Capítulo 3.

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En la primera semana nos dejaron adaptarnos a los nuevos horarios, profesores y materias, logrando que fuera tranquila. No hice amigos nuevos en mi salón, estando rodeada por los Triple P no podía hablar con nadie, lo bueno era que los recesos los pasaba con Lola y su mejor amigo, un chico muy gracioso. Como él era un pesado y yo siempre fui jodona, nos caímos a toda madre y empezamos a fastidiarnos el uno al otro.

—Hola, mamoncito. —Lo saludé con una enorme sonrisa.

—Hola, Sue. —Se cruzó de brazos—. Ya verás cuando te encuentre un mejor apodo, no te la vas a acabar.

—Quisieras, Ronny, no vas a encontrar nada contra mí.

—Ya veremos, loca.

Era divertido pasar tiempo con Ronny y Lola pero no podía estar mucho con ellos, pues a partir de la segunda semana empecé a ir a las clases extracurriculares, topándome con mis indeseables compañeros.

La primera actividad a la que tuve que ir fue a atletismo, que era lunes y miércoles. Siempre fui la mejor en la división femenina y no era de sorprender, con las correteadas que me echaba para escapar de la Brittany y su séquito, ser rápida era primordial. Al menos ya no tendría que gritar, al no quedarme sin aliento podía correr más rápido.

Aquiles se sorprendió al verme pero no me dirigió la palabra, mejor para mí.

No tuve tanta suerte en el club de teatro, que era los martes y jueves. Al notarme, Adonis se acercó a mí y me rodeó con su brazo.

Chaparrucita, qué sorpresa verte por acá.

—¿Chaparrucita? —Hice una mueca.

—Chaparrucita morada. —Alzó las cejas con diversión, haciendo referencia a mi cabello teñido de ese color y mi baja estatura. Tuve suerte de que en esa escuela, a pesar del reglamento estricto, me dejaran entrar con el pelo pintado de un color de fantasía.

—Chaparrucita mis huevos. —Le mostré el dedo medio.

—Tú no tienes eso, ¿o sí? —Alzó una ceja—. ¿Acaso eres una de esas niñas con premio?

—No, animal. —Quité su brazo de mi hombro—. Mira —dije seria—, yo vine aquí a cumplir mi sueño de ser actriz, no a pelear contigo, que te quede claro.

Adonis alzó sus manos sin quitar esa sonrisita molesta de su rostro.

—La única que está peleando eres tú.

—Agh, cállate. —Me quise alejar de él pero caminó junto a mí—. ¿Por qué me sigues?

—Tienes delirios de persecución, yo solo voy con la profesora de arte. —Señaló a una mujer que estaba a unos pasos de nosotros.

—Ah... Bueno, ve. —Me crucé de brazos.

Él negó con la cabeza, como si no tuviera remedio, y se acercó a la maestra para preguntar cuál sería la primera obra que interpretaríamos en el año. En lo que ellos charlaban, fui a ayudar con la utilería y a prepararme mentalmente por si me tocaba interpretar algún papel importante. Mientras pintaba unas flores de papel, Lola y Ronny entraron al aula asignada. Me levanté de un salto y corrí hacia ellos.

—¡Chicos! ¿Qué hacen aquí?

—Decidimos entrar al club de teatro contigo —explicó Lola—. No te queríamos dejar sola.

—Además aquí podemos admirar mejor el trasero de Adonis —agregó Ronny.

—Exacto. —Lola asintió con la cabeza repetidas veces.

Tres perfectos arrogantes © |Completa|Where stories live. Discover now