CAPÍTULO 10

1.7K 154 8
                                    

POV. Lauren.

Sus ojos se entrecierran y sus pequeños puños se cierran a los 
lados. Casi puedo ver cómo surge la ira en ella, y me pregunto si alguna vez la ha dejado salir. Parece que Camila no está acostumbrada a sentirse así, y quizá no lo esté. No puedo ver a nadie en su vida que 
le dé el espacio necesario para lanzar un ataque, y mucho menos a 
alguien que realmente se preocupe por solucionar el problema.

—No puedes venir aquí y tomar cosas que no te pertenecen, y para el caso, no soy un Pokemon que puede ser intercambiado como un Shiny Ponyta Galariano. Soy una persona que tiene sentimientos y cosas, y solo porque mi caravana fuera vieja y cutre, y bien, tenía unas cuantas goteras y probablemente algo de moho, no significa que puedas entrar aquí como una bola de demolición y mandarla al desguace. Mis cosas pueden estar rotas y ser baratas, pero maldita 
sea, ¡son mías!

— ¿Sabías que tienes un hoyuelo muy bonito en la mejilla cuando te enojas?— ladeo la cabeza mientras lo miro fijamente, y ella gruñe de frustración.

—Lauren, tú... — vuelve a gruñir. —Eres un imbécil.

—Lo sé. — Me encojo de hombros, porque no es la primera ni la 
centésima vez que alguien me llama así.

— ¡Cómo demonios voy a gritarte si ni siquiera te importa! —grita y levanta las manos.

— ¿Se siente bien?

— ¡Sí! — vuelve a gritar, y lucho contra una sonrisa.

—Entonces sigue. — Asiento para que continúe.

—A mí me han dejado aquí para dirigir este tugurio, que además me encanta, y tú vas por ahí ladrando órdenes para que la gente arregle las cosas mientras tú tiras el dinero y mueves tu gran polla… — Se tapa la boca con la mano cuando se da cuenta de lo que ha dicho.

Aprieto los labios y miro a los pies para ocultar mi risa. No recuerdo la última vez que me entretuve tanto.

—Olvida lo que he dicho. — se apresura a decir. —La cuestión es que no puedes pasar por aquí haciendo cambios en mi vida y en mis cosas sin que yo lo sepa. Como la caravana. 

—Era una caravana glorificada que debería haber sido llevada a 
pastar en los años setenta. — le digo suavemente, pero ella ya está 
sacudiendo la cabeza.

—No tengo mucho, pero he trabajado duro para conseguir lo que tengo. Y no voy a quedarme sentada y dejar que tires todo eso por la borda solo porque tengas dinero y resulte que eres el dueño del Circle C.

— ¿Así que el hecho de que yo cuide de ti significa que no has trabajado duro?— Levanto una ceja.

—No, es... um. —tiene que pararse a pensar un segundo. —Solodigo que tienes que respetar mis cosas. 

— ¿Aunque sean un peligro para ti?— Pregunto, y de nuevo tartamudea.

—Bueno, quiero decir que no es eso lo que estoy diciendo.

—Seguro que eso es lo que parece. — Me acerco más a ella, para que mis manos se apoyen en sus caderas. —Suena como si prefirieras estar en esa caravana averiada e insegura que dejarme cuidar de ti. 

Suspira y no me mira a los ojos. —No es eso. 

— ¿No quieres que te cuide?— Froto mi pulgar sobre la piel desnuda entre su camisa y sus vaqueros. 

— ¿Ese es el problema, dulzura? ¿No puedes soportar la idea de que te cuide, de que te mime? ¿Hacer tus sueños realidad?

—Cuando lo dices así, me hace parecer desagradecida. — Ahora está haciendo un puchero, y uso mi otra mano para inclinar su barbilla hacia arriba para que me mire. 

—Si te sientes bien estando enojada conmigo y gritando, entonces sigue haciéndolo. Pero a mí me sienta igual de bien hacer esto. Créeme, cuando entré aquí, no pensé que compraría el lugar o que querría arreglarlo. Al principio, pensé que rechazaría a tu padre de plano, pero una mirada a ti y supe que esto era algo que no podía 
dejar pasar. Luego lo probé, y ahora soy adicto. — Me relamo los labios 
y ella observa el movimiento. —No hay nada que no te daría o haría a este lugar si pone una sonrisa en tu cara.

—Maldita sea, Lauren, ¿cómo voy a seguir enojada contigo?—Intenta fruncir el ceño, pero no le llega a los ojos.

—Estoy seguro de que tendremos muchas oportunidades de enojarte. — Me inclino y aprieto mis labios en ese punto justo debajo de su oreja. —Hasta entonces, puedo pensar en formas de animarte. — Mi lengua lame la piel de ese lugar y ella deja escapar un pequeño gemido. —Quiero ver si puedo conseguir que ese hoyuelo salga cuando te folle.

—Oh, Dios. — susurra.

—Deja que te enseñe tu nuevo espacio de oficina. — Antes de que pueda protestar, la tomo de la mano y la conduzco a través de la arena hasta la parte trasera. 

No bromeaba cuando dije que iba a fumigar la oficina. Eso fue lo primero que hice, y luego trajeron algunos muebles nuevos provisionales hasta que Camila pudiera elegir lo que quería.

—Una vez que el lugar esté donde crees que debe estar, puedes decorar esta habitación como quieras. — Cierro la puerta tras nosotros 
mientras ella se acerca al nuevo escritorio y al ordenador. —Todos los 
archivos deberían estar escaneados ahí para ti. 

—Hay un evento programado para esta noche. — dice cuando camina alrededor del escritorio y lo mira. 

— ¿Debemos cancelarlo?

— ¿Tienes suficiente personal para cubrirlo?

—Oh, sí. Las chicas de la cerveza se pelean por sus neveras. Las propinas son el trabajo mejor pagado de la ciudad. 

—Entonces veamos cómo va. Podemos llamarlas si es necesario. — Me acerco a la mesa donde está ella y le cojo la mano. 

—Te dejaré aquí para que te acomodes mientras voy a comprobar las cosas. Volveré cuando llegue la ingeniera, ¿de acuerdo? — le digo, y asiente.

—Supongo que revisaré el programa de esta noche y me aseguraré de que tenemos lo que necesitamos. 

—Si necesitas algo, usa esto. — cojo el móvil que le compré del escritorio y se lo doy. —Mi número ya está programado. — Le guiño un ojo mientras salgo de la oficina, deseando poder quedarme a su lado todo el maldito día.

— ¿Está en la I de imbécil? — bromea, y me encojo de hombros. 

—Tendrás que enviarme un mensaje de texto y averiguarlo, dulzura.

Cuando la dejo en el despacho y me dirijo a la zona, ya tengo una sensación de vacío en el pecho. ¿Cómo es posible que, después de 
un día, esté jodidamente loca por ella?.

COMPRADA ~Camren G!P~Where stories live. Discover now