Todo va mejorando en Seabrook. Pero, el día en el que estaban por dar el siguiente paso, en la inclusión de monstruos, un nuevo peligro llega. La llegada oficial de los aliens pondrá a todos en alerta. Y la vida reclamará a su mejor guerrera. Pero...
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No sabía si era mala suerte, o qué, pero no me crucé con los aliens en toda la primera parte del día escolar. O al menos con los tres que, sabía, me podían decir algo. En el descanso traté de buscarlos, pero encontré primero a Lena. No quería hacerlo, pero quería respuestas antes de hablar con ella, así que trate de evitarla. Eso no sirvió de nada, porque ella llegó conmigo antes de que pudiera "escapar".
— Tengo que hablar contigo. —dijo bastante... tranquila.
— ¿Tiene que ser ahora...? ¿Qué dijiste? —traté de bromear para poder... ir a buscar a los aliens.
— Que tengo que hablar contigo.
— ¿Vas a terminar conmigo?
— No, claro que no. ¿De dónde sacaste eso?
— No puedes llegar, decir "tengo que hablar contigo" y esperar a que no crea que vas a terminar conmigo. —ella me miró confundida, pero luego dejó salir una leve risita.
— Siendo tú, no sé cómo no me lo vi venir. Hablo en serio. Tengo que hablar contigo, lobito, vamos.
— Dímelo aquí, linda. Tengo que hacer algo.
— Es que también tengo que mostrarte algo y preferiría que los demás no lo supieran. Vamos. —comenzó a caminar para salir de la escuela, mientras me miraba. ¿Cómo se supone que le decía que no a ella?— Vamos, Wyatt.
— Ya voy. —acepté rendido. Tenía que aprender a decirle que no a esos ojitos.
Ella siguió caminando hasta llegar al exterior. Era el descanso, así que habían algunos cuentos caminando por los jardines. Lena no se detuvo hasta llegar a un lugar más o menos vacío. De vez en cuando pasaba alguna persona, pero no sé quedaban. Solo había un chico que hablaba por teléfono, mientras estaba sentado en una de las banquetas.
— Ok, ¿qué pasa? ¿Qué es tan importante? —la notaba... emocionada. A ver, ella no había cambiado en ese último tiempo. No era muy expresiva, pero sabía que algo la emocionaba. Ella miró a los lados antes de dejar su mochila en la banqueta más alejada del chico.— ¿Linda?
— Siéntate. —ambos nos sentamos en dirección al otro. Volvió a revisar que nadie nos observara, así que la detuve.
— Si alguien se nos acerca, te avisaré, tranquila. Muéstrame. —insistí. Ella colocó su mano lo más cerca posible de la banqueta, en ese pequeño espacio que quedaba entre nosotros. Los demás, seguramente no podrían verla por sus piernas. Luego comenzó a moverla de forma... extraña.— ¿Qué estás...? Wow. —casi al instante sentí una brisa fría que me rodeaba, pero fue solo un segundo.— Tú... ¿Tú lo hiciste?
— Sí. Es... raro. Hasta ayer no podía hacerlo, pero hoy en historia lo hice accidentalmente.
— ¿Hiciste qué?
— No fue nada grave. Quería pasar la página, pero el aire lo hizo por mí. Yo solo moví mi mano y pasó.
