Día 1. Piratas y sirenas

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De sirenas caprichosas y piratas tercos

Jace se había cuestionado muchas cosas en su vida, nunca cuanto amaba a su hermano Lucerys, hasta ese momento. Justo hasta ese maldito momento.

Oh, Jace de verdad odiaba a los piratas.

La vida nunca fue fácil para él. Sus padres murieron en mar abierto buscando una sirena, y con ella la cura a la enfermedad del recién nacido Joffrey, sin embargo, los tres murieron el mismo mes, dejándolos huérfanos y rotos. Fueron puestos bajo el ala protectora de Daemon Targaryen, su único familiar vivo y también el pirata más temido del Caribe.

Se mudaron a un apacible pueblo costero, de donde su tío era oriundo, con su anciana vecina cuidándolos como si fuera una abuela estricta. Daemon volvía un par de veces por año, trayendo regalos extraordinarios, oro e historias asombrosas que los dejaban emocionados por semanas.

Todo iba relativamente bien. Jace se convirtió en aprendiz de médico y su hermano ocupaba sus tardes jugando con un niño desconocido que lo hechizó desde su primer encuentro. Lo único que sabía era su apodo, Mon, y que, según Lucerys, era muy, muy hermoso. También tenía a Lucerys muy, muy enamorado.

Fue una tragedia absoluta cuando su amistad se rompió por un accidente del que su hermano nunca quiso hablar. Poco después, Mon se mudó a Londres, dejando a Luke inconsolable no solo por meses, sino por años. A veces se preguntaba si tendría una capacidad de amar tan grande como la del menor, que lucía como si Mon le hubiera arrancado el corazón, y con este, la oportunidad de enamorarse de alguien más.

La siguiente prueba a la que Jace se enfrentó fue la profesión de Lucerys. Pirata.

Le rogó, suplicó y amenazó, nada sirvió. La próxima vez que Daemon tocó puerto se llevó a Luke con él, dejándolo roto de nuevo. No vio a Luke por meses, casi un año.

Cada vez que regresaba se veía y actuaba diferente. Más alto, fuerte y moreno, con manos curtidas y cicatrices nuevas. Su temperamento dulce, nervioso y tímido jamás volvió. Cada vez era más y más parecido a Daemon, pícaro, intimidante y temperamental.

Y, aun así, luego de que Lucerys se disculpara por abandonarlo tan cruelmente, lo amó como siempre. Lo visitaba numerosas veces al año, colmándolo de obsequios, a pesar de sus negativas, relatándole sus aventuras, siendo tan suave como podía serlo ahora. Solo una vez preguntó por Mon, su reacción le dejó claro que, a pesar de sus numerosos amoríos y compañeros de cama, su misterioso amigo de la infancia todavía tenía su corazón cautivo.

Así transcurrió una década. Jace logró ser médico, Lucerys un pirata, capitán del Dragón Marino.

Esa noche, regresando de atender el parto de la hija del herrero, el cielo caía sobre su cabeza. La lluvia fue tan repentina y estridente que debió darle un mal augurio, como tanto profesaba su difunta cuidadora. Pero Jace lo ignoró, pues él no era un campesino crédulo. Qué idiota.

Entró a su hogar, el mismo desde que llegó hace dieciocho años. La casa estaba en completa oscuridad, tal como la dejó. Jace se quitó la capa empapada y sus arruinadas botas de cuero, desechando todo en el vestíbulo de entrada. Colocó su bolsa con sus herramientas en la mesa del recibidor, prometiendo regresar por ellas después de un baño caliente y una taza de té que le templara el frío de los huesos.

—¿Siempre eres así de descuidado? —tarareó una voz.

Jace se sobresaltó y se giró en la dirección del ruido, con el corazón latiendo tan fuerte que le martillaba en los oídos. Notó una figura en la división entre su sala y el pasillo a las habitaciones. Un rayo rompió el cielo, dejándole ver una enorme sombra recargada en la pared.

Cuando el sol y la luna se enamoran [JacegonFebWeek2023]حيث تعيش القصص. اكتشف الآن