10. Desaparecidos

Start from the beginning
                                    

Jayce estaba emocionado de tener una sala para ellos solos, donde poner a prueba sus descubrimientos, pero Viktor parecía ansioso de poner a prueba lo que había estado pensando durante toda la noche.

Los jóvenes se pusieron de acuerdo, y le preguntaron a Heimerdinger si podrían usar una máquina muy moderna, que les parecía útil para hacer pruebas, y éste les dio la llave de otro laboratorio, que tenía las tres máquinas más avanzadas de investigación de la época.

Aunque al principio solo juguetearon con el instrumental, impresionados de lo que tenían a su alcance, pasaron a leer los manuales de uso.

Viktor le dio indicaciones a Jayce de lo que tendrían que hacer, y sin más dilación se pusieron manos a la obra. Pero tras muchos análisis, nada parecía arrojarles información.

Al día siguiente fueron a repetir los análisis con nuevas ideas, esperando poder conseguir algún resultado. Y todo fue de la misma manera.

Volvieron a su nuevo laboratorio y discutieron teóricamente todo lo que hacían, y puesieron ideas en común, pero seguían sin comprender por qué nada funcionaba.

Tras unos días dándole vueltas al asunto, decidieron volver al laboratorio con las máquinas, aunque todo parecía seguir igual.

Jayce puso en marcha una máquina de unos dos metros de largo y metro y medio de alto, que pesaba como 2 elefantes y valía la fortuna de la familia más rica de Zaun.

La máquina hizo ruido, y tanto él como Viktor, en la otra esquina del laboratorio, se pusieron gafas de protección. Tras unos segundos, Jayce se quitó las gafas, y suspiró:

—Nada.

Viktor giró sobre la silla en la que estaba sentado, y retirándose las gafas tomó notas en su cuaderno. Llevaba tres carillas enteras escritas con una interminable cuadrícula con parámetros de la máquina. Y a cada parámetro le correspondía un "sin señal" escrito por Viktor, cada vez con peor letra.

—Esto es absurdo, no conseguimos nada —dijo Viktor, volviendo a apuntar "sin señal" en la cuadrícula.

—Lo sé, es frustrante.

—Deberíamos probar con mayor potencia —sugirió Viktor, alcanzando su bastón para ponerse de pie.

—No, ni hablar —se negó en rotundo Jayce, gesticulando con cada milímetro de su cuerpo—. Ya hablamos de esto, se acabó la experimentación peligrosa. No quiero volver a poner a nadie en peligro.

—Solo estamos nosotros dos aquí, Jayce —dijo Viktor, revisando los componentes de la máquina.

—La última vez también, y todavía no se me han curado los cortes que me hicieron los cristales que rompimos.

—Fueron rasguños, un gato te habría hecho más —respondió Viktor, tratando de quitarle peso al asunto.

—Dijimos que lo haríamos a mi manera —insistió Jayce.

Viktor pareció rendirse, y sacó la piedra de la máquina, mirándola con curiosidad, para luego volver a colocarla ante la lente de la máquina.

—Pues otra vez.

Cuando Jayce fue a acercarse a los mandos de la máquina, Viktor interpuso su bastón entre ellos.

—Esta vez yo. Tenerme escribiendo la misma cosa una y otra vez me está matando.

—No hagas tonterías —le advirtió Jayce.

—No lo haré —dijo Viktor, con voz apagada.

Se colocaron las gafas y repitieron el experimento, variando los parámetros igual que el resto de las veces.

BRIGHTWhere stories live. Discover now