Capítulo 8

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El expríncipe se arrodilló y bajó a Octavia al suelo. Él lucía derrotado pero con una pequeña sonrisa en su pico.

— Está bien... Confío en sus... habilidades. Pero tengan cuidado.

Loona no perdió la oportunidad de correr hacia Octavia y darle su mano. Blitzø se mordió la lengua para no chillar de pura emoción porque se suponía que era un adulto. Loona estaba tomándose muy en serio su rol en la pequeña manada que habían armado en esa casa. En especial cuando se trataba de proteger a Octavia. Y la pequeña búho la adoraba por sobre cualquier otra cosa. Blitzø había dejado de ser una novedad para Octavia cuando Loona llegó, pero a él no le molestaba. Después de todos los malos tratos y soledad que Loona había tenido entre sus pares, era lindo verla tan dedicada con alguien más.

Loona estaba llevando un vestido negro con fases de la luna rodeando su cintura. En contraste, Octavia llevaba un overol rosa chicle con una camiseta blanca por debajo. Stolas era partidario de dejar escoger a su hija qué podía usar y a veces terminaba con algo muy chillón para los delicados ojos de Blitzø. El expríncipe le puso a su hija una de esas mochilas con correa, esta de color amarillo chillón en forma de estrella, así que Blitzø iba a poder encontrarla aún en una estampida.

Loona tomó la correa con sonrisa burlona.

— ¿Aún tendrá que usar el baño o los arbustos estarán bien para ella?

— Oh, muy graciosa. —Stolas se cruzó de brazos sin estar realmente enojado— Pero si sigues actuando como una listilla, te conseguiré una mochila igual.

— ¿Ponerle una correa a un can infernal? Eso es discriminación. —Loona señaló a Stolas con su dedo y cuando notó la culpa en los ojos del otro demonio, ella rio con fuerza— Solo bromeo, relájate.

— Loony, no mortifiques a Stolas. Soy yo el que tiene que consolarlo después. —Blitzø se burló y dio unos golpecitos a la van— ¿Nos vamos a ir o qué?

— ¡Sí! —Octavia comenzó a jalar a Loona hacia la van.

Blitzø ayudó a subirlas y miró a Stolas, visiblemente nervioso pero con una sonrisa de ánimo. El sombrero de paja era algo ridículo sobre su cabeza y la camiseta roja de Loo Loo Land estaba tan desgastada que se caía por sobre su bonito hombro. Él quería morder a Stolas justo ahí porque la mayoría de ropa que el demonio usaba mostraba sus hombros.

Blitzø aclaró su garganta.

«Explosiones. Grandes y letales explosiones»

— Por favor, tengan cuidado. —Stolas rogó— Y si los vecinos dicen o hacen algo...

— Relájate, Piernas. El parque está aquí. Ni siquiera voy a sacarlas. —Blitzø levantó sus pulgares— Tú arregla el jardín para que Loona deje de contarme sobre fantasmas.

— ¡Aún si quita los cadáveres los muertos no se irán! —Loona gritó a su oído porque había bajado la ventana.

Blitzø dio un salto hacia el frente gritando a todo pulmón.

— ¡Loona! —Stolas apoyó sus manos sobre sus caderas.

— No eres mi padre. —Ella canturreó, con su mentón sobre el borde de la ventana— Ni mi agente.

Stolas giró los ojos y Blitzø levantó sus manos en señal de rendición.

— Solo... te lo suplico. Encárgate del jardín. —Él juntó sus manos y dio múltiples pasos hacia atrás rodeando la van— No quiero meterme con tu creatividad, pero ¿Qué tal algo lindo? —Blitzø comenzó— ¿Algo alegre? ¿Vivo?

— Se lo que hago, Blitzø. —Stolas arregló las plumas a la altura de su hombro descubierto— No tienes de qué preocuparte. —Le lanzó una mirada y una sonrisa sabelotodo se formó en su pico— El resultado final será de tu agrado.

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