de ella. No quedando satisfecha con ello, le propició un par más hasta que vio sus nudillos sangrar. Trataba de seguir buscando razones por las que culpar al otro del desenlace fatídico, todo para negar una realidad. Ella era parte del problema. Mejor dicho, ella era el mayor problema.
