¡¿ESA Amy?!

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Había pasado una semana desde que nos habíamos peleado con Amy en el parque aquel día. Estaba hablando con Amelie, mientras caminábamos hacia el salón de música. 

Era viernes, lo que significaba: ¡CLASE DE TEATRO! Estábamos a 4 días de partir rumbo a Buenos Aires, y ésta  sería la última clase hasta que viajásemos.

 Entramos al salón, donde ya estaban algunos chicos tocando instrumentos, viendo partituras o cantando (chillando). Visualizamos a Mike y a Luke junto a la batería, y fuimos con ellos. 

La clase había terminado, y me dirigía hacia la cafetería para comprar algo que almorzar, pues hoy no había tenido tiempo de desayunar, y me estaba muriendo de hambre. Empujé las puertas de metal, y me quedé petrificada unos segundos. En la mesa más cercana a la puerta, estaba Amy con otras tres chicas, hablando. Ella estaba de espaldas a mi, por lo cual no pudo verme, pero sus amigas sí, y se quedaron mirándome con cara de "¿qué haces aquí?". Al ver las facciones de sus amigas, se dio vuelta y me miró. 

Un silencio incómodo abrumó el espacio entre nosotras. Yo reaccioné, y caminé a pasos grandes hasta el mostrador del, antes de que me dijese algo. Compré mi almuerzo y me fui rápidamente de allí. 

(...)

Estábamos escuchando a la profesora de Teatro hablar sobre el viaje, sobre las actividades, etcétera. Nos entregó una autorización que debíamos traer firmada para poder viajar. Empecé a pensar qué comida sería la mejor, había escuchado que tenían muy buena gastronomía. 

-Entonces, Kate, ¿cuál será el motivo del viaje?- La profesora me miró, provocando que todos los demás lo hagan también. 

Mierda, debía dejar de desconectarme así

-Eh, l-lo siento profesora, y-yo- 

-No te preocupes, pero la próxima pon atención por favor- Me reprochó, y siguió hablando. 

-¿En qué pensabas?- Amelie me codeó.

-Nada importante-

No preguntó nada, sin embargo, me lanzó una mirada de "te estoy vigilando", y volvió a centrar su atención en la profesora, al igual que yo. 

Al acabar las clases, pasé por mi cafetería favorita (sí, más cliché todavía, lo sé), me pedí un café con unas donas y saqué mi teléfono porque me estaba sonando. 

Crucé como una desgraciada, prestando atención al aparato y no a los autos que me pasaban por al lado. Llegando a la puerta de mi hogar, saqué las llaves de mi mochila, todavía mirando mi celular, y sentí un tirón en el brazo. Cuando me di cuenta, un chico de mi edad estaba corriendo con mi celular en su mano. 

-¡Hey! ¡Dame eso!- Hice el amago de correrlo, pero me arrepentí al instante, quién sabe si no tenía un arma o algo parecido. Resignada, abrí la puerta de casa rápidamente y entré, mirando que no haya nadie cerca. 

Mierda, mierda, mierda. 

Mi madre, por más desinteresada que fuera, siempre me había dicho  que no anduviera con el celular por la calle. La única vez que me daba un buen consejo, no lo tomaba en cuenta. Ugh, quién sabía cuándo tendría otro.

-Hola, mamá, no sabes lo que me pasó- Fui hacia la cocina, donde mi madre estaba cocinando algo. 

-Ahora no puedo, Kate. Luego me dices, ¿si?- Se lavó las manos, me dio unas palmaditas en el hombro al pasar por mi lado, y abandonó la cocina.

Okey, definitivamente no le iba a decir a mi madre que había perdido mi celular, al menos en ese momento. 

Con mi padre fue casi lo mismo, aún recuerdo su expresión de "me importa una mierda ahora mismo", cuando le dije que tenía algo que contarle, así que tampoco dije nada. 

¿Esto es amor? (en proceso)Where stories live. Discover now