Entonces me obligué a mi misma a controlarme. De nada me servía enloquecer frente a esta situación, nada cambiaría... pero pensar, eso si que era de ayuda.

Las preguntas racionales comenzaron a atacar mi mente, preguntas que podrían resolver algo... o tal vez no. ¿Habrían visto los De Villiers mi caída o como desaparecía en el aire frente a todo mundo? Realmente esperaba que sí, porque, aunque tal vez que me hayan visto no fuera de mucha ayuda, ellos, con todo y su halo de misterio inicial, me inspiraban confianza, tal vez Gideon (Matthew, volví a reprenderme mentalmente, ya que siempre olvidaba que no había razones para no llamarlo así) no completamente pero sus padres eran una cosa aparte.

Era como si Gwen y Gideon pudieran cambiar lo que fuera que estuviera mal.

Sacudí mi cabeza, como negando la afirmación que se había generado en mi cabeza. Simplemente no podía estar pensando en una situación como esta que aquellas personas eran algo parecido a mágicas. Aunque eso ya no sonara tan imposible.

Y tampoco era posible que aun tuviera grabados, como con fuego, los ojos de Matt en mi cabeza, con todo y su verde intensidad. Esperando ser descifrados y... ¿por qué demonios estaba pensando en eso ahora?

Tal vez era alguna clase de shock post-traumático.

Y entonces lo vi. Era lo único que necesitaba ver para saber en dónde estaba y aunque tal vez no consiguiera con eso regresar a mi época, tal vez, si los De Villiers eran tan inteligentes como lo pensaba, por lo menos sabrían donde estaba.

Siempre había vivido en la misma casa, construida de piedra, de dos pisos, que aún no se encontraba en aquella calle del pasado; pero desde el primer momento que recuerdo sobre haber salido de la casa y voltear hacia la derecha y ver los antiguos escalones de la casa de al lado, recuerdo haber visto una marca, aquella marca, que en aquel momento aún no se encontraba tallada o pintada sobre el costado de esas escaleras.

Y no era cualquier marca. Era un número. Era el número 1946.

Y ¿por qué no creer en las coincidencias? Era absolutamente posible que me encontrara en ese año y a conciencia hubiera colocado la señal sobre los escalones, donde era más que seguro que la vería... y tal vez, solo tal vez, eso ayudara en algo. Por lo menos, en caso de que los De Villiers ataran los cabos podrían explicarles a mis padres dónde estoy.

Así que me dispuse a tratar de generar esa marca con todo lo que encontré en mi mochila, de manera que la marca se quede ahí durante más de 70 años.




-Gideon...¿Qué acaba de suceder? -fue lo primero que dijo Gwen, con voz temblorosa pero sobre todo confundida, en cuanto Val se desmaterializó frente a sus ojos- Ella estaba ahí hace solo un segundo, y cuando desapareció...fue como...como...

-Como si hubiera viajado en el tiempo -completó Gideon -. Lo sé.

En cuanto habían notado aquella anormalidad se habían apeado del auto, esperando a tener noticias o por lo menos pistas de que había sucedido.

En momentos como ese Gwen extrañaba terriblemente a Xemerius, que no los había podido acompañar por ser "un daimón demasiado importante como para viajar en avión", ya que él la hubiera tranquilizado con alguno de sus comentarios. Aunque bien pensado ella extrañaba sobre todo tener algún fantasma cerca, fuera cual fuera.

-Pero eso no es posible -intervino Matthew -. Solo hay doce viajeros en el tiempo...

-Y tú -le corrigió su padre.

Piedras Preciosas. Una nueva generación.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora