Cap. 28 Cambio de aires

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Ellen ha demorado su salida al pueblo de sus padres, debido a la visita de Laia. 

Finalmente, las dos chicas han podido aclarar sus diferencias y Laia ha decidido volver al piso que tienen compartido. 

Después de todo lo que su amiga le ha contado, Ellen se ofrece a posponer su viaje para quedarse con ella, pero Laia no se lo permite. 

Le ha confesado que ha pasado una etapa algo oscura. Se había sumergido en su labor como acompañante para los clientes de la empresa de su padre y, por voluntad propia, había querido sobrepasar ciertos límites. Había encontrado en esa vida algo frívola una vía de escape para sus remordimientos. Y además de con sus clientes, también había empezado a coquetear con las drogas. 

Echaba la culpa a Jared de todo lo que le ocurría. Y el hecho de pensar que Ellen la había traicionado, se sumaba a esa excusa que le daba más fuerza para apartar la razón de su comportamiento. Pero encontrarse con Ellen en la comisaría la había hecho recapacitar. Su reacción no había sido la más correcta, pero cuando tuvo tiempo para pensar, y después de lo que ella le había dicho, pensó que estaba siendo demasiado injusta y egoísta, por eso tomó la decisión de ir a hablar con su amiga.

Ellen se alegraba de que Laia hubiera recuperado la cordura y hubieran retomado su amistad. No llegaba a comprender el comportamiento de su amiga, pero prefería dejar a una lado la razón, para brindarle su apoyo. Le habría gustado poder ayudarla y se lamentaba por no haber actuado de otra forma. 

Se sentía culpable por haber tomado la justicia por su mano, por haber tramado todo ese plan, que, evidentemente, no era perfecto, aunque tampoco había imaginado que podría desencadenar todo lo que había ocurrido.

Aunque le había ofrecido a Laia su compañía, seguía teniendo la necesidad de huir, de alejarse y reflexionar. Que su amiga la animara a hacerlo, fue un alivio para ella. Estaba segura de que unos días en casa de sus padres, le ayudaría a ver las cosas con mayor claridad, a borrar los malos recuerdos y a apartar esa pesada sensación de amargura que todavía yacía en su pecho.

Hablar con Laia la había ayudado a disipar la rabia y la decepción que sentía hacia Jared, pero no así el dolor que le provocaba el recuerdo de Caleb.  Se sentía traicionada pues, aunque comprendía que quisiera defender a su hermano y que no dudara de él, creía que contaba con su confianza. Creía que había algo entre ellos, que lo que sentía por él era recíproco, que la conexión entre ambos era real. Sin embargo, ahora pensaba que todo había sido producto de su imaginación, que él la había utilizado, pues ella sí que había sido sincera, aunque al principio no lo fuera del todo.  Y Caleb le había ocultado que Jared era su hermano. ¿Por qué lo había hecho?

Le gustaría preguntárselo. Tener la ocasión de hablar con él y pedirle una explicación de todo lo ocurrido. Pero pensaba que lo mejor era poner tierra de por medio. Tierra y tiempo. Para aclarar sus pensamientos, pero sobre todo, sus emociones. 

Tal vez no volviera a verlo nunca más. 


Ellen llega al pueblo cerca de las 9 de la noche. Su madre la está esperando en la cocina, con la cena preparada, mientras su padre está arreglando la caldera de una de las habitaciones. 

En cuanto la ve entrar, sabe que le pasa algo a su hija. Pero como madre prudente que es, prefiere esperar a que Ellen se sienta cómoda para contarle lo que quiera.

Como es temporada alta, la casa de huéspedes está prácticamente llena. Solo queda la pequeña cabaña que está apartada del edificio principal, en la que están haciendo unas pequeñas mejoras, que se han demorado demasiado y ha impedido alojarse a la familia que cada año la reserva, obligándoles a posponer sus vacaciones una semana más.

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