Aterrizó en el jardín de Hestia que era donde sabía que podría estar en paz por un momento, pero no era lo que le esperaba de ese lado, porque estaban Hestia, Atenea y Artemisa reunidas recolectando algunas flores. Se maldijo así mismo por haber venido en el peor de los momento. En el momento que estaba por chasquear nuevamente sus dedos fue interrumpido por la voz de Atenea.

—¡Percy! Por fin estas de vuelta, tengo algunos favores que necesito —no podía simplemente ignorar esa voz y sabía que lo hacía deliberadamente. Se detuvo, respiró hondamente, había salido del sartén para caer en las brasas.

—Atenea... —saludo con una ligera reverencia, ella le dio una mirada de disculpa que no podía aceptar, pero tampoco podía negarse, no iba a escarpar asi por asi.

—Vamos ¿Por qué no te unes a nosotras? —la voz de Hestia también le pesó en el corazón. Percy sabía que tal vez no había vuelta atrás.

—Si, claro... —Percy escuchó la típica actitud de Artemisa y no pudo pensar en que iba a ser un suplicio todo esto, pero no se iba a dejar ahuyentar, es ella quien tendría que ser la incómoda en todo esto. No iba a retroceder.

—Bueno, ya que insisten —se acomodó al costado de Hestia con una pequeña reverencia. Atenea no podía dejar de sonreír, porque esto es lo que esperaba de Percy, que se revelara ante la rudeza de Artemisa.

—¿Qué tal el viaje? —Hestia siempre tenía una sonrisa en el rostro y trataba de que la reunión no se saliera de control.

—Hemos estado en muchos lugares, fue increíblemente desgastador —Atenea podía percibir el agotamiento de Percy, personalmente había preparado el recorrido para que Travis se convirtiera en un guerrero de elite, pero también había sido desgastante para el propio Percy, se congratulaba de haberlo hecho transpirar un poco.

—Me imagino ¿lograste contactar con los dioses que te indique? —Percy asintió con una mirada un tanto graciosa, porque sabía que Atenea lo disfrutaba.

—Si, nos recibieron muy bien y nos entrenaron hasta el agotamiento —Hestia le dio una sonrisa de satisfacción porque quería que Percy tuviera éxito en su misión.

—Suena como que no estabas preparado para ello —el susurro de la voz de Artemisa, por un momento Percy sintió una ligera alteración en su humor, pero no iba a ceder, trataría de no prestarle atención.

—Artemisa —le regaño Hestia tratando de que no se iniciara una disputa.

—Déjala, deber ser duro no poder hacer nada más que existir —la voz de Percy sonó tan sarcástica que hasta la propia Atenea se sintió tentada a regañarlo, pero no se atrevía, este era el juego de Percy.

—Ni siquiera te quejes, tu empezaste —Artemisa resoplaba porque no podía contestar en el tono que quería, después de la charla con Apolo algo en ella estaba tentada a bajar la guardia para no poder la oportunidad de volver a la normalidad, pero se resistía a perder esta pelea.

—¿Dónde está Travis? —la sonrisa de Percy hizo que hasta Hestia se sintiera temerosa del estado del hijo de Hermes, quien seguro ya sabría que su hijo estaba de vuelta.

—Tal vez muerto... —sus palabras fueron siniestras, pero con un toque de maldad juguetona que Atenea pudo identificar; sin embargo, Artemisa disfrutaba de saber que un macho más pasaba de este mundo.

—No me digas que... —Hestia trago amargamente. Atenea por otra parte sabía de lo que podía tratarse. Esto sería divertido. Cuando se había enterado de la forma en que se había llevado a Travis del campamento se había sorprendido y esperaba el día del inminente reencuentro de estos amantes para que recibiera su merecido.

Algunas cosas toman tiempoWhere stories live. Discover now