Capítulo 2

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Privacidad, una buena conversación entablada y una nueva amiga. Una tarde perfecta.

Cara tomó tu mano y literalmente te arrastró a su auto. 

— ¿A donde vamos? — Preguntaste mientras abrochabas el cinturón de seguridad.

Ella no contestó nada, solo sonrió de lado y cambió la estación de radio.

"Think i can fly. Think i can fly when i'm with you"

Lo sentiste personal, la sangre de tu cabeza hervía en ella y tu estómago se vació para después llenarse de mariposas. Pusiste la mano en la codera de junto al asiento con la esperanza de que ella pusiera su mano sobre la tuya. Pero no lo hizo. Soltaste un suspiro entre frustración y cansancio y recargaste tu cabeza en la ventanilla.

— Está obscureciendo y no se a dónde me llevas — Dijiste casi riendo y buscando su mirada.

Eran casi las ocho de la noche, y la penumbra se apoderó poco a poco de Londres, sólo las luminarias y los faros de otros automoviles te permitían ver el camino.

— Hemos llegado. — Bajó sin darte oportunidad de hablar. Te encantaba el misterio de esta chica.

Toda ella te encantaba.

— Suelo venir a este lugar muy seguido. — Rompió el silencio bastante incómodo que causaba tensión. —  Cuando pasa cualquier cosa que me cambie.

— ¿A que te refieres con cambiar?

—  No lo se. Estados de ánimo, confusiones y cuando Trevor actúa. —  Amargamente rio después de haber dicho aquello.

— ¿El es tu padre?

— Si, bueno, era vivir con el o vivir en la calle. Mi madre murió no hace mucho. Mi vida se convirtió en un infierno con él.

— Cara, yo... — Te trabaste al pronunciar su nombre, al encontrarte con sus ojos hermosos y el movimiento de sus labios al hablar.

— Nada de lástima. Solo aprendes a sobrellevarlo y pasa — Era tan animada, conservaba su estado de ánimo habitual al contarte lo que le pasaba. Simplemente encantadora.

Estaban en silencio, pero no un silencio lleno de tensión, sino uno en el que se disfruta la ausencia del ruido.

— ¿Ahora vamos con Gina? — Ella se levantó de donde estaba sentada. Al parecer atesoraba el lugar. O a Gina.

O tu compañía en el local de Gina.

— Vale.

Ató su cabello en una coleta, algunos mechones desordeados caían de su nuca y se veía atractiva aún así. Encendió la radio.

— Escoge lo que quieras. — Te miró de reojo.

Pusiste una estación al azar. No te importaba que escuchar en la radio, porque realmente, lo único que querías escuchar esa noche era la voz áspera de la rubia.

(...)

— Niñas. ¿Desde cuándo son amigas? —  Preguntó, estando tras la barra de mármol.

— Emmm... —  Cara se tocó la nuca y volteó hacia ti con una sonrisa. — Desde hoy que la seguía su casa sin que ella se diera cuenta.

¿Tanto interés como para seguirte a tu casa era posible? Te animaba saber que la rubia se mostraba interesada en ti, aunque no entendiera las señales que le dieras era magnífico. Tal vez ser más específica con ella te  serviría más.

— Cambiemos de lugar — Notaste que iban a cumplir la rutina también de noche, y te hizo sentir cansada, así que rápido propusiste ir a otros lugares.

Tu camisa holgada descendió lo suficiente para dejar ver tu clavícula izquierda, y con ello tu tatuaje.

— ¿Que significa ese tatuaje?

— ¿Estas golondrinas? — Las apuntaste, fingiendo que jamás las hubieras visto. Como si fuesen una marca de nacimiento — Para mi significan la libertad que tienen las almas.

— Lindo significado propio.

Se mordió el labio. Tu corazón bombeaba tres veces mas fuerte de lo que es común, y creíste ver borroso todo, salvo la cara de la rubia.

— ¡Hola! — Se acercó Ashton, un amigo de la universidad a la que acudías.

— Hola Ash —  Le sonreíste. El besó tu mejilla sin que pudieras verlo venir. Se sentó a tu lado, y viste los ojos de Cara, casi quemando al pobre de Ashton. ¿Por el beso o porque se sentó contigo? Tal vez ambas cosas.

— Ashton ella es Cara. Cara el es Ashton.

— Mucho gusto —  Viste el interés demostrado de parte de el chico por la rubia, y viste menos interés de ella en el, y eso te dejó aliviada.

El tiempo pasó, facilmente y sin pensar tanto, una hora para que Ashton pudiera dejarlas solas al fin.

— Le gustas a ese chico. —  Dijo seria, bebiendo su malteada sin verte a los ojos.

— Claro que no. —  Hiciste una mueca entre felicidad y disgusto. Tenías el mínimo interés por el hombre que había destrozado tu corazón antes.

— ¿Sientes algo por el? — Dejo de beber para mirarte atenta a los ojos, un pequeño brillo color miel pudo ser visible gracias al reflejo de la luz en sus ojos.

— No. En lo absoluto.

— Bien. —  Sonrió y siguió con su bebida.

Tu corazón estalló en mil formas distintas, las comisuras de tus labios se extendieron una a cada oreja y sentiste un cosquilleo en el estómago.

Te sentías correspondida. Te sentías magnífica. Ella estaba magnífica siendo así contigo.


Deep Eyes |Cara Delevingne|Where stories live. Discover now