—Chicos, ¿están todos bien? —Es lo primero que pregunta Thomas al volverse dueño de su voz y después de acomodarse mejor al ambiente que nos zambulle.

Heather masculló que un sí y a duras penas, respondió con humor:

—Estoy totalmente segura de que hemos acabado de llegar al maldito infierno. Siempre pensé que tú terminarías aquí, Teresa, pero yo no. —Se escuchó con claridad su característico bufido de siempre, pero ninguna de las dos dijo nada más.

—Me duelen los ojos, pero creo que estoy empezando a acostumbrarme a la luz. —Brenda se reúne con él, y le tiende su propia mochila. La sujeta con cuidado y la sube por sus hombros.

—¿Podéis haber cubierto con algo los suministros de vuestras mochilas? Yo he cubierto con una segunda manta que tenía la comida para protegerla del calor. En tu caso, Ethan, solo tienes una manta, así que para ti es imposible. ¿Pero y los demás?

Todos comienzan a decir que han tenido la misma idea, y me tranquiliza saber qué es posible que podamos guardar varias de nuestras comidas para reservas futuras. Sujetando un hombro de Brenda, le doy las gracias.

—¿Y eso por qué? —Su ceño se frunce y parece no entender qué nos ha salvado a todos.

—Tu idea de cubrirte la cabeza fue lo que nos ha ayudado a protegernos, Brenda. Por algo te tatuaron la invicta. —Ella se carcajea ante la mención de su idea, y parece orgullosa; y dándole un pequeño abrazo rápido, admito que no sé qué haría con mi vida si ella no estuviese.

—La que nunca muere, tu lo has dicho.

Más que nada por curiosidad, me fijo en el suelo que pisamos y en qué jamás había visto algo parecido en mi distrito, mucho menos en los juegos. Me arrodillo suavemente, y rozando este con mis dedos, me doy cuenta de que solo se compone por grandes cantidades de polvo y suciedad. También hay piedras grisáceas.

—Sin duda estamos en un páramo. —Teresa dice y aunque nunca haya tenido la oportunidad de ver uno, sé por seguro que si conseguimos salir de aquí, no volveré a esta zona abandonada y perdida nunca.

Dando otra vista a mi alrededor y hasta donde alcanzaba a ver, se extiende ante sus ojos una vasta planicie de tierra seca y estéril. No hay colinas ni valles, únicamente un mar amarillo anaranjado de rocas y polvo. Trémulas corrientes de aire caliente humeaban en el horizonte, elevándose como si cualquier resto de vida que hubiera allí se estuviera evaporando en el cielo azul pálido y sin nubes. No veo nada más realmente interesante hasta que me quedé mirando en la dirección opuesta; una misión complicada pero al final lo consigue. 

Una línea irregular de montañas se elevaba en la distancia. Delante de ellas, quizá a mitad de camino entre aquel lugar y donde se encontraban, había un grupo de edificaciones bajas que semejaban a una pila de cajas abandonadas. Tenía que ser un pueblo pero, desde la lejanía, era imposible determinar el tamaño y además, era algo imposible tras que por el mismo discurso del presidente mantuvieran en su mente que se trataba de un sitio deshabitado. El aire caliente provocaba ondulaciones delante de los edificios y borroneaba todo lo que estuviera cerca del suelo.

El sol blanquecino ya se había ubicado a nuestra izquierda y parecía estar hundiéndose en el horizonte, lo cual quería decir que aquel era el oeste. Por lo tanto, el pueblo y la cadena de rocas blancas y rojas debían estar apuntando al norte, adonde se suponía que ellos debían dirigirse. Como si una porción de su pasado hubiera resurgido de las cenizas, su sentido de la orientación lo sorprendió; aunque presentía que también era por su vivencia en los juegos.

—¿Qué tan lejos piensan que están esas construcciones? —preguntó Brenda y después de haber escuchado sus voces resonar como un eco en el túnel largo y oscuro, sus palabras se escucharon como un leve susurro.

𝐓𝐇𝐄 𝐒𝐂𝐎𝐑𝐂𝐇 𝐓𝐑𝐈𝐀𝐋𝐒 𝐈𝐍 𝐅𝐈𝐑𝐄 | Newtmas ( au ) [✓]Kde žijí příběhy. Začni objevovat