35. Lo que más amo de tí.

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Disfruten el capítulo.

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Era tarde, apenas concluía la última reunión cuando Mónica en breve se dispuso a huir como todos los viernes para alcanzar a llegar a la escuela donde la chef esperaba. Así lo venía realizando los últimos meses en que comenzaron a tomar sus sentimientos más en serio.

Lo cierto fue que su relación parecía estar tomando forma con cada día que pasaba. Y a pesar de que ya no vivieran cerca, la distancia parecía no importarles.

Mónica: He salido de la oficina. Llegaré pronto.

Alondra: Si, amor. Conduce con cuidado.

Su sonrisa se agrandó. Podría pasar el tiempo y la morena seguiría sin poder acostumbrarse a las tiernas palabras con las que la chef la mencionaba. Inconscientemente se tocó el rostro como un reflejo dado que cada que la chef le provoca sonrojos Alondra aprovechaba para apretar —como acto de afecto— sus mejillas coloradas.

—Uhm. Ahora que lo pienso. Yo siempre le digo a ella, chef —meditó entre la duda. Tenían un buen rato diciéndole de esa manera que de repente pareció extraño llamarla de otra forma—. Creo que tengo que pensar en algo mejor.

Su reloj indicaba estar en tiempo justo. Así que no habría necesidad de pasar al edificio. El clima aquella noche era fresco por lo decidió esperarla afuera del auto.

Mientras tanto se puso a meditar lo del sobrenombre algo que fuera lindo y fácil de decir. Tenía en mente algunas ideas pero analizando mejor las cosas no se sentía con el suficiente valor para decirle “bebé” o “princesa” a Alondra.

—¡Ay, qué vergüenza! —se cubrió el rostro al imaginarse decir esas palabras. Si, podía ser romántica y lo que sea pero había un límite para todo.

Estaba tan sumergida en sus pensamientos que no se dió cuenta cuando ella llegó. 

—Ya estás aquí —Alondra se acercó como de costumbre abrazándola y besándola brevemente—. Nos vamos.

—Si, eh… —se puso nerviosa— bebé…

—¿Dijiste algo?

—No. Nada —subió al auto, derrotada en su primer intento por conseguirlo—. Vamos. 

***

—Con permiso. ¿Compraste lo que te pedí? —se apresuró a colocarse el delantal mientras Mónica dejaba sus bolsos en la encimera.

—Si. Está en la alacena.

—Bien —terminó de atarse el cabello. Tenía pensado hacer algo sencillo que no le robara mucho tiempo que bien podría ser aprovechado para convivir con su novia—. No demoraré. Te aviso cuando esté listo.

Teniendo las manos ocupadas, Alondra ladeó el rostro para pedir de incentivo un beso de la morena. Ella, tardando sólo una fracción de segundos en captar su petición se apuró a pagar con la “moneda" que más le gustaba usar.

—Muy bien, cari…ño… —Había salido medio bien. Sólo que su novia estaba concentrada cortando los vegetales.

Como lo prometió, la comida estaba hecha en poco tiempo. Alondra se apresuró a servir los platos luego de ir a la sala para informar a Mónica que guardara sus documentos para ir a cenar.

—Ya no puedo comer más.

—Entonces, hay que guardar esto para después —llevó el sobrante al refrigerador, en lo que Mónica se apresuraba a levantar la loza sucia y buscar algo de beber—. Oye, se que te gusta tener el refrigerador lleno pero al menos trata de comprar en menor cantidad —comentó la chef. A menudo se topaba con volúmenes de vegetales o carne que eran desechados al final del día—. Y no compres cualquier carne.

Sonrisas y Sabor (Chicaxchica)Where stories live. Discover now