Capítulo 5.

23 1 0
                                    

- Pensé que no te vería más. – Sonrió el viejo Rony des del cuadrilátero. Respiré profundamente, había corrido todo el trayecto hasta aquí, temiendo que alguien pudiera seguirme. – Esa ropa te dificultara el entreno.

- No vengo a entrenar, Rony. – Caminé hacia uno de los bancos que hierro, dejándome caer allí. – Estoy huyendo.

- Dame veinte minutos. – Me dijo. Asentí y él se giró, dando instrucciones a los dos hombres que estaban allí. Vi como empezaban a moverse, admiré sus movimientos. Según el médico no debía hacer esfuerzos debido a mi herida. Ya había incumplido esas instrucciones corriendo hasta aquí, y aunque me ardía el estómago, me sentía bien. Esperaba poder recuperarme pronto.

Cuando me cansé de observar a esos dos pelear, saqué mi teléfono, revisando los mensajes. Solo tenía un par de mi padre, por lo que suponía, Eros aún no me había descubierto. Sonreí, orgullosa de haberlo engañado así. Le envié otro mensaje a Atlas, acumulándose junto la interminable fila de mensajes que había enviado y no había contestado.

- Ya estoy contigo. – Escuché la voz de Rony cercana. Levanté la vista y lo vi a unos metros de mí. – Tienes que contarme muchas cosas. Últimamente solo oigo rumores sobre ti.

- ¿Rumores?

- Así es, Kiara. – Asintió mientras se sentaba a mi lado. Sacó la cajetilla de tabaco, encendiéndose uno. – ¿O quizás debería llamarte Daga?

- Oh. – Suspiré. Por un segundo me había asustado, pensando que Rony conocería a Priam. – La pelea.

- Quiero que me cuentes porque te retiraste. – Me ofreció un cigarro, pero negué con la cabeza. – Habías ganado a la campeona, estaba hecho.

- Noche complicada.

- No te consideraba la clase de persona que abandona, así como así. – Se encogió de hombros. Lo miré, pensando si debía confiarle lo que me había rondado la cabeza durante estos días. El viejo Rony era de fiar, pero lo podría en peligro. Ya había tenido que mover hilos para que alguien siempre lo tuviera vigilado des de la jugada de Priam. Contarle más solo le haría daño.

- Pues ya ves. – Elevé los brazos, cansada. – No pude seguir. Había una mosca zumbándome en la oreja.

- Esa mosca... - Hizo una pausa mientras una sonrisa se plasmaba en su rostro. – No mediría sobre 1,80 y tendría la peor actitud que he visto, ¿verdad? – Lo miré seria. No tenía gracia. Él empezó a reír a carcajadas. Fruncí el ceño. – Lo siento, lo siento. – Hizo ver que se secaba una lágrima, tomando una respiración para calmarse. – Jamás pensé que tú, doña "tráeme a alguien de mi nivel" – Dijo esto último imitando mi voz de forma espantosa. – Pudiera dejar un combate a medias por un chico.

- No lo dejé por un chico. – La vergonzosa realidad estaba apoderándose de mí. Rony volvió a reír. – No había nada más que ganar. Ya había vencido a la campeona.

- Claro, claro. – Asintió.

- No he venido a hablar de esto. – Dije tras unos segundos en silencio. Él me miraba aún divertido, pero al ver mi expresión, la suya se tornó en una preocupada. – No te alteres. – Hablé, intentando restarle importancia. – Queria decirte que finalmente me casaré.

- Vaya. – Fue lo único que dijo. Me miraba ¿decepcionado? Sabía que el viejo Rony no entendería los motivos. No entendería la necesidad que tenía de hacer esto. Apagó su cigarro de un pisotón y me miró molesto. – Al final no has podido con Edward, ¿eh?

- ¿Cómo...

- Vamos Kiara. – Dijo sonriendo. – Eres Kiara Knox. – Habló como si fuera evidente. Lo miré con tal confusión que no cabía en mí. Él suspiró. – Voy a contarte algo. Quizás es un poco tarde, pero debías enterarte en algún momento.

- KNOX -Où les histoires vivent. Découvrez maintenant