Capítulo 7

20 13 0
                                    

Lágrimas.

Sollozos.

Desespero.

Angustia.

   Limpié mis mejillas que estaban mojadas de tanto llorar. Las ansias se apoderaban de mí y creí caer en la desesperación.

   Habían pasado un par de años desde que papá se fue de la casa y no volvió, después de esa última noche donde todo se había salido de control.

NO.

No voy a recordarlo, no ahora, no es el momento.

   Leí una vez más los papeles en mi mano, la presión en mi pecho aumentaba y la rabia junto con eso.

Porque poco a poco, me estaba llenando cada vez más de rabia.

   Porque me sentía insignificante, débil, inútil, quería hacer más, pero no podía y eso me enfurecía.

   Ya no estaba papá, no sabía si tomarlo como un alivio al principio pero ahora sentía que me había equivocado, él hacía falta aunque odiaba admitirlo.

   Nunca nos había faltado nada cuando vivía con nosotros, a pesar que seguíamos siendo una familia pobre y humilde él trabajaba y nos ayudaba.

   Luego que nos dejó, mamá tuvo que trabajar el doble y ya casi ni estaba en la casa. Nos restringimos de muchas cosas que nos gustaban, comida y ropas buenas, salir de paseo, comer cosas ricas en la calle, tener internet, celebrar días festivos con algunos “lujos”… Y está bien, a pesar que me entristeció me sentía bien, porque estábamos unidos, mi madre, mi abuela y yo.

  Juntos me parecía que éramos invencibles, que no necesitábamos de nadie más, que podríamos vencer cualquier batalla.
Pero otra vez estaba equivocado.

   Mi abuela había comenzado a tener muchas dolencias hacía unos meses. Trabajaba en una casa de familia y hasta tuvo que dejarlo por los malestares.

Ayudé a mi mamá a vender cosas en la escuela y logramos reunir para sus exámenes, jamás me imaginé la posibilidad de que las cosas empeoraran tanto.

Artritis, osteoporosis y Diabetes.

   Tres enfermedades de un coñazo, como si era una prueba del mismo infierno y el mismo diablo se reía en nuestras caras.
En el momento que mamá llegó con mi abuela del médico y me mostraron el sobre, solo pude actuar como siempre.

__ Todo estará bien, te mejoraras abuelita, te prometo que ayudaré en todo y estarás bien. No dejare que me abandones, no te lo permitiré.

   Mi mamá y mi abuela habían llorado y yo las abrace muy fuerte y les di mi consuelo, sentí como se tranquilizaban. Les preparé la cena, vimos novelas juntos y las dejé descansar.

   Pero al entrar a mi cuarto no pude aguantarlo más y me derrumbé.
Aquella coraza, aquel muro que creí invencible, comenzaba a desmoronarse.
De solo pensar que podría perder a una de ellas…

NO.

NO.

Y NO.

No lo permitiría.

Haría lo que fuera para que nada le pasara.

Trabajo, conseguiría un trabajo, la escuela y los estudios podían esperar.

La Vida No Es BellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora