¿Cuentos? ¿Leyendas? ¿Dioses? ¿Amor? Todo en lo que no creía Olivia le fue mostrado, en tan poco tiempo y sin tanto esfuerzo la enamoró.
Era el año 1943, año de guerra para el mundo y ella, pero, el mar yucateco lo ocultó todo y lo volvió felicidad.
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Estaban apunto de quedarse dormidos mientras se abrazaban pero el llamar de alguien los interrumpio.
Un soldado solo llamo a la puerta y no entro, Namor tuvo que vestirse para salir después de tres veces el insistir en la puerta.
—Máako' Yanchaj jump'éel talamil in tíip'ik Talokan=Señor hubo un problema a la salida de Talokan.—Le dijo el soldado a Namor para irse y Olivia prepararse también para salir después de escuchar.
Se vistió rápidamente, sintiendo sus piernas flaquear y temblar por los recientes orgasmos. Pero lo logró para salir y ya no ver a Namor.
Salió viendo a Yatzil también dirigirse hacia allá con velocidad y una lanza. La ponía nerviosa cada que llevaba una, pensando en lo peor.
—¿Qué sucedió?—Alcanzandola.
—No sabemos, vamos.
Nadaron más metros, alejándose de Talokan. Para ver a Namor también llegar y ver un avión caído.
—Debe haber alguien adentro.—Dijo Olivia aproximandoss hacía allá.
Namor la vio ir hacia el avión ya hundido y aunque hubiera querido evitarlo, Olivia nadó rapido viendo a un hombre herido en el avión, como pudo lo sacó del avión para empezar a subir con él a la superficie, con un poco de dificultad por su peso.
—Olivia ¡No!—Dijo Namor en casi un gritó subiendo con ella.
Al salir a la superficie el hombre seguía inconsciente y con una herida horrible en la pierna que sangraba pintando el agua.
—¡Llevalo a la isla Namor!—Viéndolo a su lado para después ver al herido aún inconciente.
—¡¿Estás loca Olivia?! ¡Sería poner en peligro a Talokan!
Ella ya no pregunto más, como pudo lo llevó solamente ella, manteniendo su rostro fuera del agua. Namor la vio irse y aún dudando mando a dos hombres a ayudarla. Estos lo tomaron y lo llevaron más rápido hacia la orilla de la isla donde Namor y Olivia los siguieron rápido.
Había un sol fuerte sobre ellos, que iluminaba la escena y apenas aire corría dando oxígeno fresco. Llegaron a la orilla con el hombre agonizando, sintiendo ese regusto salado en su boca. El hombre al abrir los ojos vio la piel azul de Olivia y su respirador, asustandose pero no logrando huir por la herida en su pierna.
—Estas bien, te entiendo, ya, te ayudaremos.—Acercando una mano a su herida, tratando de darle calma.
Namor no dijo nada, estaba enojado por la acción de Olivia. Pensando en que de alguna manera, ella no sabía del todo bien los peligros para Talokan si los descubren. Si, ella lo sabía, pero no era consciente hasta qué punto.
Y es que Kukulkan tenía miedo porque aún desde las profundidades podía ver qué tanto habían avanzado los de arriba y lo asustaba pensar en que podrían llegar y arrebatarles todo una vez más, haría de todo para proteger a su pueblo. Y aunque por lo pronto era esconderse, también prepararse para un futuro que Namor, no quería vivir.
