Todo va mejorando en Seabrook. Pero, el día en el que estaban por dar el siguiente paso, en la inclusión de monstruos, un nuevo peligro llega. La llegada oficial de los aliens pondrá a todos en alerta. Y la vida reclamará a su mejor guerrera. Pero...
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Con el cabello castaño, mis padres no hicieron tantas preguntas. Bueno, no más de las básicas, creo. Estaban muy asustados con el asunto de los aliens y todo... eso. También por el supuesto ataque... hacia mí, y por el hecho de llegar tarde. Por suerte, el decir que Wyatt estuvo conmigo, los calmó mucho.
Ser un hombre lobo hizo que mis padres aceptaran que estaba a salvo de peligros externos, cuando estaba con él; y que tenga una personalidad tan encantadora, los convenció de que él no era ningún peligro.
Al día siguiente, solo hubieron algunos comentarios de que me mantuviera cerca de Wyatt, y ya. Parecía que solo me pedían tener cuidado con los aliens, por... lo que sea que me hicieron.
— ¿Lena? Tu cabello se ve... normal. —me dijo Bree cuando llegué a la escuela. Ella estaba con Bonzo.
— Sí, yo... supongo que lo que pasó fue un accidente. —tenía el presentimiento de que no debía comentar lo que pasó en la madrugada. Quiero decir, ni siquiera conocía a estas personas, pero ellos sí a mí... Era muy confuso.— Estoy bien, y mi cabello está bien. Eso es lo que importa.
Bonzo dijo algo en zombie, pero por suerte Bree lo tradujo.
— Sí. Eso, y que lo de estar en la competencia iba en serio. Estarán estos días en la escuela.
— Están... ¿aquí? Creí que solo los dejarían participar y ya. —ella se encogió de hombros, antes de contestarme.
— Llegaron hace varios minutos. Y no están... familiarizados con el lugar.
— Creo que ayer lo dejaron muy claro. —dije recordando lo que habían dicho del... planeta y lo demás. Mientras Bree narraba, con demasiados detalles, el incidente que tuvieron con los aliens antes de que yo llegara, vi a... cierta... persona detrás de ellos. Entrando a... la escuela.— ¿Me disculpan un momento? Acabo de recordar que tengo que... hablar con alguien con urgencia.
— Ah, sí, claro. —dijo ella con tranquilidad, y el zombie solo... sonrió.
Me alejé lentamente de ellos, y me acerqué a la persona. Parecía no notarme, por estar ocupado buscando a alguien.
— ¿Dónde están? —susurró con voz muy baja, pero yo estaba detrás de él, por lo que pude oírlo perfectamente.
— ¿A quién buscas? —se giró rápidamente y, aunque veía que lo había asustado, por alguna razón él dejó de respirar. Era el mismo chico que vi antes aquí, pero que ahora resultaba que pertenecía a esas... personas con cabello blanco brillante que parecían tener poderes.
— ¿Castaño? Buena señal, ¿eh?
— ¿Qué haces aquí? —repetí.— ¿Y por qué tu cabello es... un poco más claro que el mío?
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