XXXIV . Pantera negra

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—Solo espero que ella quisiera eso y no se viera obligada.

—No no creo, tranquilo.

Olivia salió del mar después de haber nadado esa larga distancia entre la isla y Talokan, tenía que dar clases y después ir a empezar con el pastel, comenzaba a arrepentirse de haberse comprometido pero esa mujer se veía tan feliz de que pronto vestirá de blanco que le nació hacerlo.

La realidad era que Olivia si deseo de niña vestir de blanco, tener hijos, una pareja, pero la circunstancias de la vida le quitaron ese sueño y del cual Ana o Fátima no pensaron nunca.
Pero cuando conoció a Howard ese sueño regresó y cuando se enamoró de Namor las ilusiones parecían reales.

Al llegar primero fue con Yamil, viendo a toda la gente ya empezar con sus actividades, llegó con ella viéndola comer con su pequeña.

—¡Hola! Pasa, me alcanza para tu desayuno.—Se levantó para invitarla, haciéndola entrar en confianza.

—Gracias ¿Estás segura?—Algo apenada.

—Si, tú siéntate.

Se sentó para ver a la niña delante de ella mientras Yamil le servía de comer, esa casa era pequeña pero suficiente para estás mujeres solas, volteó a su derecha viendo una ventana que daba perfecto al mar en movimiento, podías ver todo su horizonte con ella.

Recibió enfrente de ella unos frijoles con papas y rajas, empezó a comer gustosa, le pareció rico.

—Antes de ir a la escuela ¿Te parece si te muestro tu casa? Ahí deje las cosas que te regalaron.—Señaló junto a su cama al fondo del cuarto.

—Vale si.—Les sonrió a ambas.

Desayunaron amenas entre pláticas y el ruido de las olas que saludaban a la pequeña isla.

Yamil le limpió la boca a su hija que comía sola y también no de lo mejor, estaba intentando quitarle la teta pero no era fácil y aunque estos días había estado muy llorona por lo mismo, lo estaba logrando.
Le había comenzado a dar pena que la vieran amamantar a su hija, unos la juzgaban y otros la miraban de una forma incómoda.

—Y si ya no estás con K'ukulk'an, ayer ¿De que hablaron cuando vino aquí?—Preguntó curiosa Yamil.

—Venía a preguntarme si estaba bien, tengo una herida en el muslo pero está sanando bien y rápido.—Sacando su pierna de la silla para subir su falda y mostrarle.

—¡¿Pero cómo pasó?!—Se sorprendió.

—No fue nada..

—¿Así que él se sigue preocupando por ti?

—No sé.—Siguió comiendo.

Terminaron para salir juntas después de que se prepararan.
Caminaban por la aldea que había ya logrado levantarse de ese fuerte huracán, todos estaban ya despiertos pero unos todavía desayunando, era un lugar feliz porque incluso pasabas por las casas y podías escuchar las risas de niños.

Llegaron a la pequeña casa que los de la aldea habían construido para la maestra de la escuela, habían pensado tanto en ella que la habían puesto muy cerca del mar para que apenas a unos pasos pudiera entrar.
Se veía incluso mejor hecha y con un espacio ligeramente más grande, todo por la señora y maestra de Talokan.

Al entrar vió un catre con mantas verdes y azules, de una tela que por lo bordados se veía hecha de ahí.
Tenía lo que las demás un lugar para poder poner el fuego y cocinar, había también un baño pero que como todos era amigable con el ambiente hecho de madera y poniendo en el fondo tierra.
Estaba lo suficientemente digno para ella.

Sin Amor - Fanfic Namor Where stories live. Discover now