No supo cuantas horas pasaron, pero cuando por fin abrió los ojos Percy estaba en la tienda con un centauro. Su ojos se abrieron de repente al verlo porque una cosa es leerlo en los texto que le daba su abuelo y otra verlo por primera vez, la misma reacción que ver un pegaso. El rostro de su padre era de pura felicidad, sintió que podía respirar en calma sin exabruptos.

—Tómalo con calma, has tenido un día duro —Percy trató de sonar lo más casual posible, quería abrazarlo, pero estaba en tan mal estado que lo hubiera hecho colapsar, asi que trato de mantenerlo lo más tranquilo posible. Solamente optó por poner una mano sobre su pecho para transmitirle calma.

—Ni que lo digas, siento que mis huesos están hechos polvo —Quirón no podía entender como la personalidad, el humor inesperado y poco asertivo se le habían pegado a un niño que no era un hijo natural de Percy y peor aún que no había sido adoptado formalmente.

—Bueno casi, estabas en mal estado —Percy se reprochaba por dentro no poder llevarlo más lejos para poder acelerar el proceso de sanidad, pero aún no podía irse, no todavía.

—Padre, lo siento —sabía que esas palabras iban a llegar y le pesaron en el corazón tanto que pensó que lloraría delante de Quirón y de su hijo.

—¿Lo sientes? ¿Por qué o qué? ¿De que hablas? Me estas robando mi línea —no quería por nada del mundo que Eskol viviera con una idea equivocada sobre lo que había pasado o sobre las cosas que podían pasar porque eran parte de la vida. Pero supuso que en su tiempo como semidios era una de las cosas que hacía a menudo tratar de cargar con la culpa y el sentido de responsabilidad.

—Debí haberme ido con Katie cuando me lo ordenaste —no podía negar que en su mente había pensado si tal vez fue su error permitir que se quedara en lugar de huir.

—Oh, eso —Quirón miraba atentamente como Percy estaba un tanto indeciso sobre si regañarlo o felicitarlo. —Peleaste bien, para eso entrenaste, no puedo subestimarte para siempre —Eskol le dio una sonrisa dolorosa. Quirón por su parte ya tenía una dosis de néctar y ambrosía para el niño y esperaba que fuera suficiente como para emprender el viaje de retorno, necesitaban llegar a las costas del mar del norte para poder recuperar la influencia de los dioses griegos y pedir la ayuda de Poseidón.

—Por cierto soy... —Eskol trató de levantar la mano pero aún estaba con un dolor corporal, aunque poco a poco iba recuperando las fuerzas.

—Debes ser Quirón el centauro, fuiste el maestro de papá cuando era semidios —Percy ya le había dicho que Eskol no padecía de esa maldición que cargaban los semidioses, pero en cambio tenía un sentido de concentración muy profundo cuando se requería para hacer alguna labor por lo que sobresalía en los estudios sin mucho esfuerzo.

—Sigue siéndolo —le dijo Percy con simpatía. Luego de haberlo guiado en el paso más importante de su misión para poder asegurar la seguridad y el retorno de Eskol no podía sino reconocer que Quirón seguía siendo su mentor.

—Tonterías, ya no hay mucho que pueda enseñarte —Eskol estaba feliz, de ver a su padre, conocer a Quirón y sobre todo de estar a salvo, en su mente la muerte había tocado cada fibra de su ser y la posibilidad de perder su vida en cada golpe era algo que lo había trastocado.

—¿Qué paso? Cómo pudiste rescatarme —Percy miró de reojo a Quirón, este se estiró y salió de la tienda para darles privacidad. Casi estaba anocheciendo, pronto sería hora de partir y aún asi necesitaba cerrar algunos aspecto con su hijo.

—Necesitamos hablar, Eskol —el niño le dio una mirada curiosa, pero en la mirada de Percy había una determinación, ya estaba listo para darle algo que habían postergado por varios años, después de lo que había pasado, ya no podía verlo como un niño nunca más, su había probado.

Algunas cosas toman tiempoWhere stories live. Discover now