The Hunter of Demons © HDM#2 [+21]

8: Juguemos... cazadora

Domingo 5 de septiembre del 2023

7:30pm

Asmodeo

Tengo bastantes interrogantes en esta retorcida cabeza, todas y cada una de ellas va dirigida hacia Evangeline. Por esa razón, tuve que mover mis dotes y hablar con satanás, le informé que: su audiencia con la cazadora tendrá que esperar ya que, sería bueno averiguar por qué la Corte Celestial la desea, por eso el maestro me concedió una conversación con un ángel, lástima que este se haya negado de una, muy mala manera, que no soporté para nada.

Que descortés de su parte, para su suerte, yo si tengo modales...

—¡Basta! —gritó en desespero, no me detuve de sacarle la próxima uña con mi encendedor. La sangre brotó, al tiempo, que se deslizaba por su carne maltratada, dejándola ver al rojo vivo, el eco de sus gritos no me importó en lo más mínimo.

—No grites tanto... te lastimarás la garganta, y en el cielo no podrás cantar tus lindas alabanzas —dramaticé, lo último poniéndole una fingida cara triste. Agarré su mano con fuerza y saqué su quinta uña, en un jalón fuerte y brusco que lo hizo estremecer.

—Cuando el cielo sepa esto tú...

Interrumpo su amanezca.

—Si no me vas a dar la información que quiero, es mejor que hagas silencio —le lancé una mirada de advertencia, mis dos ojos rojos con la molestia bailando en mis pupilas. El ángel de piel morena y ojos azules se enderezó en la silla—. Pero... —puse el encendedor a un lado. Mi mano acarició sus otros restantes dedos, con una lentitud peligrosa—. Te dejaré las que quedan... —sonreí con descaro.

—¡N-no diré nada! —masculló, con una ira enfogonada en sus ojos.

—¡Vaya! A los ángeles les agrada que los torturen —bufé—. Solo te advierto qué, tu muerte será muy lenta, tanto que desearas que Dios baje y te lleve devuelta a sus confines —saqué el pañuelo de mis pantalones y sequé la sangre del ángel de mis manos.

La piel del ser de luz esta completamente llena de sangre, podría reírme en su cara, tal vez lo haga, porque es tan patético. Satanás lo envió con la excusa de conversar sobre algunos tratados que tenemos con el cielo, pero cayó en una trampa, al inicio intenté dialogar con él, con mucha educación; sin embargo, mi paciencia tiene un límite, tan corto como el hilo de la muerte, por esa razón terminó lleno de sangre, los pies lastimados a casusa de que no tiene uñas, le corté las orejas, y para bajar el nivel en este juego, también le estoy quitando la de las manos, lo amarré con sogas especiales para que no pueda escapar, fui tan cortes con él que le busqué una silla, no está muy limpia porque aquí me divierto para matar a otros ángeles, pero al menos esta cómodo, al fin y al cabo, es mí invitado.

—¿Seguro? —indagué con diversión.

Me levanté de la silla y fui hasta la mesa donde tenía todos mis utensilios de tortura, ya no seré paciente, tengo tantos cuchillos aquí, también pinzas, pero me iré a lo ambiguo, tomé el hacha, el filo brilló entre la casta luz de la lámpara colgante.