¿Cuentos? ¿Leyendas? ¿Dioses? ¿Amor? Todo en lo que no creía Olivia le fue mostrado, en tan poco tiempo y sin tanto esfuerzo la enamoró.
Era el año 1943, año de guerra para el mundo y ella, pero, el mar yucateco lo ocultó todo y lo volvió felicidad.
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Ambas amigas se fueron de regreso al mar, cansadas. Al entrar sintieron que la vida les regresaba apenas tocando el agua, era obvio que necesitaban del agua para vivir y al estar en un período largo lejos de ella morirían.
Paso a dejar a Yatzil a su casa y fue a la suya, quedándose profundamente dormida por el cansancio, largo rato durmió no siendo conciente de cuánto tiempo descanso. Despertó después de un rato, ya no viendo luz por fuera, la noche había llegado poniendo en penumbras a Talokan.
Recordó la cita que tenía con Kukulkan, pero noche ya era y salir a la superficie no estaba bien ahora, aún cuando pudo quedarse a dormir otro rato, no lo hizo, quería verlo, Olivia quería. Salió hacia los aposentos de Namor.
Al entrar él ya estaba en su cama, con un libro en mano, leyendo tranquilamente, disfrutando de su tiempo de soledad en la noche. Sintió su presencia y al verla sonrió de nuevo.
—Perdón por no llegar, me dormi.—Le sonrió estando ya ahí, en gotas.
—Esta bien.—Olivia asintió incómoda, recordó lo que se supone había pasado en ese lugar—¿Quieres dejar de estar tan lejos?
Olivia se acercó viendo un libro en la mesa y verlo apenas un poco.
—Ese es para ti, está en italiano.
—¿Para mi en serio? Gracias.—Lo tuvo en sus manos viendo la portada, comenzó a hojearlo viendo así las ilustraciones, parada junto a la mesa mientras él la observaba.
—¿Quieres cenar?—Se sentó en la orilla de la cama viéndola aún, tenía una sonrisa hermosa al ver ese libro.
—No, estoy bien, gracias y también por el libro.—Lo guardó en su bandolera con la intención de irse pero al sentir aún su mirada por fin lo miro.
—¿Ya te vas de nuevo? Porque desde eso siento que me ignoras...
—No te ignoro, solo, ya pasó.—Levanto los hombros restándole importancia para comenzar a irse.
Entonces paso, eso volvía todo más incómodo, ver su mirada chocolate ahora era raro de experimentar. El hombre se levantó de ahí y fue a tomarla de la mano para regresar juntos a la mesa no dejando que se fuera, Olivia lo miró harta, con el deseo de irse a dormir, otra vez.
—¿No te parece que conoces mucho de mi? Quiero conocerte mejor.—Olivia inclinó la cabeza pensativa.
—¿Qué buscas en mi Namor?—Preguntó con algo de altanería y curiosidad.
—¿No lo deje claro?
—No ¿Qué buscas?—Insistió. Namor pareció pensarlo, acercó su rostro al de ella para así estar cerca de su oído.
—Algo más que una noche.—Se sincero, poniendo nerviosa a la mujer de ojos miel delante de él.
—¿Y qué paso con mi esposo?—Jugó con él sonriendo, mostrando sus dientes.
