La dulzura es peligrosa

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KyuHyun tomó asiento en la lujosa silla de su impresionante estudio y miró con frustración la gran pila de papeles frente a él. Debía ponerse a trabajar, cuanto antes, pero simplemente no podía hacerlo pues lo único que ocupaba su mente era Kim RyeoWook.

¿Cómo le hacia ese chico para poder molestarlo con tan poco? Debía ser una habilidad nata, y una que estaba llevándolo al centro de la locura.

Solo había pasado una semana desde que KyuHyun llevó al inestable chico a su mansión para cuidarle y sólo ese tiempo había sido suficiente para poner la casa de cabeza.

Primero intentó ser hospitalario con su "invitado", por consejo del mismísimo Kangin y sus cosas raras de abogado, claro, por lo que planeó darle al mocoso la mejor habitación –después de la suya–, pero RyeoWook se empeñó en ir a una habitación de empleados, aquella cuales ventanas daban directo al jardín y Kyu no tuvo más remedio que acceder a tan extraña petición.

Lo segundo fue escuchar su voz retumbando por las paredes del lugar, cual eco molesto, gracias a esas cancioncillas que al mocoso loco le gustaba interpretar para cualquier ocasión. Y sí, no era exagerar decir que tenía una canción para toda actividad que pudiese existir: la canción de los buenos días, la canción para gracias por la comida (ya fuese desayuno, comida, cena o aperitivos), la canción para ir al jardín, la canción para ir a dormir... ¡Incluso había inventado una canción para "la hora de los medicamentos que saben muy mal"!

Al día siguiente, cuando el empresario regresó a casa, casi le explota la cabeza al encontrar a toda la servidumbre sonriente porque "El adorable y joven amo RyeoWook se había hecho cargo de cocinar la comida para todos", y dicho y hecho, al sentarse a cenar el mocoso en cuestión entró en el lugar repleto de harina y con todo el delantal sucio, entregándole un exquisito plato que, a palabras del dueño de la mansión, era imposible que él hubiera cocinado.

Elegir una habitación más que mediocre, pasable; sobre todo porque no tenía que verlo o tratar con él al despertar. Cantar por todo, soportable; por increíble que pareciera poseía una voz increíblemente prodigiosa y aunque las canciones fueran ridículas era que satisfactorio escucharle. Cocinar, aceptable; sobre todo si sus platillos poseían ese sabor exquisito que ni sus chefs privados podían alcanzar. Pero lo que no podía soportar, incluso por mucho que luchara consigo mismo para intentarlo, eran las manualidades del mocoso.

¡Esas malditas manualidades eran lo peor de todo!

El alto castaño ya no podía voltear a ningún lugar de su mansión si toparse con alguna clase de manualidad que RyeoWook hubiera hecho para "alegrar el lugar". Ángeles tallados en madera, dibujos de acuarela y/o crayones, flores de cualquier tipo de material adornando, raras esculturas de reciclaje y, por si fuera poco, todo era en demasía de excelente gusto y magnífico trabajo... Quizá se dedicaba a ello antes de que lo atropellaran y perdiera la memoria.

Y sí, esa fue a la conclusión final a la que KyuHyun había llegado después de platicar un poco con él y escuchar su idea de ir cayendo sin control desde un lugar que parecía más lejano que Plutón –porque sí, también el mocoso se encontraba estudiando con verdadero esmero dentro de su biblioteca día a día–, para sin más terminar frente de su auto.

–Ese mocoso me volverá loco...

Y no, aquello no era ninguna broma.

–Hey, KyuHyun, ¿alguna razón para esa cara?

El mencionado soltó un sonoro rugido cuando su abogado había entrado a su oficina sin ser anunciado. De seguro RyeoWook le había dicho una vez más al mayordomo que no debía anunciarlo ya que Kangin era un amigo y no una visita inesperada, pues "las visitas de amigos son siempre bienvenidas" según sus palabras.

Desea con Fuerza「Fanfic|KyuWook|CONCLUIDA」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora