Illicit Affairs

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Una historia de amor secreto, que pasó a ser un juramento, para convertirse en algo agridulce que no puedes compartir con una extraña en una heladería.

"For you, I would ruin myself"

No recordaba cuál había sido la última vez que tomé helado, supongo que dejé de ser una niña hace mucho, a pesar de que aún escuchaba su voz pronunciando las sílabas. Había dejado que el frío se asentara en mi paladar con el único objetivo de que llegara a mi cabeza. De que enfriaran todos mis problemas. Que los enfriara y sólo hiciera falta un golpe seco para que se deshicieran ante mis narices.

Aunque, en realidad, había acabado proyectando mis propios conflictos en una chica que no tendría más de 17 años. Le había dado consejos que esperaba que tuvieran algún tipo de valor, pero se sintieron vacíos cuando vi cómo él la abrazaba. Nuestros casos eran completamente diferentes. Cuando aquel chico la tuvo entre sus brazos, mi corazón se encogió. Un pequeño recordatorio de que una vez habíamos tenido algo así, pero sin ser dueña de ello... ¿Se puede decir que has tenido algo cuando nunca ha sido completamente tuyo?

Miré mi teléfono, esos días ni siquiera esperaba una llamada de él y aún así revisaba si tenía alguna perdida. Revisaba nuestros mensajes para cerciorarme de que yo era la última que había escrito y que, de nuevo, no había ninguna contestación. Desde hace tiempo.

Lejos había quedado la noche en la que me besó después de que mandáramos oficialmente los papeles de su divorcio. Los besos que sabían a miel y a vodka, los que había repartido por mis brazos, sus labios que habían recorrido todo mi cuello, miles de veces. A veces me parecía que si me miraba lo suficiente al espejo era capaz de distinguir esas marcas, borrones de tinta que nunca dejarían del todo mi piel. Y aún así, ambos nos habíamos vuelto expertos en no dejar rastro.

Había pasado un año desde ese momento, nuestra relación por supuesto era completamente secreta. Al principio fueron habitaciones caras de hoteles, nombres falsos (todos cogidos de películas malas), sábanas revueltas, delirios de futuro sobre cómo sería la casa que compraríamos, donde podríamos viajar juntos... Nunca le había preguntado que le decía a su mujer que hacía esas noches. De hecho, intentaba no pensar en ella como su mujer, sino como su ex mujer. Alguien que en unos pocos meses estaría fuera de su vida.

Incluso cuando aún quedábamos en aquellos sitios, yo iba completamente de incógnito. Aún seguía cambiando de trabajo cada poco tiempo y este sitio no era lo suficientemente grande como para no pasar un solo día sin cruzarme con una cara conocida. Así que a veces llevaba abrigos con capucha, o gorras, o gafas de sol y siempre evitaba la mirada de todos. A veces sentía que si mis ojos no se cruzaban con nadie en una calle, significaba que no había pasado de verdad por allí.

En el fondo, yo quería más. Quería presentárselo a mis pocos amigos. Conocerle sin barreras, sin miedo a que alguien se enterara. Lo único que quería era que firmara el condenado divorcio. Pasó una semana desde que lo mandamos, y recuerdo que estábamos ambos desnudos en la cama del hotel, cuando él comenzó a hablar mientras me acariciaba:

—Mi mujer no se ha tomado nada bien el divorcio... —Pasó las yemas de sus dedos por mi brazo—. Va poner más trabas de lo que pensaba... Se ha empeñado en ir a terapia de pareja o no sé que mierda así.

— ¿Y qué vas a hacer? —Me giré para verle.

—No voy a ceder. Conseguiré el divorcio incluso si me lleva al juzgado... Tengo algo demasiado bueno entre manos como para echarlo a perder. —Yo solté una risa cuando me di cuenta de que se refería a mí. Dejó un beso sobre mi hombro como si así sellara su promesa.

Con lo que Ben no contaba, es que Meredith, su esposa, iba a sangrarle. Ambos tenían abogados muy buenos, y Ben intentó llegar a un acuerdo miles de veces, pero ella nunca aceptaba. Ninguno de ellos. Él llegó a ceder en muchos ámbitos diferentes sólo para intentar llegar a un punto medio; pero pronto se percató de que Meredith sólo estaba intentando alargar el asunto lo máximo posible.

Folklore: una historia a través de cancionesWhere stories live. Discover now