"Nos amamos demasiado, tanto que una vida no fue suficiente para ambos"
70 años atrás, una pareja juro amor eterno, quien diría que la vida arrebataria la oportunidad de un final feliz para ambos.
En la actualidad, Chishiya Shuntaro y Azumi Nakamu...
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Shuntaro... —
¿Realmente le importe en algún momento? Ya no estoy tan segura de ello, aunque quizá lo que vivimos en verdad no significo nada, y yo fui la que se dejó llevar.
Había pasado toda mi vida siendo usada por mis padres, y ahora estoy nuevamente en aquel papel. Chishiya me uso a su conveniencia. Me destruyo apenas supo que lo quería, aunque me niegue a admitirlo, él jamás sintió algo por mí.
—Azumi... —Me miró. Sus ojos estaban vacíos. Su expresión seria. Me dolía tanto no ver ni una gota de arrepentimiento en su rostro. Me sentía atrapada en el infierno que yo misma había creado. Me centre tanto en mi dolor que ni siquiera note que Chishiya se estaba acercando a mi cuerpo herido.
—Dime que no te lastimo. —. Dijo con un tono de desesperación al notar mi rostro moretoneado y claro, mi labio sangrante.
—¿Quieres una respuesta? Me hizo lo que le hace a todas las chicas que no le hacen caso—Contesté con el tono más suave posible, pero por más que tratara, la voz sollozal logró salir. Junto con las pequeñas lágrimas que se escaparon de mis mejillas.
Chishiya jamás había sido alguien vengativo, él sólo pensaba en su propio bienestar y eso lo mantenía ocupado en pensar en la venganza. Pero al ver su rostro al escuchar mis palabras. Su mirada cambió tan de repente.
—Azumi... Azumi perdóname. Sé que no sirve de nada, pero me encargare de que me creas—Me mantuve en silencio. No tengo idea de que decirle. Lo quería pero, ¿Cómo podría perdonarlo?
—Dejaste que Niragi me llevara con él... ¿Quién hace eso? Chishiya, no soy Alice, ni algún experimento tuyo. Era tu amiga. —. La voz de agonía salió de mis labios. Las lágrimas empezaban a caer y sinceramente ya no me importaba.
—Aguni me mintió, él... Él me prometió sacarte de aquí. —. Sentía el miedo en su voz. La dureza con la que hablaba había desaparecido.
Aún así, él rencor seguía en mi cuerpo. No podía verlo sin tener ganas de asesinarlo.
Seguía en silencio, no salían palabras de mi boca. Solo mi mirada reflejando el dolor que sentía.
—¿Por qué debería creerte? —Cuestioné mientras notaba cómo su expresión cambiaba de repente, aquella que jamás había visto, pero parecía que la conocía. Pues no recibí sorpresa al ver como su mirada dejaba de llevar rabia y dolor, y ahora sólo estaba llena de calma.
—Porque pasamos muchas cosas juntos, y se que fui un bastado por dejarte sola, pero así como perdiste mi confianza, haré que la recuperes —Por primera vez en todo este infierno, logro sorprenderme. Sentí como mi corazón se ablandaba a sus palabras. Odiaba esa sensación. Quería odiarlo, pero al mismo tiempo me sentía culpable por tener tal sentimiento.
