Preludio 3: Facu

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Esta es la historia de un adolescente que a la fuerza tiene que convertirse en un hombre...

Este relato comienza en el año 2014, con un adolescente que trabajaba para ayudar a su familia y darse los gustos que quisiera. Uno de esos gustos era salir con sus amigos los fines de semana. Todo marchaba bien hasta que una noche regresó a su casa después de juntarse con sus compañeros de trabajo, y encontró todo abierto. Su familia no estaba. No entendía qué estaba sucediendo; los llamaba por teléfono, pero no atendían los celulares. Entonces empezó a recordar lo que había escuchado por televisión esa madrugada. Como estaba entre dormido, no le había prestado atención, pensando que todo era una película. Aparentemente en un laboratorio de Buenos Aires habían estado fabricando unas vacunas para vivir más años o algo así, pero al mezclar unos componentes químicos había salido una especie de gas tóxico que hacía desmayar a la gente, y no recordaba qué más porque se había quedado dormido. Rápidamente prendió la televisión, pero no había señal. Abrió la computadora y vio que marcaba muy poca intensidad de internet, así que se conectó con apuro antes de que se fuera por completo, y encontró páginas de noticias hablando de una epidemia en Argentina. Más noticias mencionaban que el gas producido en una fábrica hacía que la gente se convirtiera en lo que parecían ser zombies. Al leer eso quedó shockeado y pensativo sobre qué iba a hacer.

De repente recordó lo hablado con sus amigos de la secundaria: ¿qué harían si sucedía un ataque zombie? Se preguntó si los chicos irían a ese lugar o si no se acordarían de lo conversado, ya que era una supuesta ironía que nunca iba a suceder. Al rato tomó la decisión de ir a ese lugar, ya que no había nadie en su casa de todas formas. "Es la ley de la vida, ya sabemos lo que tarde o temprano nos va a pasar" se dijo, y tomó coraje. Agarró una mochila y puso latas de comida, café, las llaves de su casa y de la moto, el casco, unos cuchillos Tramontina y otros de cocina, un martillo, un corta-candados, y algo de ropa interior.

Cuando iba caminando por el estrecho pasillo pensó en todas las veces que había salido con rapidez de su casa, pero esta vez era todo lo contrario: mientras más lento, mejor. Llegó a la puerta y miró por la ventanilla por si había algo extraño, y por suerte no lo había, así que dio un suspiro y dijo "me tiene que pasar lo que me tiene que pasar". Se puso el casco, abrió la puerta, salió y miró su casa de frente. Vio el apellido de su familia sobre los números de la dirección... Eso le dio más coraje, así que sacó la moto del garaje, cerró el portón y arrancó. Apenas lo hizo se dio cuenta de que tenía poca nafta, por lo que miró hacia la estación de servicio que se encontraba a una cuadra, y al no ver personas, se dirigió hacia allí. Efectivamente no había nadie, pero de todas formas sacó un cuchillo por si sucedía algo imprevisto. Luego abrió la cajuela de la moto y empezó a llenar el tanque de combustible.

De repente sintió un ruido fuerte. Miró para todos lados, pero no había nadie. El tanque se llenó, y como Facu no tenía tanta plata, puso arriba del surtidor lo poco que tenía en el bolsillo en ese momento. De pronto, alguien lo tomó del hombro y le dio las gracias. Facu escuchó cómo el hombre se desplomaba en el piso y sufría convulsiones. Cuando se dio vuelta, vio que era una persona que trabajaba allí, y que tenía una mordedura en uno de sus brazos. Sin perder tiempo, Facundo cerró la baulera, arrancó la moto y se fue a toda velocidad al lugar del que habían hablado con sus amigos.

En el trayecto veía negocios y casas saqueadas, y mucha sangre por todos lados. Cuando finalmente llegó a la cuadra del lugar en cuestión, dio varias vueltas a la manzana y como no pasaba nada raro, lo que era común en esa pequeña ciudad, se paró frente al portón de la Escuela Nacional. Vio que tenía un cerrojo así que sacó el corta-candados y lo rompió, pero no todo era tan fácil, ya que el portón además tenía llave. Entonces tuvo una idea: años atrás había trabajado en una cerrajería, y todavía se acordaba de algunas cosas que había aprendido, por lo que se puso manos a la obra y empezó a tratar de abrir la cerradura con un cuchillo Tramontina. Le costaba hacerlo debido al temblor de sus manos producto de los nervios... Unos pasos lentos se escuchaban cada vez más cerca. Ya casi los tenía a un metro, cuando por fin logró abrir el portón y entró rápidamente a la escuela. Enseguida tuvo que trabar la puerta porque lo zombies buscaban entrar. Y para peor, la alarma empezó a sonar, lo que atrajo más y más zombies.

Recorrió todas las aulas y demás salas para ver si había alguien y para encontrar las llaves de contacto que servían para apagar la alarma. Por suerte no se topó con nadie y encontró las llaves en la oficina de la directora, así que las usó para detener el sonido ensordecedor.

Luego de un rato, ya más tranquilo, se dio cuenta de que no tenía la mochila. Era arriesgado volver a buscarla, pero pasaba el tiempo y se moría de hambre, así que fue hasta el portón a ver cómo estaba la cosa. Vio que la mochila estaba al lado de la moto, más cerca de la esquina, pero estaba rodeada de los zombies que habían sido atraídos por la alarma. Decidido, Facu fue a la cocina de la escuela a buscar algo que le sirviese de arma, tomó los únicos cuchillos que encontró y se dirigió a buscar la mochila. Al salir, los zombies se le fueron encima... Por suerte Facundo tenía una habilidad de nacimiento: nadie sabía bien cómo lo hacía, pero siempre lograba pasar velozmente entre las personas, incluso teniendo muy poco lugar para ello. Algo especialmente útil a la hora de comprar bebidas en boliches llenos de gente.

Mientras pasaba entre los zombies, clavaba cuchillos en los ojos de los que estaban más cerca. Así logró llegar hasta la mochila, la tomó, y al darse vuelta para regresar vio algo extraño: una figura de mujer estaba tratando de abrir la puerta y otra figura venía a toda velocidad hacia él. Se dio cuenta de que no era un zombie porque éstos eran lentos en comparación. La figura se acercaba cada vez más, hasta que Facu notó que era Seo, y entonces salió corriendo a su encuentro.

Z7: Hermandad y MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora